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Los Caídos cumple 75 años

Una plaza circular de 75 metros de diámetro, presidida por una torre de 25 metros de altura, una gradería, cripta y el añadido de un conjunto de esculturas alegóricas

Misa celebrada el 19 de enero de 1947 en el acto de inauguración del Monumento a los Caídos. | | E.D.

Desde que en 1929 se demoliera el castillo de San Cristóbal, bastión defensivo de la rada santacrucera, y se ganaran terrenos al mar con las obras de la Avenida Marítima, la ciudad dispuso de un amplio solar al que el Ayuntamiento no supo qué destino dar. Ante tal indefinición, el general García-Escámez propuso un concurso para la construcción del monumento conmemorativo, que se falló en julio de 1944.

En 1929 se acababa de demoler el castillo de San Cristóbal y se procedía a urbanizar el solar resultante, así como los terrenos ganados al mar con las obras de la Avenida Marítima. El que fuera cronista de la ciudad, Luis Cola Benítez, subraya cómo «durante un cierto tiempo, aparte de ampliar la entrada al muelle, el Ayuntamiento no supo qué destino darle» a ese espacio y cuando en 1936 se pensó alzar allí un monumento en memoria del alcalde Santiago García Sanabria, fallecido el año anterior, «la guerra civil desencadenada el mes de julio dio al traste con el proyecto». El historiador Alejandro Cioranescu, en su obra Historia de Santa Cruz, censura que «las razones políticas que no habían sido suficientes para con O’Donell permitieron la rápida ejecución del Monumento a los Caídos en la plaza de España».

Ante tales indecisiones, el capitán general García-Escámez vio abierto el camino y propuso la idea de levantar un monumento en el centro de la plaza, pensada dos décadas antes, que «eternizase la gesta heroica de los que cayeron en nuestra Cruzada de Liberación Nacional». Con este fin se abrió un concurso para la construcción del denominado Monumento a los Caídos de Santa Cruz de Tenerife en la guerra de Liberación Nacional. El 11 de septiembre de 1944 se reunía en el Círculo de Bellas Artes, bajo la presidencia del capitán general, el jurado constituido para fallar el anteproyecto a elegir, adjudicándose el primer premio al suscrito por el arquitecto Tomás Machado Méndez, y el segundo a los arquitectos F. Delgado y A. Cardona. En diciembre de ese mismo año aparecía el modelo de proposición del concurso-subasta de las obras del monumento, que incluía los trabajos de cimentación, estructura y elementos de revestimiento. La licitación se fijó en la cantidad de 853.876,76 pesetas.

La que fuera catedrática de Historia del Arte en la ULL, María del Carmen Fraga, explica que «se trataba de levantar una plaza circular de 75 metros de diámetro, presidida por un obelisco en forma de cruz de 25 metros (el arquitecto prefería 33 metros), que se alzaría sobre una base de 25 metros de diámetro, a la que diera paso una gradería». La plaza fue trazada de modo que quedara frente al puerto una fachada principal, contrapuesta por otra posterior, algo más elevada por una columnata interrumpida por la escalinata de acceso al vestíbulo de la cruz. En la parte baja se diseñó una cripta y al conjunto arquitectónico debían añadirse piezas escultóricas. Así, el grupo de La Patria y El Caído lo realizó Cejas Zaldívar, quien también hizo los moldes en yeso de los soldados en posición de descanso, cuya fundición en bronce se llevó a cabo en los talleres de M. Rojano. El mismo Cejas Zaldívar realizó los bajorrelieves laterales. La estatua de La Victoria, de cuatro metros de altura y adorno principal de la fuente que está a sus pies, fue obra de Alonso Reyes, que la labró en basalto con bloques de canteras de Granadilla.

1929


Castillo de San Cristóbal


  • La demolición de este bastión defensivo y los terrenos ganados al mar con las obras de la Avenida Marítima abrieron al Ayuntamiento la posibilidad de urbanizar ese enorme solar. 

1944


Concurso


  • El 11 de septiembre, el jurado reunido en el Círculo de Bellas Artes, bajo la presidencia del capitán general, eligió el anteproyecto presentado por el arquitecto Tomás Machado Méndez.

1947


Inauguración 


  • El domingo, 19 de enero, el subsecretario de la Presidencia del Gobierno, Luis Carrero Blanco, presidió el acto de inauguración del Monumento a los Caídos en la plaza de España. 

