El arquitecto Carlos Pallés no oculta su sorpresa porque el Ministerio de Hacienda haya convocado la subasta del Semáforo de Igueste San Andrés por 22.260 euros, máxime porque desde las administraciones canarias se estaba trabajando en diferentes alternativas para llevar a cabo la rehabilitación de unas instalaciones que, tal y como acreditó en el informe que elaboró en el año 2019, presentan un estado lamentable.

Pallés recuerda que desde entonces se trabajó en una comisión interadministrativa formada por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, el Cabildo Insular y la Dirección General de Patrimonio Artístico del Gobierno canario que le solicitó un informe sobre el estado del inmueble. La conclusión fue contundente: la Atalaya de Igueste está en la ruina. «No solo figura en el listado rojo de Patrimonio Nacional, sino que el mástil permanece caído desde la tormenta Delta, las cubiertas tienen riesgo de colapsar y algunas ya han caído con el añadido de la presencia de ocupas, lo que supone un peligro para su integridad al margen del deterioro de la conservación de ese patrimonio».

Con ese diagnóstico, las tres administraciones canarias le encomendaron a Carlos Pallés la elaboración de un proyecto que permitiera definir el uso y gestión del Semáforo de Igueste San Andrés. Ya desde ese momento el arquitecto les advirtió de la necesidad de que se garantizaran la titularidad pública de las instalaciones objeto de la intervención.

«La subasta del Semáforo no es una inversión rentable», sentencia Carlos Pallés, quien hace énfasis en que el Ministerio de Hacienda convocara la subasta días antes de agosto, sin tiempo material para que las administraciones puedan preparar sus correspondientes expedientes y participar con su oferta, lo que permitiría que la titularidad pudiera pasar a manos de un privado que ganara la subasta. Pero Pallés es categórico: «el Semáforo de Igueste San Andrés no es una inversión rentable porque carece de un acceso rodado, está dentro del Parque Rural de Anaga y cualquier actuación está supeditada a sus permisos, con el alto grado de protección que caracteriza la gestión. Tampoco el enclave cuenta con agua potable ni con electricidad, ni saneamiento... ¿Cómo se van a sacar los residuos?», se pregunta.

Las alternativas

Carlos Pallés recuerda que cuando admitió el encargo que le hizo la Dirección General de Patrimonio Histórico del Gobierno Canario en 2020 estudió los «semáforos hermanos» para ver el desarrollo que han tenido con el paso de los años; «alguno incluso se transformó en un hotel, también en Francia localicé dos que mantienen la estructura original».

«En el caso de Igueste San Andrés se llegó a plantear habilitar la Atalaya como un albergue, pero tiene el peligro de colapsar. Por eso, en el proyecto de uso y gestión que elaboré y entregué a la Dirección General en época de Miguel Ángel Clavijo se plantea mantener las estructuras y suprimir las cubiertas, ya muy deterioradas. La alternativa más viable es consolidar la silueta del Semáforo de Igueste San Andrés, sin cubierta, y garantizar un uso de observación meteorológica, y también dando cobertura a la navegación en la zona de Antequera, en vez de que se tenga que acudir a la alternativa de la radio costera de Las Palmas; incluso colocar una boya que permita conocer el estado de la mar a los amantes de la práctica de deportes como el surf». También defendía en su proyecto la visión nocturna del Semáforo, con la instalación de un haz de luz para acontecimientos singulares, completando la cobertura con un centro de interpretación que estaría en el pueblo de Igueste San Andrés. Sin necesidad de subir a la Atalaya, se conectaría y se obtendría la información a través de la telefonía móvil.

Son algunos de los usos que defiende Carlos Pallés para este Semáforo de Igueste que llegó a coexistir en un corto período en la misma zona con otros tres: la Atalaya Vieja, que dependía del Cabildo de Tenerife; la casa del atalayero, propiedad del cuerpo de ingenieros dependiente del Ejército de Tierra, y el Semáforo que era propiedad privada de la compañía Hamilton para controlar su flota.

Pallés es defensor de que el Semáforo sea de titularidad pública, «pero la convocatoria de esta subasta ha cogido en fuera de juego a todas las administraciones, y ahora lo puede adquirir cualquiera». «Tampoco entiendo que se quiera hacer caja con algo que ya está pagado por fondos públicos en vez de dedicarse a mantenerlo, que es lo que correspondía», precisa el arquitecto.

«La opción de la subasta es mala para todos: también para un posible inversor privado que pueda optar a quedarse con la titularidad sin saber las limitaciones de lo que compra. El Semáforo está dentro de la delimitación marítimo-terrestre de Costas y tampoco no van a dejar hacer nada», advierte.

El arquitecto no entiende la convocatoria de la subasta porque, cuando parecía que las administraciones canarias avanzaban en un proyecto para rehabilitar el Semáforo, poniéndolo en valor para el pueblo de Igueste con un centro de interpretación, estos planes pueden sufrir un revés si acaba en manos privada.