Con los negocios cerrados por la festividad del 16 de julio, muchos vecinos se decantaron por disfrutar de la playa, aunque sin colas ni aglomeraciones en las entradas por San Andrés. De hecho, los negocios de Benijo aseguraron que el jueves fue más gente a almorzar que ayer, que se impuso el baño.

La capital tinerfeña conmemoró el día de la Virgen del Carmen como festivo local por primera vez en los últimos 90 años. En aquella oportunidad el Ayuntamiento de 1931 decidió dar el mismo protagonismo a la patrona de la mar que al Apóstol Santiago, la Santa Cruz o el Martes de Carnaval.

Nueve décadas, la Corporación decidió trasladar el Martes de Carnaval que la pandemia impidió celebrar el pasado febrero al 16 de julio; fue en octubre cuando se adoptó la decisión y entonces se confiaba en que la incidencia de la pandemia comenzara a remitir, pero se afronta ya la quinta ola. Se justificó el cambio para dar protagonismo a la vocación marinera de Santa Cruz, y hasta se trabajó en poder volver a rescatar, tras el paréntesis del año pasado, el festival de habaneras, que finalmente también se suspendió por la imposibilidad de celebrar los ensayos y antes de estar en Nivel 3.

Ayer por la mañana Dulce se lamentaba en la zona de La Salle de que no se celebrara la tradicional procesión marítimo-terrestre, por segundo año consecutivo. Mientras, las gemelas Berta y María Rodríguez cumplieron su previsión; con los libros de primero de Bachillerato ya en la estantería, aprovecharon el día para ir a la playa junto a otros compañeros, pero primero pasarían por La Laguna para realizar unas compras de ropa con el dinero con las que las premió su abuela por las buenas notas. Es lo que tenía el festivo local del Martes de Carnaval que se trasladó al 16 de julio, día de la Virgen del Carnaval: Santa Cruz cerrada y abierto el resto de municipios, lo que permitió que muchos chicharreros pudieran elegir entre ir a la playa o ir de compras a otras localidades de la Isla. Muchos aseguraron que ayer fue uno de los días con más chicharreros por metro cuadrado en las calles de Aguere.

Quienes optaron por la playa se encontraron el semáforo en rojo que advierte la ocupación de Las Teresitas y Las Gaviotas, desbordadas ayer en especial al mediodía, como anunciaba la señalética que se encuentran los conductores en la zona de Hacienda y en la Casa del Mar, entre otros puntos.

Valleseco, entre ayer y hoy

Ramón Hernández, un mayorista del sector textil que regenta su propio negocio desde 1982, acudió en compañía de su esposa a la playa de Valleseco, como hace cada fin de semana. Alongado en la barandilla de la playa, instruye al visitante: «Desde siempre venimos aquí, como la mayoría de los chicharreros y, aunque estoy trabajando ya a media jornada, aproveché que hoy se descansa. Toda Santa Cruz venía antes al Balneario, o a la playa de Los Pescaditos», explica, mientras muestra su satisfacción porque «allí ya están construyendo los prismas de la playa de Ligrasa, que dicen que estará lista en dos años». Ramón no oculta su desconsuelo por no darse un chapuzón, pero estos días la falta de movilidad en sus piernas le dificulta bajar y andar sobre los callados de la playa que se localiza junto a las antiguas naves carboneras. En un momento de la conversación entra el barco del Fred Olsen por la bocana del puerto, a su paso frente a Valleseco, provoca tres o cuatro olas, y retorna la calma. «Eso es porque corta la dirección de la marea», explica; «ocurre así cada vez que entra un barco por esta zona».

En Valleseco hay tres altares para disfrutar del mar: Ligrasa, en fase de conversión en la futura playa de los charcos; la zona de las naves carboneras –la playa de toda la vida, precisa Ramón–, y El Bloque, que es el muelle que cierra la concha de Valleseco, punto de encuentro del público más joven.

A pesar de que los semáforos que advierte de la ocupación de los aparcamientos de Las Gaviotas y Las Teresitas estaban en rojo, el tráfico por la autovía desde Valleseco a San Andrés evidenciaba que no habían colas, a pesar de que el momento de máxima ocupación en la principal playa de Santa Cruz se registró al mediodía de ayer –al igual que en Las Gaviotas– cuando se impidió el acceso en vehículo. Pero desde las primeras horas de la tarde, se podía disfrutar de estas zonas sin ningún tipo de aglomeraciones.

