Los documentos desclasificados en Washington alertaban del papel de los soviéticos en África y, en especial, de sus intereses en desestabilizar Canarias, en un contexto geopolítico marcado por el proceso descolonizador del Sáhara, la presencia del movimiento independentista del MPAIAC y la incorporación de España a la OTAN.
Las autoridades soviéticas siempre negaron que sus barcos hubieran transportado armas destinadas a organizaciones terroristas españolas, en alusión al MPAIAC de Antonio Cubillo. Lo cierto es que Krassilnikov fue acusado, aunque sin confirmación oficial, de mantener contactos con dirigentes de la organización independentista. Y Vladimir Yefremenkov, segundo secretario de la embajada en Madrid, fue expulsado por intentar obtener información del grupo terrorista canario.
Desde el inicio de la Transición hubo un movimiento por parte de la OUA dirigido a iniciar un trámite de supuesta descolonización de Canarias, contestado por los sucesivos Gobiernos españoles. Ante la posibilidad de una declaración de africanidad de Canarias, que quería introducir el coronel Gadaffi en la cumbre de la OUA en Trípoli, en 1978, el CESID elaboró un documento alertando al gobierno. El presidente Suárez protestó por la presencia de Antonio Cubillo en la recepción ofrecida por la embajada soviética en Argel.
Con todo, y en su rol de superpotencia mundial, Rusia se dejaba sentir en los asuntos estratégicos. A propósito del posible ingreso de España en la OTAN, un jefe de la KGB, Annatoly Vinogradov, llegó a escribir una canción para el Carnaval de Las Palmas, titulada: «No queremos a la OTAN, queremos Sovhispan». La Alianza Atlántica, en un documento de la época, manifestaba su desconfianza ante la presencia soviética en Canarias, percibiendo como una amenaza la proliferación de barcos soviéticos, supuestamente tanto de investigación científica como de investigación oceanográfica o meteorológica, «pero en claras funciones de espionaje», decían.
