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Barrio a barrio | San Andrés

Los vecinos piden aparcamientos antes de peatonalizar el frente de San Andrés

La mayoría de comerciantes y residentes celebran el cierre al tráfico de la calle del Dique

El próximo año está previsto que comiencen las obras de peatonalización en la calle El Dique. María Pisaca

La mayoría de los vecinos y comerciantes de San Andrés celebra la peatonalización de la calle del Dique, la vía más comercial que, por debajo de la rasante de la avenida marítima, permite el acceso a la primera línea de playa, con bares y edificios que acotan el casco del pueblo marinero. El proyecto fue presentado hace diez días por el equipo de gobierno, con el alcalde José Manuel Bermúdez al frente, y supone una de las tres actuaciones singulares para los próximos años, junto a la mejora y embellecimiento del viejo Castillo de San Andrés y su entorno, así como el traslado de los barcos desde la zona de Las Teresitas al otro lado de la playa, cerca del Cabezo.

Tertulia en el bar Monterrey.

En este establecimiento, uno de los más próximos al antiguo castillo, su propietario desde hace 20 años, Fernando Hernández, celebra la peatonalización pero la condiciona a que hagan los aparcamientos donde el mamotreto. «Aquí viene mucha gente a comer y como ve que no hay estacionamiento, siguen de largo; por eso es necesario que se habiliten primero las plazas para los vehículos, se señales bien y luego se afronte la mejora de esta zona como han anunciado», explica con la experiencia de quien comenzó a regentar este establecimiento con su padre y continúa al frente. A diferencia de su compañera de trabajo María del Carmen Hernández, él vive en La Laguna, pero celebra que cuando llega al bar y se recoge para regresar no padece las colas.

María del Carmen sí reside en San Andrés, en la cercana calle de La Arena, que se localiza en la trasera de El Dique. A sus 35 años, lleva una década atendiendo al personal en el Bar Monterrey. «Todavía me acuerdo cuando se formaban las piscina por el oleaje».

Entre las mesas, Carlos Baute, de 72 años y jubilado después trabajar en la lonja de pescado –lo que le obligaba a madrugar para ir al muelle– recuerda los «rebozos» de los oleajes que, en especial, asegura, se registraban en el mes de septiembre. «Eran mareas grandes», pero todo eso acabó hace siete y ocho año, cuenta en tono distendido, cuando se realizó el dique de San Andrés. «Está bien que hagan la peatonalización, porque ya hay más coches que personas». Se incorpora a la conversación Sebastián Navarro, vecino de la calle de La Cruz, que condiciona la obra a que primero el ayuntamiento haya aparcamientos y se garanticen con seguridad, apostilla evidenciando cierta incredulidad con los proyectos.

«Ahí tienen la zona del mamotreto y el infobox, lo primero es que lo habiliten para los vehículos». «Eso ya se anunció una vez, hace años, en una reunión que se celebró en el cine y la gente lo rechazó», insiste, a la vez que muestra su reticencia con el traslado de los barcos de Las Teresitas a la zona del Cabezo, donde asegura que acude a bañarse todos los días. «Ahí hay mareas malas», advierte.

Sebastián, de 55 años, reconoce que tuvo que abandonar San Andrés porque no había una casa que se pudiera alquilar porque «todas se dedicaban a turismo vacacional», si bien ya regresó. «Como esto siga así, toda la población de 50 años para abajo se tendrá que marchar y el pueblo acabará por perder su identidad».

Cheo, el butanero.

Entre los personajes del San Andrés profundo, de toda la vida, Cheo, el butanero; es la tercera generación de su familia que mantiene este servicio a los vecinos del pueblo. «Como yo digo, mi abuelo lo inició, mi padre lo llevó a la cúspide y yo lo voy cogiendo en caída».

Dentro de esa cultura popular, Cheo mantiene la máxima: «El sol debería brillar para todos en este mundo», para recordar el proyecto que en el pasado un fotógrafo alemán presentó sobre el futuro de San Andrés, que planteaba la peatonalización como una antesala de la llegada del tranvía. «La espinita que tiene clavada el pueblo es la carencia de aparcamientos», precisa. Cheo, hijo de emigrantes venezolanos, regresó con 12 años y en la actualidad, con 61, es testigo del crecimiento de San Andrés. «Antes de peatonalizar, lo primero es resolver los estacionamientos, en vez de estar generando más problemas», a la vez que deja una pregunta en el aire. Si los estacionamientos se acondicionan en el infobox y en el mamotreto, «¿qué hace una mujer que viene con su hijo por la noche y tiene que recorrer todo ese tramo hasta llegar a su vivienda?», pues admite que la calle del Dique no cuenta con muchas entradas de garajes privados.

El Spar, un supermercado accesible.

De reciente apertura, en el mismo frente del pueblo se localiza el Supermercado Spar, donde sus responsables son partidarios de la peatonalización de la vía. «El desarrollo y el avance no se puede para», admite Juan, el supervisor, que destaca la importancia que supondrá para su comercio, porque garantizará la accesibilidad, además de generar un entorno «más amable» en los alrededores del establecimiento. A su lado, Almudena, la gerente, que destaca la importancia del proyecto porque permitirá reivindicar el espíritu marinero del pueblo. «La peatonalización parece inevitable en los tiempos que corren», además de embellecer el entorno, celebran ambos.

Optimismo en El Muellito.