El muellito de San Andrés, a tope

En la entrada de San Andrés, el muellito que se localiza junto a la escollera era el mejor cartel viviente de que el pueblo disfruta de la playa, con un rincón desbordado de vecinos, en su mayoría familias, que disfrutaban de la marea baja entre las piedras.

Proporcionalmente, había más bañistas en el muellito que en la propia playa de Las Teresitas, donde no solo había plazas de aparcamiento libres –y eso a pesar de haber suprimido el estacionamiento en el carril más próximo a la zona de baño–, sino que en la arena se disfrutaba del festivo de la Virgen del Carmen de forma holgada bajo un sol de justicia. En amigable conversación, algunos repasaban las promesas incumplidas: «dijeron que iban a limitar una parte de la playa para los perros», mientras otro recordaba que «hace unos días dijeron que iban a habilitar una zona para deportes de playa al final de Las Teresitas... pero acabará el verano sin avances», en referencia al reciente anuncio realizado por la concejala Alicia Cebrián.

El puente se estremece

Desde la playa de Las Teresitas, a las profundidades de Anaga, pasando por el puente militar que permite garantizar el acceso al Macizo desde Santa Cruz. Muchos aprovecharon para pasar la prueba del algodón. «¡Mi madre cómo se estremecen las maderas al paso de cada coche! Y siguen los ruidos», dijeron algunos de los automovilistas.

Rumbo a Taganana, al pasar el túnel... es otra cosa, como reiteran los oriundos del lugar, que todavía hoy se lamentan del día que perdieron su ayuntamiento.

Tras superar Taganana, nos adentramos al Roque de las Bodegas, tapizado en el margen derecho de la carretera por vehículos estacionados, a cientos de metros antes de llegar a la playa, donde hay más bañistas que surfistas. La única plaza libre para aparcar, la zona reservada para discapacitados; de resto, los coches están ‘empotrados’ entre los contenedores o sobre la zona reservada a la carga de turismo eléctricos. Son las tres de la tarde y Casa África es un hervidero de gente que acude a disfrutar del pulpo frito que un día inventó África –que no para de entrar y salir para supervisar que todo esté a punto– y que se ha convertido en el plato típico de Roque Negro, Almáciga y Benijo.

La excursión prosigue rumbo a Benijo, pero antes, el visitante, al superar el Risco Blanco se adentra en el particular paisaje lunar en el que el Cabildo convirtió la zona tras el saneamiento del talud de Almáciga, después de la piedra que cayó y provocó dos heridos. Hoy todo eso es historia y el paso por la vía está garantizado.

Sigue la visita. Del paisaje lunar a... California está en Almáciga, en un juego de palabra con el modelo de determinada marca de vehículos habilitada como caravanas que parecen balcones colgantes desde la orilla de la carretera próxima al mar, que solo respeta la carpa y la ambulancia de Cruz Roja. Eso sí, dos policías aperciben a los campistas que están mal aparcamientos y multan los coches huérfanos de dueños y mal estacionados.

En Benijo, los restaurantes hacen su agosto –en julio–. «Vinieron temprano y dejaron los coches y se fueron a la playa», cuenta Jesús Marrero, de Venta Marrero, que precisa: «el jueves vino más gente a comer que hoy (viernes); que se decantaron por la playa; comenzaron a venir después de las tres de la tarde». Marrero alterna desde los camarones que le trajo Alexis y que «están fresquitos» con la manifestación del 24 de julio contra el ayuntamiento. «Yo no voy a ir; le dije que era mejor movilizarse en la calle que pasa delante del ayuntamiento que en San Andrés; aquí no se van a enterar». Continúan llegando los clientes que aprovechan la facilidad de aparcar en la zona, el trato y la oferta gastronómica: pescado fresco.

Desde el paraíso llamado Benijo al parque marítimo César Manrique, en el otro extremo de la ciudad, donde el nivel 3 limita el acceso al 33% de ocupación; ayer entraron unas 1.700 personas en todo el día; aunque festivo, fue como un miércoles porque la normativa impide ampliar el cupo.

Sin duda, Santa Cruz ha tenido días de playas con más afluencia.