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Y seis años después se asfaltó

Los vecinos del Pasaje Bécquer celebran la mejora de su calle y, en especial, que se hayan mantenido los mismos aparcamientos

El alcalde y la concejala de Ofra, con los vecinos del Pasaje Bécquer, recién rehabilitado. Delia Padrón

La concejala del distrito Ofra no pudo ocultar su doble satisfacción en la presentación de los trabajos realizados en una pequeña vía que se encuentra a mitad de camino entre Santa Clara y La Multa. Tras más de un lustro de demandas, ya es una realidad y, encima, sin reducir espacio a los coches.

«Nos quejamos por todo: antes, porque no se hacía la obra y, luego, porque se comenzó». Fue la reflexión que realizó una de las vecinas del Pasaje Bécquer, que se encuentra a mitad de camino entre los barrios de Santa Clara y La Multa, durante la visita que realizó en la tarde de ayer el alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, al primero de los tres altares de la ruta que le preparó la concejala de distrito, Gladis de León.

Antes de que llegara el regidor, ya la responsable de zona departía con los residentes con el orgullo de haber ejecutado la obra. Eso sí, ha sido necesario que transcurrieran más de seis años hasta que, por fin, se ha hecho realidad, recordaron los vecinos de la zona que están satisfechos. Pero no olvidan el calvario de demandas que han tenido que pasar.

Tampoco olvidó la concejala de Ofra-Costa Sur los quebraderos de cabeza y advertencias que, cuando se presentó la mejora de la vía, le plantearon los residentes, quienes rechazaban de forma tajante que en menos de un tramo de 50 metros se pudieran perder los estacionamientos en línea.

La principal demanda de los residentes en el Pasaje Bécquer se basaba en la repavimentación del firme, vencido por la raíces de los árboles y que esperaba por una capa de asfalto desde hacía décadas. Esta demanda la conocía la responsable del distrito, que fue directora antes de titular de Ofra, si bien en el último año se comprometió con los vecinos del lugar en su ejecución.

Tras el «sí, quiero» que dio Gladis de León a la obra, no faltaron las dudas que sembró un vecino del pasaje, y que acabó por contagiar al resto de las veinte familias que viven en la zona. Palnteó su temor a que pudieran perder plazas de aparcamientos, ya que, además de mejorarse el firme, también se ha procedido a ordenar los estacionamientos y establecer una zona a modo de viradero. Ahí uno de los residentes que fue implacable: la obra atiende una vieja demanda, pero es necesario que se garantice que no se tocará ni un estacionamiento. Lo más llamativo del vecino que actuó de Pepillo Grillo en defensa de que se mantengan todos los aparcamientos es que él, desde que se estableció en el barrio –hace décadas–, adquirió una plaza en un estacionamiento de la zona. «Yo no hablo por mi, sino por el resto de mis vecinos», admitió.

Y esa fue la tensión que presidió la evolución de los trabajos, «pero Nacho lo solucionó», dijo la concejala de distrito en complicidad con el responsable de la empresa que afrontó la ejecución de los trabajos. Con esa satisfacción, Gladis de León desveló los detalles al alcalde, cuando llegó al lugar y preguntó a la concejala de zona sobre qué labor se había desarrollado en la zona. Junto a la repavimentación, también se ha procedido a la mejora de los alcorques, además de cortar las raíces y proceder a la reposición parcial de una acerca.

Tal vez la poda de las raíces fue en exceso, visto la cantidad de hojas que caen. «Yo, como vecina del barrio, estoy contenta», dijo otra de las residentes en el Pasaje Bécquer en el diálogo que mantuvo con el alcalde de Santa Cruz, que en algunos casos pareció conocer a los lugareños de toda la vida, pues hasta acabó preguntando por la hija de una de ellos y hasta por los estudios que realiza.

En la visita también estuvo la presidenta de la Asociación de Vecinos Santa Clara, Chary González, quien recordó el tiempo transcurrido desde que se solicitó por primera vez la mejora del pasaje.

De Santa Clara, a Arco Iris

La concejala de distrito llevó de tour al alcalde por tres zonas de Ofra para las que fue preciso trasladarse en coche, como para mostrar la amplitud, o lo disperso, de los barrios del lugar.

Desde Santa Clara a las 174 viviendas del Puente de Taco, también conocida popularmente como urbanización Arco Iris, donde se procedió a la presentación de los módulos de calistenia, dando cumplimiento a una de las demandas de los vecinos. La empresa que procedió tanto a la instalación del caucho de protección como a la colocación de los tubos, regaló a los residentes en los bloques material complementario para la práctica del deporte, en agradecimiento a la colaboración que encontraron en el colectivo vecinal, que le permitió conectar la maquinaria a la luz y, también, le custodió material.

Mientras el hijo de Felipe, uno de los vecinos de la urbanización, hizo la bandera –figura resultante de cogerse a la tubos y poner el cuerpo suspendido en horizontal–, los pequeños jugueteaban entre la calistenia mientras una de las madres le insistía a los niños: «¿Qué quieren ustedes?», a lo que respondían: «un parque infantil, con columpios». «Aprovechen y díganselo a él. Miren quién está aquí», comentaba, pero los pequeños no acertaban a identificarlo.

El alcalde animó a los vecinos a «traer a los máquinas» de la calistenia para enseñar a los niños, mientras de nuevo Nauzet hacía la bandera que coronaba otra promesa cumplida de Gladis de León.

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