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BARRIO A BARRIO | San Andrés

Polideportivo Paco Bello

El Gobierno propondrá al pleno dar el nombre del fallecido cura, vinculado a San Andrés, a las instalaciones deportivas del pueblo

El sacerdote Francisco Pérez Bello, a quien todos conocía como Paco Bello E. D.

«¿Por qué no pedimos que San Andrés dedique una calle al único sacerdote que ha salido del pueblo?». Esta fue la propuesta que planteó Loli Gómez, una de las sobrinas del fallecido Paco Bello que desarrolló su labor pastoral en Gran Canaria, y que ha hecho suya la asociación de vecinos El Pescador.

El Gobierno municipal de la capital tinerfeña se ha comprometido con la Asociación de Vecinos El Pescador, en el pueblo de San Andrés, a iniciar el expediente de honores para dar el nombre de Francisco Pérez Bello (Tenerife, 1956-Gran Canaria, 2009), conocido popularmente como Paco Bello, al polideportivo que en la actualidad está en obras junto al centro cultural Ibaute y que se prevé que estén finalizadas en diciembre.

Loli Gómez, una de las sobrinas del cura Paco Bello, considera de justicia dar el nombre de su tío aunque sea a una calle del pueblo donde se crió, en reconocimiento al único cura que ha salido de San Andrés. Francisco era el más pequeño de ocho hermanos –tres varones y cinco mujeres–, hijo de un agricultor –natural de Los Realejos– y un ama de casa –nacida en La Orotava– que vino al mundo en Tejina, localidad de La Laguna, hasta que su familia se trasladó a la finca de La Quinta, que se localiza en la zona de El Regente –en la parte alta del barranco de El Cercado–. Paco tenía dos años cuando su padre comenzó a trabajar como medianero y aprendió sus primeras letras en la escuela de San Andrés, hasta que surgió su vocación religiosa.

Según el testimonio de Loli, a quien Paco le llevaba diez años, «él quiso estudiar para cura pero tenía que pagar si deseaba entrar en el Seminario Diocesano de La Laguna, por lo que se decantó por ir al de Las Palmas ya que allí no le ponían condiciones económicas». En Gran Canaria se estableció con 18 años, para realizar su carrera sacerdotal, que culminó con su ordenación para luego ser destinado al frente de diferentes templos de la diócesis de Canaria, hasta que falleció de forma repentina en 2009, cuando tenía 52 años de edad. En ese momento prestaba su labor pastoral en Telde, al frente de los templos de La Garita y Marpequeña.

«Paco se marchó a Gran Canaria, donde era muy querido, pero nunca perdió el contacto con San Andrés; aquí venía todas las vacaciones y se ponía siempre a disposición del párroco del pueblo –que por entonces era don Bernardo– para ayudar oficiando misas o administrando otros sacramentos».

Su sobrina Loli recuerda que su tío siempre estuvo vinculado a las actividades del pueblo, para precisar que su vocación como sacerdote surgió como monaguillo de don Onofre, en la época en la época que estaba al frente de la iglesia de San Andrés. «Mi abuela rezaba el rosario y él ayudaba a misa y también formó junto a los niños de su edad un coro», añade.

«No volverá a haber un cura como él», precisa Loli, que destaca la preocupación de su tío por los más pobres; «le daba lo mismo la condición de cada uno, el solo buscaba la igualdad», para lo que se comprometió en la lucha social por los colectivos más desfavorecidos. «Cuando iba con mi tío y lo presentaba como sacerdote el me corregía porque quería sentirse uno más; siempre iba con camiseta y pantalones vaqueros para mezclarse con todos», afirma Loli, que evita enjuiciar condicionantes políticos –como la defensa nacionalista o del colectivo LGTBI–. «Siempre defendió la igualdad».

Desde la Asociación de Vecinos El Pescador se reconoce la labor humanitaria desarrollada por Paco Bello, que acogió en su casa a los más desfavorecidos, a los que proporcionó ayuda material y apoyo anímico incluso en procesos de desahucios. En 2008, un año antes de su fallecimiento, acaparó titulares de prensa porque enarboló la bandera arcoíris coincidiendo con la celebración del Día del Orgullo Gay, convirtiéndose en uno de los primeros sacerdotes de España que mostraban abiertamente su respaldo a dicho movimiento.

Desde Las Palmas, también lideró una plataforma para promover que las diócesis de Canaria y de Tenerife no dependieran –como ocurre en la actualidad– del Arzobispado de Sevilla, sino que tuvieran un responsable a nivel autonómico, además también de reclamar que al frente de cada región religiosa estuviera un prelado nacido en el Archipiélago.

No pasó inadvertido el día que levantó la bandera de las siete estrellas verdes en el exterior de su parroquia, coincidiendo con la celebración de las fiestas locales, y que le costó una denuncia presentada por dos catequistas de su iglesia que le pudo haber costado que lo cambiaran al frente de la parroquia si no fue porque miles de vecinos le mostraron su apoyo en una recogida de firmas que se organizó en su defensa. No sólo siguió al frente del barrio de La Garita sino que se continuó ondeando la bandera nacionalista con el beneplácito masivo de la feligresía del lugar.

El fallecido Paco Bello cuenta hasta con una folía con la que le inmortalizó el grupo folclórico Paiba, reconocimiento que ahora El Pescador pide que sea más que una copla y dé nombre al polideportivo del pueblo y hasta planean que Matías Mata (Sabotaje al Montaje) pinte su rostro en las instalaciones de San Andrés.

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