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Barrio a barrio | La Divina Pastora

Las llagas de la Divina Pastora

La falta de limpieza en los jardines, la espera del asfaltado desde hace 35 años o la creación de parque para perros son las principales demandas vecinales de este núcleo

El vallado colocado para evitar caída en urbanización próxima.

A mitad de camino entre Cuesta de Piedra y Cruz del Señor se localiza la Divina Pastora, una urbanización formada por cinco bloques en el que residen ciento veinte familias que hacen su vida en el barrio del Perú. Las mas antiguas del lugar se instalaron hace tres décadas y media, en un viario entonces amplio y hasta con zonas verdes que requieren de mantenimiento para conservar la ansiada calidad de vida.

Más de 120 familias residen en la urbanización Divina Pastora que se construyó a finales de los años ochenta en el barrio del Perú, a mitad de camino desde la Cruz del Señor a la Cuesta de Piedra. Se trata de un núcleo que ha ganado seguridad ciudadana desde la inauguración de un gran supermercado donde estaba el antiguo Vitabana y que da gusto pasear por la zona por la amplitud de la calle Eladio Roca Salazar que la rodea, y los amplios jardines y remozado polideportivo del lugar, si no fuera por la falta de mantenimiento que reclaman sus residentes.

De la mano del presidente de las comunidades de vecinos, que fue el segundo de los propietarios que se estableció en la zona cuando se entregaron los pisos, la visita comienza precisamente en las zonas verdes que se encuentran cerca de las escalinatas que pasan junto al colegio de Villa Ascensión. Félix, el guía de la expedición, hace un preámbulo antes de iniciar la ruta para referirse a los dos árboles de gran porte que se encuentran frente por frente al centro escolar que desde hace ya tiempo motiva la preocupación de los vecinos porque «creemos que están enfermos». Uno parece levitar sobre el monturrio de tierra, mientras otro, el más próximo al colegio, es el que alimenta el temor de los residentes de que pueda caer por una ráfaga de viento o el mismo paso del tiempo y acabe sobre el centro o se pueda desplomar a la entrada y salida, en los momentos de mayor tránsito. Pero las advertencias a los responsables Salud-La Salle, su distrito de referencia, han caído en saco roto. «El concejal de zona nos prometió que iban a poner unos aros para que evitar que sigan subiendo por ahí las ratas, pero no han venido a hacer nada, y no me valen las palabras», se lamenta, para hacer referencia al anterior mandato, cuando era responsable del distrito la popular Yolanda Moliné.

Y no son las únicas demandas que se les transmitieron, según asegura el portavoz de los vecinos, que incluso quiso dejar pasar tiempo desde que el concejal de zona, Carlos Tarife, acudió a una visita de barrio con su equipo, algo que luego ocurrió con la exalcaldesa y portavoz del PSOE en Santa Cruz, Patricia Hernández. «Pero aquí no han hecho nada». Lo único, que han colocado las luces de Navidad, aunque esperan que las enciendan antes del día 24 o 25.

Brotes de olvido en los jardines

Tras ese preámbulo, Félix se refiere al mantenimiento desigual de los jardines. Y es que, de forma curiosa, el olvido de la zona verde va de menos a más según se avanza por la acera desde las escaleras del colegio hasta la otra esquina más próxima a Las Indias, donde casi ya hay más maleza que vegetación controlada. A mitad de camino todavía hoy aparece abandonada la carcaza de una playstation, que destaca entre latas que se amontonan en la basura.

Desde la acera de la calle Eladio Roca Salazar, el portavoz de los vecinos de la urbanización Divina Pastora reconoce la mejora que se está haciendo del polideportivo del barrio del Perú, que en los últimos cinco días ha procedido a la mejora a pintar el pavimento del equipamientos, que se ha visto ralentizado por los pasados días de lluvias, como el chipichipi que cayó durante la visita. El temor de Félix es que, con lo que le costó para convencer en el pasado para que le marcaran un campo de tenis –para atender las demandas que le transmitieron unos quince residentes amantes de dicho deporte– ahora tenga que pasar la larga tramitación administrativa porque la pintura azul ha dejado en el olvido la antigua configuración del terreno.

Las llagas de la Divina Pastora

En el recorrido por el perímetro de los jardines que separan el polideportivo de la calle Eladio Roca Salazar, el presidente de las comunidades de vecinos admite la falta de urbanidad de los propietarios que sacan a sus perros y no recogen el marrón, por lo que también plantea una posible solución. Aprovechan en la lateral del jardín, en la zona más cercana a Las Indias, habilitar ahí un parque para canes, precisamente en una zona que, como queda más alejada de la acera principal, está tomada por el olvido como se evidencia en la tránsito entre la trasera del equipamiento deportivo y la urbanización donde años atrás se colocaron unas vayas de dos metros metálicas para evitar el riesgo de que tanto niños como mayores se pudieran caer al patio interior de las zonas comunes, ante el posible desplome también del talud, sobre el que se colocó de aquella forma una malla. «Y de eso ya han pasado al menos cinco años», apostilla el vecino.

La valla del precipicio

Al final, ayuntamiento y propietarios no se pusieron de acuerdo sobre la titularidad de la zona afectado y duerme el sueño de los justos la zona, mientras continúa la valla que acota el espacio.

Al llegar por el paso peatonal a las proximidades del colegio de Villa Ascensión, Félix también hace un alto para referirse a dos palmeras de más de doce metros que precisa cuidado. Eso, sin obviar el deteriorado estado de los escalones, huérfanos de una barandilla, por lo que transitan cientos de familias a diario, junto a un jardín que es el monumento al olvido, que desconoce la existencia de un responsable de mantenimiento.

Antes de llegar a la esquina del parque con la calle Eladio Roca Salazar, Félix muestra una plaza solariega, huérfana, sin vida... un espacio que parece fue ideado a la medida de unos módulos infantiles –por la amplitud, la limpieza y la cercanía al colegio–, pero que aunque la idea también ha sido aportada por los vecinos –o tal vez porque partió de ellos–, su uso está por definir hace décadas.

De la zona del polideportivo a la parte alta del barrio, donde desde hace un año y medio permanece un coche desguazado que sirve de refugio para drogadictos. «Lo hemos denunciado, ha venido la Policía varias veces, incluso le han colocado una pegatina que lo declara residuo, porque no tiene ni matrículas pero... tampoco lo retiran». En la esquina de la parte alta de la Divina Pastora se encuentra la plaza del Corpus Christi, donde también los residentes plantean se utilice parte de los jardines como parque para perros, una invitación a los menos cívicos a dejar en las aceras el rastro de su paso.

De regreso al punto de partida, a la calle Eladio Roca Salazar, una vía tan amplia y con aparcamientos que el ayuntamiento entendió que podía suprimir media docena de ellos y ubicar en su lugar los contenedores de basura. Eso sí, la comunidad de vecinos tiene que pagar un vado para que no le estacionen a la salida del edificio con sus coches, pero Félix advierte que la norma no le afecta al contenedor que invade la entrada.

«Llevamos 35 años y no han asfaltado la calle», se lamentan los usuarios, que confían que no tengan que esperar otros tantos por la mejora de la vía» de un barrio que, de estar mimado, sería la envía de la milla de oro de Santa Cruz.

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