La figura de La Patria fue tratada como una Hera griega y El Caído bajo la influencia de la Pietá. Además, la Victoria alada, sobre la proa de un imaginario barco, repite el tema de la Niké de Samotracia. La cripta se revistió de piedra veteada de Fuerteventura y su adorno principal fueron las pinturas murales de Antonio Torres. Los cristales de la cruz fueron encargados a Bélgica. A la plaza se la adornó con bancos de piedra, pérgolas y jardines, creando de esta forma un conjunto equilibrado en relación con el monumento.

El lenguaje empleado estaba íntimamente ligado a la ideología de los vencedores de la guerra civil española, siendo esta obra un emblema de la época del Mando Económico. Toda la labor escultórica queda definida por la preferencia de lo corpulento y lo macizo, acogiéndose a cánones clásicos.

El arquitecto Federico García Barba sostiene que «la formalización urbana del recinto de la plaza de España se acabó de concretar después de la terminación de la Guerra Civil española». Aquel centro del círculo se situaba «en el eje de una nueva vía trazada en el inicio de una futura expansión hacia el sur de la ciudad».

El informe de los expertos aconseja no derribar el conjunto, sino resignificarlo y contextualizarlo

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Desde su nacimiento, este conjunto –que recibió el nombre de plaza de España en la sesión plenaria del 17 de julio de 1946 y ocupando una superficie total de 5.026 metros cuadrados– se convirtió en un espacio emblemático, un símbolo del que hasta entonces carecía la ciudad. Su particular fisonomía se fue instalando en el imaginario de los santacruceros, que lo acogieron como uno de sus referentes identitarios (escenario principal de las galas de elección de la Reina del Carnaval hasta el 2005 y de sus populares bailes; centro neurálgico de concentraciones y celebraciones...).

En 1975 se llevó a cabo una importante reforma, elevando la rasante de toda la zona, quedando al mismo nivel que la Plaza de la Candelaria. Pero la intervención más acusada fue la de los arquitectos Herzog&Meuron, quienes incorporaron un nuevo círculo, excéntrico, una enorme fuente que contrapone un gran vacío que permite todo tipo de encuentros.

Con todo, el monumento permanece vivo. El catálogo de vestigios franquistas, informe encargado a un grupo de expertos en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, recomienda la «contextualización y resignificación del conjunto»: reparación del remate de la torre para recuperar el uso de mirador, del ascensor que permitía acceder a ese mirador o la restauración de la cripta como centro de interpretación. También plantea retirar los elementos escultóricos que podrían instalarse en «un parque con la contextualización necesaria acerca de su valor artístico y su sentido histórico y cultural».

La cripta y los restos de Gómez-Landero


El 24 de noviembre de 1971, el capitán general de Canarias, José Angosto y Gómez Castrillón, presidió los actos del traslado de los restos mortales del laureado comandante de infantería Estanislao Gómez-Landero y Koch, desde la capilla ardiente instalada en el Cuartel de San Carlos hasta la Iglesia Matriz de la Concepción, donde se ofició una misa. A su término, la comitiva se dirigió procesionalmente hacia la Plaza de España, donde en la cripta del Monumento a los Caídos se depositaron los restos del militar tinerfeño, sepultado en el cementerio de Getafe. El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Javier de Loño Pérez, rogó a los habitantes que se sumaran a los actos, «para rendir póstumo homenaje a este héroe tinerfeño que ofrendó su vida por los altos ideales y los supremos intereses de la Patria». En septiembre de 1936, el por entonces teniente Estanislao Gómez-Landero y Koch embarcó hacia la Península formando parte del 1.er batallón expedicionario. En 1937 ascendió a capitán y fue destinado al Regimiento de Tenerife. En julio de aquel año, guarneciendo la posición del Cerro del Mosquito, en el frente de Brunete, infundió a sus hombres el valor suficiente para contener el enérgico ataque del enemigo, fue herido y cayó en tierra cuando otra bala lo alcanzó, falleciendo. Esta hazaña fue recompensada con su ascenso a comandante, a título póstumo, y la concesión de la Cruz laureada de San Fernando. Ya no reposa en la cripta. En el año 2000, el lugar fue desacralizado y se procedió a la exhumación y traslado de los restos del capitán Gómez Landero. | S. L.

