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Hartos de vivir en una ratonera

Vecinos de Barrio Nuevo reclaman mejoras que garanticen su movilidad, pues se sienten atrapados entre escalones

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Barrio Nuevo, donde mueren las aceras en Santa Cruz María Pisaca

El asfaltado y la canalización del agua realizadas en la segunda parte del siglo XX fueron las últimas grandes obras que se ejecutaron. Los residentes recuerdan que el acceso se limita a las escaleras y alertan de que las aceras ‘mueren’ en la carretera y obligan al peatón a invadir la calzada.

Barrio Nuevo es una tarta de varios colores. Es la reflexión con la que Jacobo Simancas, uno de los residentes en este núcleo de Centro-Ifara, define al núcleo que se concluyó en la Finca del Gato, según le contaron al propio Jacobo, una referencia que obedece a los bigotes del propietario del terreno. Tres zonas se localizan en el lugar que se expande por la ladera: el propio núcleo de Barrio Nuevo, La Llavita –donde en el pasado estuvo el chorro del agua a donde todos los vecinos acudían– y presidiendo la montaña, Cueva Roja, rematada con una exquisita plaza que sirve de mirador que marca el contraste con el resto del lugar.

Durante el recorrido por la zona, Jacobo Simancas traslada el sentimiento que embarga a los residentes, que se sienten atrapados entre las escaleras que permiten el acceso a las viviendas autoconstruidas en la primera parte del siglo pasado. «Esto son ratoneras, no hay ni bocas de incendio. ¿Qué pasaría si tienen que venir los bomberos?», explica este vecino mientras señala una de las escaleras que dar acceso a la parte alta de Barrio Nuevo. El cartel no deja lugar a dudas: Calle Los Cien Escalones. «Literal», apostilla el propio Jacobo Simancas, que se dirige al otro lado del enclave para mostrar las otras escaleras. «Es necesario que veas estas dos zonas para que entiendas por qué los vecinos están indignados con las aceras que acotan el paso de los vehículos», y es que antes de llegar a La Llavita, las aceras desaparecen y mueren en un pequeño muro que limita el tráfico rodado. «¿Entiendes ahora?», pregunta Jacobo. «Esto es un peligro. Primero porque el único acceso son las escaleras y después porque quienes cogen sus carritos para salir a hacer la compra o las personas que tienen movilidad reducir y deben usar sillas de rueda acaban tirados en medio de la calle porque no hay más aceras. Se acabaron».

Jacobo dice hacer suyo el sentir de los residentes, que ven cómo el barrio envejece sin un mantenimiento municipal. Y pone otro ejemplo. En el punto de encuentro de la calle Verode con la del Drago se empozaba el agua cada vez que llovía. Para resolver la situación se hizo un aliviadero y ya no se anega la zona gracias a tubo que ahora vierte el agua a la escalera que da acceso a la parte baja de este rincón de Barrio Nuevo, en el colmo del despropósito, cuenta Simancas. «Piensa que por ahí sube gente... además de que esté lloviendo, le tiras encima toda el agua de la carretera», se lamenta.

Jacobo reclama mejoras para garantizar la calidad de vida a los casi mil vecinos que viven en esta zona y lleva al visitante hasta el viradero al que se accede al final de una angosta carretera. De nuevo, las consecuencias de la autoconstrucción, que llevaron a los residentes a estirar al límite sus propiedades y a olvidarse de dejar espacio para una carretera al menos en doble dirección.

En el viradero de la parte alta de Barrio Nuevo Simancas explica que se colocaron unas vallas porque se cayó un niño hace ya años. Los vecinos reclaman una cancha o una zona de juegos, y reitera la demanda de los vecinos que plantean crear esa zona de esparcimiento frente a la sede de la asociación de vecinos. Jacobo Simancas también reitera la necesidad de mejorar el paso de la guagua. Su propuesta, en vez de la parada que está frente a la plaza de La Llavita, plantea la adquisición de unos terrenos frente a la urbanización La Acacias, por donde se podría mejorar realizar un circuito que permita mejorar el servicio público en la zona, tanto a Barrio Nuevo como para el resto de usuarios del entorno.

Jacobo Simancas insiste en solicitar mejoras que garanticen la calidad de vida de los vecinos y, sobre todo, que eviten que los mayores se queden enclaustrados en sus viviendas porque con el paso de los años ya carecen de movilidad. «Por no haber, es que falta hasta una zona verde», reclama a los responsables municipales.

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