Barrio a barrio | 174 Viviendas del Puente de Taco
Las sombras del Arco Iris
El próximo mes se cumplen 25 años de los traslados de los vecinos de San Pío a las 174 viviendas del Puente de Taco; era la segunda mudanza desde su salida de Los Llanos

Adán y Alejandro, donde estuvo el parque infantil que se quitó al caer plaquetas. Abajo, en el solar donde piden un paso. Tras la visita del alcalde hubo zafarrancho de limpieza. / Delia Padrón

Junto al Puente de Taco ya vive la segunda y hasta la tercera generación de quienes moraron en Los Llanos, el antiguo Santa Cruz. Ahí coexiste la asociación de vecinos y un colectivo cultural que lleva la voz cantante para dinamizar la zona. «Estamos cansados de que haya que denunciar o que tenga que venir el alcalde para que nos limpien». Demandan mayor cuidado en el mantenimiento de la urbanización.
El alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez, visitó el pasado jueves las 174 viviendas del Puente de Taco, también conocidas como Arco Iris, adoptando la denominación de una de las dos calles que acotan los trece bloques que se encuentran en su interior. Junto a la concejala de distrito Ofra-Costa Sur, Gladis de León, los responsables políticos fueron a presentar la instalación de una calistenia, una de las últimas mejoras desde que Viviendas Municipales, con Juan José Martínez, intervino para adecentar la zona y hasta evitar que las viviendas no se quedaran sin servicios comunes por el impago de los gastos de comunidad, lo que incluso dejó a varios vecinos sin ascensor.
Restituida esa normalidad y con mejoras realizadas en las zonas comunes de los bloques, los vecinos consideran insuficiente el mantenimiento que se realiza desde los servicios de limpieza o el área de Parque y Jardines. De otra forma, está muy bien colocar una zona de calistenia, pero en su opinión el problema está en lo que no ve la suegra.
Pedro y Adán son los dirigentes de la asociación cultural de nueva creación en el barrio que impulsa una programación para dinamizar la zona y hacen suya denuncias como las que dirigió Alejandro al mismo alcalde de Santa Cruz por sus perfiles en redes sociales. Como no se dio por satisfecho, formalizó por escrito la propuesta.
En un recorrido entre los bloques, con la presencia también de otros residentes, los vecinos muestran las denuncias dirigidas al ayuntamiento para advertir de la presencia de ratas y ratones en los jardines que se localizan junto a los bajos de los pisos. «Hasta me han entrado por la ventana», afirma Alejandro, mientras Adán muestra los huecos que han realizado en los jardines junto a las paredes de los edificios y que ellos han tapado. «Lo que no podemos es estar denunciando continuamente o esperar a que venga el alcalde para que hagan algo», precisa Alejandro, precisamente el día después de la visita de Bermúdez y ante un zafarrancho de limpieza desplegado en la urbanización. también de taponar las entradas de los roedores. «Y eso no le corresponde a ellos».
Adán Armas, vicepresidente de la asociación cultural, recuerda que las 174 familias proceden de origen del barrio de Los Llanos, que luego se trasladaron a San Pío, para proceder a la mejora urbanística de la zona que se encuentra a la entrada de Santa Cruz por la zona de San Telmo; y más tarde acabaron en Arco Iris. «Allí, frente al chorro de agua, vivían mis padres», precisa. Luego se trasladaron a San Pío, donde residieron durante 54 años, hasta que se procedió al realojo en la urbanización Arco Iris, que el próximo mes de diciembre se cumplirán las bodas de plata de esa mudanza.

Las sombras del Arco Iris / Humberto Gonar
«Fíjate que todavía echo de menos aquellas viviendas», cuentan los mayores, mientras desde la asociación juvenil se reclama mejoras ya no tanto en el interior de la urbanización como en la zona.
«Aquí lo que hace falta es una desratización y que se intervenga en tres locales que, al parecer, son de titularidad municipal», añaden los anfitriones de la visita, en referencia al olvido en el que se encuentran los terrenos que se localizan a la altura de los números 12, 26 y 32, frente al acceso principal a la urbanización. «Las ratas son tan grandes que hasta los gatos le tienen miedo», afirma Alejandro que no sabe si reír o llorar por la situación de abandono de estas fincas. «También hemos pedido que habilite un paso en un terreno próximo al cruce, donde se puede construir unos escalones y un paso para personas con movilidad reducida, pero no han hecho nada».
En un momento de la visita, Alejandro señala unos contenedores y dice: «ahí ves saltando a las ratas entre basura», para aseguran que los enseres que se ven los dejó alguien abandonados desde hace unas dos semanas.
Otra prueba de la desidia que le imputan a los servicios municipales se refiere a las placas que aparecen en azul y donde se debería leer el nombre de las calles, o las vallas que en el pasado había en la parte de la calle de atrás para delimitar la zona de la autopista; unas están, otras ni existen. «Si te descuidas acabas con el coche en la vía», se lamentan, mientras aseguran que todavía hoy hay arreglos pendientes de ejecutar en algunas ventanas que resultaron afectadas por la riada del 31 de marzo de 2002. Pero para ellos eso no es ninguna sorpresa: «esta urbanización se construyó deprisa y corriendo y debajo están los 174 aparcamientos que supuestamente iban a ser para los vecinos y todavía hoy siguen cerrados, con puntales y material de obra, como cuando se cerraron, y ya han pasado casi 25 años porque nunca se abrieron», se lamentan.
Ese es uno de los motivos, a su juicio, de que los roedores campen a sus anchas por una urbanización que carece de la calidad de los vecinos del centro de Santa Cruz. «Es verdad que se paga poco por el piso y que algunos no pueden afrontarlo, pero... ¿qué pasa con quienes sí abonamos el alquiler y los gastos de comunidad?». Es la otra cara del Arco Iris.
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