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Semana Santa en Tenerife | Procesiones en Santa Cruz

Martes Santo, el día que llueven pétalos de rosas en Santa Cruz

El barrio de El Toscal acoge la procesión más fugaz del Señor de las Tribulaciones

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Procesión del Señor de las Tribulaciones Carsten Lauritsen

La Semana Santa chicharrera vivió en la tarde-noche de ayer no sólo el tópico que empieza a ser cansino de que también el Señor de las Tribulaciones volvió a la calle después de dos años de ausencia por la incidencia del covid. Fue la segunda procesión y la de mayor poder de convocatoria, no en balde es la del Señor de Santa Cruz. Fue también un día de estrenos: para Miguel Ángel Navarro, como párroco de San Francisco; para Juan Manuel Yanes, de La Concepción, –ambos se estrenaban en esta celebración– y hasta para el director de la Banda Municipal de Música de Santa Cruz de Tenerife, el fregolino Juan Antonio Domínguez.

Martes Santo, el día que llueven pétalos de rosas en Santa Cruz

En los prolegómenos de la celebración reinó la confusión, pues no se sabía qué comenzaba a las 19:30 horas, si la misa o la procesión, lo que obligó a las autoridades, con el alcalde a la cabeza, a esperar a que el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, concluyera la eucaristía para, casi una hora después, salir en la misma procesión de la que se ausentó el prelado.

Martes Santo, el día que llueven pétalos de rosas en Santa Cruz Humberto Gonar

Aunque en la distancia, siempre presente el párroco Jacinto Barrios que dedicó más de un cuarto de siglo de su ministerio sacerdotal a pelear por elevar al Señor de las Tribulaciones al grado de Señor de Santa Cruz, que ayer salió por una puerta lateral del templo sin el áurea de plata que instaló en el trono, una vez llegó a la calle, ante la mirada de Lucas, el monaguillo más pequeño del grupo.

No lo habían colocado y ya estaba cantando la Agrupación Lírico-Musical Gran Tinerfe, bajo la dirección de Juan Carlos Castro, que interpretó el himno del Señor de las Tribulaciones. Nadie pidió bises y se hizo el silencio esperando que finalizada el montaje, para luego la procesión, cuesta arriba, poner rumbo a la plaza del Chicharro y girar a hacia El Príncipe.

A la salida, la calle estaba de bote en bote, con un cortejo que encabezaba la banda de cornetas y tambores, y hasta coreografía de instrumentos, llegada de Güímar, que se alternó en el trayecto con la Banda Municipal de Santa Cruz.

El trayecto de la procesión se sorteó en tiempo récord, menos de hora y media, si bien con el Señor de las Tribulaciones no se aplicó la máxima de las procesiones de la nueva normalidad –calles amplias y recorrido cortos–, sino que se respetó el trazado tradicional. A la segunda fue la vencida, y los concejales respetaron, esta vez sí, el negro de los pies a la cabeza, mención aparte es la altura de algunos trajes que entran en litigio con el protocolo de recogimiento.

Las plegarias en forma de canción de años atrás se convirtieron en excepción, con dos intervenciones de Gran Tinerfe –una a la salida del templo y otra en la calle Oriente (Tribulaciones)– y la Peña del Lunes a la puerta del colegio de Las Salesianas. «Es que las corales no han tenido tiempo de ensayar», se empeñaban en disculpar para pasar por alto que la plaza del Príncipe estuviera muda como los balcones de la calle de La Rosa a diferencia de lo que era habitual.

Por lo menos se mantuvo fiel la tradición que establece que el Martes Santo es el único día en el año en el que llueve pétalos de flores en la calle de La Rosa, o en la de Tribulaciones, donde siempre es impresionante el paso por la antigua prisión de mujeres, a sabiendas de que algún bisnieto de los testigos de que no entrara el cólera en Santa Cruz en 1795 hoy ha vivido otra pandemia. Fieles a la tradición, las alfombras de sales teñidas que devuelven el sabor a la tradición, con unas paredes que ejercen de oposición al denunciar el olvido del barrio de El Toscal.

La cita con el Señor de las Tribulaciones es un punto de encuentro con el Santa Cruz profundo. Hoy las calles que un día pisaron Chanito o Miguelito El Mudo, incondicionales de la procesión del Martes Santo chicharrero, acogen a una nueva generación, el profesor universitario y defensor acérrimo de El Toscal José Antonio Arteaga, la arquitecta Marta del Castillo que se reencontró con su compañero de clase en La Salle-San Ildefonso, Javier Lemus, pletórico en su paternidad; Eduardo Pintado o, a la puerta de San Francisco, el político José Alberto Díaz-Estébanez, que parte entre los favoritos para cumplimentar el cupo en todas las procesiones, o Cristian Alvarado, presidente de la AV Las Palmitas, del barrio de El Perú, y ayer trabajando como miembro de Protección Civil.

El Señor de Santa Cruz se convirtió en los repertorios de Gran Tinerfe y Peña del Lunes en el Cristo de Tacoronte, el Santo de Santa Cruz o el Cristo de los gitanos. A la hora y media después, saltó el mensaje en el móvil: «Salud. 10.000 pasos. Ha alcanzado su objetivo de pasos del día».

Hoy, a las 20:30 horas, cita con la procesión del Encuentro, y a las 22:00, con el Cristo de Medinaceli.

A la izquierda, el Señor de las Tribulaciones por la calle que da nombre. Arriba, la Peña del Lunes por fuera del Hogar Escuela.

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