Aquel domingo, 19 de enero de 1947


Aterriza Carrero Blanco


  • El jueves, 16 de enero de 1947, llegaba al Aeropuerto de Los Rodeos el subsecretario de la Presidencia, Luis Carrero Blanco, como representante del Gobierno en los actos de inauguración del Monumento a los Caídos y, también, del segundo grupo de las viviendas de la barriada de García Escámez. Nada más poner pie en tierra, el subsecretario conoció personalmente el estado de las obras de la Universidad de La Laguna. El viernes. Luis Carrero Blanco visitaba las obras del Mando Económico en los municipios de Icod de los Vinos, La Guancha, Puerto de la Cruz y La Orotava.


Llamada a la ciudadanía


  • En las páginas de EL DÍA, diario de la mañana y órgano del Movimiento Nacional Sindicalista en Tenerife, se exhortaba a la ciudadanía a «vestir de brillantez y de la mayor solemnidad» la inauguración del Monumento a los Caídos «que se alza en la nueva Plaza de España», y al que se refiere como «una admirable obra de arte a la perenne evocación de una juventud que luchó y murió en servicio de la Patria».  


Con brillantez y solemnidad


  • En su edición del 20 de enero de 1947, el diario tinerfeño titula la crónica del acto celebrado el domingo 19 de enero con grandes caracteres: «Solemne y brillante inauguración del Monumento a los Caídos». El primer acto correspondió a la entrega de las llaves de 198 nuevas viviendas en la barriada del General García Escámez, entre «vivas muestras de simpatía y afecto». Carrero Blanco se dirigió a los asistentes elogiando la «capacidad constructiva y de recuperación de España», subrayando que este acto suponía una muestra de la preocupación del Gobierno «por los problemas de oden social». 


El ambiente, magnífico


  • En la plaza de España, «la explanada del muelle presentaba un magnífico aspecto», describe pomposamente la crónica. Los edificios circundantes estaban engalanados con banderas nacionales y, en torno a la plaza, se apostaban, en perfecto orden, unidades de los cuerpos de la guarnición, además de una sección de marinería del minador Marte y otra sección de tropas del cuerpo de Aviación. También estaban presentes en el acto una representación de Falange Española, de la Sección Femenina, excombatientes, mutilados de guerra, Vieja Guardia y Frente de Juventudes, así como los alcaldes de todos los municipios de la Isla.


Bendición y misa


  • Tras bendecir el monumento, el vicario capitular de la Diócesis, Domingo Pérez Cáceres, dijo una misa de campaña, a la que, además de las autoridades civiles y militares, también asistieron familiares de los caídos.


Significado espiritual


  • Finalizada la misa tomó la palabra el capitán general, Francisco García-Escámez, quien precisó que gracias a la creación de una Junta se obtuvieron las aportaciones de todos los sectores de la población, que, unidas a las del Mando Económico, hicieron posible levantar el Monumento. «Espero que Tenerife jamás olvidará el valor y significado espiritual de esta obra y que la sabrá conservar con el cariño y respeto que merece».


Tenerife y la conquista


  • El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Cándido Luis García Sanjúan, señaló en su alocución que en aquel mismo lugar, «donde hace 450 años clavara el Adelantado Alonso Fernández de Lugo la Cruz de la Conquista, se alza ahora esta gran cruz de piedra, símbolo de la aportación de Tenerife a la conquista de España». A continuación, le impuso la Medalla de Oro de la ciudad a García-Escámez entre una salva de aplausos. 


Fe y voluntad


  • Cerraba el acto el discurso de Carrero Blanco: «Hay que mantener la más firme intransigencia ante toda intromisión extraña que atente a nuestra libertad de pueblo soberano», refiriéndose a la propaganda internacional contra España en la radio y en la prensa, con «campañas calumniosas» y «conjuras de la ONU». Y advertía: «Contra el peligro existente, fe y voluntad. Sed cristianos de verdad y españoles de verdad». 


Lápida en la calle del Sol


  • En la casa de la calle del Sol (hoy Doctor Allart), donde vivió el comandante Estanislao Gómez-Landero y Koch, «muerto gloriosamente en nuestra Guerra de Liberación, fue descubierta una lápida expresiva». Al acto asistieron las autoridades y el padre del militar agradeció el gesto por el homenaje a su hijo fallecido.


De visita por las Islas


  • Aquel domingo 19 de enero de 1947, a medianoche, el subsecretario de la Presidencia del Gobierno, Luis Carrero Blanco, embarcó en el minador Marte, iniciando de esta manera una serie de visitas a las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro. También embarcaron en el buque el capitán general de Canarias, Francico García-Escámez, y el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Emilio de Aspe, así como del ingeniero jefe de Obras Públicas, Manuel Belda, y el director de Puertos, Miguel Pintor.


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