Unas sesenta personas trabajan en el mantenimiento de las redes de abastecimiento que abarca desde los 38 depósitos hasta que abre el grifo de su casa. El principal enemigo, las fugas. Emmasa trata la red como quien interviene en un cuerpo humano; en este caso de casi 210.000 vecinos.

La capital tinerfeña cuenta con 900 kilómetros en tuberías que integran la red de abastecimiento, el equivalente a dar tres veces la vuelta a Tenerife. Antes de que usted abra el grifo y salga agua, el ciclo ha comenzado en uno de los treinta y ocho depósitos con los que cuenta Santa Cruz. Mientras que administrativamente la capital está dividida en cinco distritos –Anaga, Suroeste, Ofra, Salud y Zona Centro–, desde Servicios Públicas existe una división funcional, dependiendo de la cobertura que se presta al vecino. Así, hay diez depósitos para cubrir la demanda del Suroeste, seis para atender a los residente de Anaga y veintidós que atienden los sectores hidráulicos de la denominada Zona Centro, que para la red de abastecimiento incluye el propio distrito centro, así como Ofra y La Salud.

Desde los depósitos a las viviendas, Emmasa cuenta con venas y arterias. Las primeras se denominan red principal, y es la cañería que une el depósito hasta la mediana de su calle; y la artería, la red terciaria que enlaza desde el centro de la calle hasta la fachada de su edificio, donde está el enganche de su acometida de agua. Todo ese tejido ahora imagínelo en un cuerpo de ocupa 150 kilómetros cuadrados, superficie total de la ciudad. Clave fundamental es que la red de distribución está compuesta por materiales con una alta durabilidad. De ahí que la compañía asegura que «el estado de la red es bueno».

Desde Emmasa, Francisco López, ingeniero químico y uno de los responsables del área específica de canalizaciones, explica que la compañía se mueve en Santa Cruz con plano en mano que están informatizados a través del Sistema de Información Georreferencial (GIS), que permite el control de la red de abastecimiento. De ahí la necesidad de tener Santa Cruz sectorizada en función de los 38 sectores hidráulicos, y cada uno cuenta con su servicio propio de telecontrol para localizar y acotar las posibles incidencias.

El rendimiento de la red

El rendimiento de la red de aguas de Santa Cruz es de un 96 por ciento. ¿Qué quiere decir eso? Según explica Francisco López, existe un 6 por ciento de fugas, el verdadero enemigo de la compañía, por lo que no se dan tregua las 24 horas de los 365 días en localizar las incidencias.

¿Cómo se identifica la fuga de agua? Francisco López destaca el sonido peculiar que denuncia la existencia de la pérdida de agua, después de que el caudalímetro y las sondas permitan acotar la zona para estudiar si existen incidencias en las válvulas, que puede ceder a consecuencia de la presión. Por ello, es preciso dividir el gran cuerpo humano de Santa Cruz en pequeñas zonas para estudiar al detalle la presión y el caudal desde los equipos de comunicación que se activan cuando se detectan las incidencias.

Tomando en consideración grandes consumidores, como pueden ser la Autoridad Portuaria o empresas, una vez se localiza un consumo inusual se activa a los técnicos para localizar dónde está la fuga en la red. Otra palabreja clave en el protocolo de identificación de la fuga: los geófonos, que localiza la señal que se percibe en los cascos cuando se realiza la búsqueda de la fuga.

Estas inspecciones siempre deben desarrollarse en horario nocturno, para evitar los ruidos de una ciudad viva, desde el taconeo al barullo de una cafetería.

Emmasa cuenta con unas sesenta personas entre operarios, técnicos y encargados, más una flota de 48 vehículos, que se encargan del mantenimiento de las redes con diversas herramientas específicas, algunas de ellas adaptadas ya a la nueva tecnología. Los equipos localizadores, que desarrollan su actividad de noche, los componen cinco personas por turno.

Francisco López hace un alto para explicar la cobertura que se presta desde el área de redes –encargadas del mantenimiento, saneamiento y la gestión técnica de las acometidas– y el área de producción, que atiende la desaladora y los depósitos. Al margen, Emmasa cuenta con dos almacenes para atender las incidencias que debe afrontar en cualquier momento del día, sea domingo o de noche.