Carmen Rodríguez regenta con su marido, Nino, otro de los altares de San Andrés desde hace diez años, y es rotunda a la hora de celebrar la peatonalización de la calle El Dique, desde su condición de vecina y comerciante del pueblo. «Me genial y es un bien para todos. Deben aprovechar para habilitar a la par, mientras hacen esta obra, los aparcamientos en el infobox porque si el cliente no tiene donde aparcar seguirá de largo».

Carmen admite que tuvo conocimiento de la reunión que celebró el alcalde, el equipo de gobierno y los técnicos el viernes de la semana pasada, pero le fue imposible acudir por los turnos. No obstante, «aquí, por el boca a boca, todo se sabe: dicen que la acera llegará desde la fachada al otro lado y permitirá el paso de los vehículos de emergencias y otra parte se dedica a terrazas de los negocios, además de tener una reserva para que los camiones puedan hacer el carga y descarga; eso, más jardines y mejora de la luz», cuenta entusiasmada en que sea una realidad y no se demore en el tiempo.

En una de las mesas del bar, Cataysa Rodríguez, también vecina y profesional de la hostelería del pueblo, explica mientras disfruta de su desayuno. «Hay que comer y todos nos tenemos que ayudar; este proyecto es una ventaja para todos», cuenta, mientras pide, aunque no está en el ámbito de la obra, unas escaleras en el acceso para la playa que frecuenta cerca de la cofradía de pescadores. «A mi no me molesta que trasladen lo barcos ahí; son los que menos ensucian y la nueva ubicación daría una vista agradable y consolidaría nuestra identidad», cuenta.

Mi Perrito.

Erick puso en marcha en febrero de 2020 un establecimiento que vende desde perritos calientes a salchichas de a metro, con una amplia variedad den la carta. Un mes después de abrir llegó la pandemia y se decidió traspasarlo incluyendo una opción de acceder a un puesto de trabajo, como así ocurre desde hace ya casi dos años. Se trata de una franquicia que tienen cinco establecimientos de estas características repartidos por la isla y solo en San Andrés da trabajo a ocho empleado. «Nosotros llevamos comida a domicilio y para llevar», cuenta Erick, que se queda ajeno a si la peatonalización permite la instalación de una terraza. Vecino también de San Andrés, alternando entre la calle de La Cruz y la zona de los institutos, se contenta conque le quiten los contenedores que tiene cerca de la puerta.

Piedra de toque en el bar La Marina.

María del Carmen González regenta desde hace 18 años este establecimiento que se localiza en la calle del Dique, y es una de loas voces más críticas con el proyecto de peatonalización. «Si no hay aparcamientos, ¿cómo van a hacer esa obra? ¿Le vas a pedir al cliente que venga caminando 200 metros para tomarse un cortado? Aunque el mío sea el mejor porque lo hago con leche evaporada, no van a venir. Además, hay que conciliar también el derecho al descanso de los vecinos de esta vía, de la misma forma que le asiste al comerciante el derecho a trabajar. ¿No le parece suficiente con que la gente pueda pasear por la avenida y por la muralla sino que quieren peatonalizar esta calle?».

Y abre otra espita. «Ahora que ya no hay botellones en Las Teresitas, ¿los quieren trasladar a esta zona?», para precisar que ella vive en la ladera del pueblo y, de forma egoísta, «a mi no me afecta». «La mayoría de la gente que se mostrará a favor será jubilados y gente sin coche», añade. La dueña de La Marina también plantea que «San Andrés no es La Laguna; no hay tanto monumento que visitar. Además, ya con las terrazas que hemos colocado los bares le hemos quitado aparcamientos a los vecinos. No se trata de sobresalir nosotros, los comerciantes, y hundir el pueblo».

El «sí» de Titi Burguer.

Isabel primero regentó una tasca en San Andrés y más reciente el Titi Burguer; en total 18 años. Es categórica al apoyar la peatonalización. «Lo deben hacer ya», admitiendo que el dinero que van a perder durante el tiempo de los trabajo «ya se recuperará más tarde».

Centro de belleza Ossinissa.

Cerca de la calle del Dique tiene su establecimiento Daniela desde 2016. Reclama aparcamientos, a la vez que dice que «no podemos luchar contra el progreso». Esta mejora impulsará al pueblo. «Hará bien». «Estoy a favor de que se hagan cosas porque San Andrés está abandonado, además creo que esto generará más empleo».

La farmacia, en guardia.

La titular de la botica de San Andrés está a la espera de conocer los detalles de la peatonalización de la vía, «porque nadie nos ha dicho nada», tras hacer constar que la falta de estacionamientos es un problema, máxime cuando «muchos vecinos lo que quieren es aparcar en la misma puerta de la casa», añade una clienta que medió en la conversación.

Bar Los Churritos.

Otro de los establecimientos señeros de San Andrés, junto a la entrada de la calle del Dique, Antonio, copropietario de un comercio que lleva en servicio más de 50 años –comenzó en una caseta, junto al antiguo surtidor–, considera fundamental que se habiliten estacionamientos en el infobox y el mamotreto y teme que pueda pasar en esta zona como ocurrió en la rambla de Santa Cruz con el paso del tranvía. «Es una buena idea, pero es que no hay aparcamientos. Lo ideal es que fuera una mejora para todos, y nosotros, los que nos quedamos más alejados del infobox, podemos perder clientes». «Estamos de acuerdo si es una mejora para todos. Está claro que será mejor para pasear y mejorará la vista, pero se resentirá el comercio; apuesto por la sostenibilidad», añade Antonio.

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