Desde el conocimiento de quien lleva más de 14 años a pie de calle y entre tuberías, Francisco López precisa que Santa Cruz registra un consumo diario de 35.000 metros cúbicos y sortea unas cinco o seis incidencias, al margen del estudio que realiza el equipo que se dedica de forma expresa a su localización.

Por zonas, de la tranquilidad que se respira en Anaga al Suroeste, la más ajetreada, si bien el mayor consumo está domiciliado en la Zona Centro de Santa Cruz, donde el 90% de la demanda se cubre con la desaladora y el resto con el aporte de pozos y galerías, frente a lo que ocurre en Anaga, que se nutre al 100% de galerías, y el Suroeste, que se nutre del Canal de Araya.

Emmasa trabaja ahora en la digitalización y el uso del Big Data; o sea, estudia la capacidad de recibir, calcular y analizar cientos de datos en tiempo real de una manera automatizada. Su análisis permite observar patrones y tendencias que se repiten en los diferentes sectores y que son relevantes, desde el punto de vista estratégico, para la toma de decisiones.

Los cirujanos de la red

La ruta sostenible de la capital

El concejal de Servicios Públicos, el popular Guillermo Díaz Guerra, explica que «nuestra pretensión es ir paulatinamente reduciendo la dependencia del agua fósil o agua subterránea, procedente en su mayoría de galerías, e irla sustituyendo por agua de desaladoras, porque lo consideramos ecológicamente más sostenible».

Por este motivo, «se está incrementando poco a poco el agua de desaladora, que se va incorporando al municipio; en la actualidad solo se alcanzan algunos depósitos de Zona Centro, aunque la intención es llevarlo hasta el Suroeste de manera que, por gravedad, se pueda distribuir a toda la capital», añade el concejal de Servicios Públicos.

«No solo queremos introducir agua de desalación manteniendo de esta manera una tasa de reposición de forma natural de los acuíferos, sino que queremos ir mejorando la calidad. El agua de Santa Cruz cumple el decreto del 140/2003, que establece la calidad del agua de consumo humano, pero queremos optimizar y no irnos a los extremos del cumplimiento, sino a la zona media de los parámetros, de manera que el agua sea homogénea en todos los parámetros del municipio y tenga una calidad óptima», añade Guillermo Díaz Guerra.

Para el edil popular, «estas modificaciones pueden llevar a ocasionar molestias, porque las tuberías durante muchos años han recibido aguas muy cargadas de sales y ahora, al modificar la composición, pueden aparecer episodios temporales de turbidez o de color». No obstante, «como toda estrategia, están las inversiones que se están haciendo a largo plazo no solo en la ampliación de la desaladora, sino en los nuevos sistemas de reminarización ya que queremos que, a corto plazo, se modifique el sistema en toda la red de abastecimiento». Eso, junto a los sistemas de cloración y desinfección y en las medidas telemáticas de la calidad, precisa el concejal popular.

En paralelo, para completar el ciclo del agua, «queremos mejorar las infraestructuras y las instalaciones de saneamiento», lo que justifica los trabajos que se desarrollan de forma intensa en Igueste de San Andrés para evitar un vertido que existía, sin tratar, y transformarlo en un alivio de aguas tratadas; o desde el Ministerio de Medio Ambiente, donde también se está trabajando en la depuradora de Santa Cruz y en la estación de bombeo de Cabo-Llanos. Por eso «estamos ya con la redacción de los proyectos del ciclo integral del agua, que conllevará un tratamiento a la medida para Añaza –con un centro de gran producción de aguas residuales por volumen de población– y, por supuesto, para el núcleo aislado de población que se localiza en Tachero, en Taganana; ahora mismo hay un pozo absorbente y necesita una planta de tratamiento». Son proyectos a medio o largo plazo que precisan de financiación externa y que, desde luego, están en nuestra hoja de ruta, en un escenario que espero que no vaya más allá de cinco años, cuando confío que Santa Cruz tenga toda el agua procedente de desaladora, con agua de calidad y homogénea, y haber logrado el objetivo de haber eliminado los vertidos de agua sin tratar en el litoral del municipio».