«Este local se ha sudado». Con esta frase resume Eduardo García León el esfuerzo desarrollado durante cuatro o cinco años hasta lograr una sede donde ofrecer actividades para jóvenes y mayores.

Fueron necesarios más de cuatro años para que la asociación Mater Misericordia lograra un local social para realizar su labor, encaminada a prestar ayuda a los colectivos más desfavorecidos de la sociedad, en especial tanto los mayores como los jóvenes y niños, con quienes se ha cebado la pandemia de la Covid-19. Esos son los objetivos que se ha trazado este colectivo que estuvo representado en la entrega del local por Guadalupe Hernández, una seglar que marchó de misionera son solo 18 años con la congregación de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, que atiende la Casa de la Espiritualidad en la capital tinerfeña.

El concejal de Patrimonio habla con la misionera Guadalupe Hernández y miembros de Mater Misericordia. | | MARÍA PISACA

Guadalupe Hernández creció en el Balneario de Santa Cruz, donde tenía su residencia familiar, ya que su padre se encargaba del cuidado de este referente en el ocio de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Por tanto, fue testigo de las miles de familias chicharreras que pasaron por el ‘parque marítimo’ de la época, que también era un referente en las celebraciones de bodas y cumpleaños, además de todo un centro de formación para nadadores que emprendieron su carrera nacional en la piscina de este complejo.

Este sentido de pertenencia no impidió a Guadalupe sumarse como seglar a la congregación religiosa, con la que participó como misionera en Venezuela, Guatemala y El Salvador, así como en la Península, hasta que regresó a su Tenerife natal en 2007. Luego ha estado vinculada durante seis años ayudando en la parroquia de Valle de Guerra, y tuvo la oportunidad de conocer al presbítero Julio Ribot, uno de los principales impulsores de la asociación Mater Misericordia.

Estando en Tenerife, Guadalupe acudió al sacerdote en busca de consejo sobre dónde acudir de misión, y Julio Ribot lo tuvo claro: ahora es tiempo de evangelización en España, consejo que ha hecho suyo esta chicharrera que, junto con vecinos y feligreses de la iglesia San Gerardo ha luchado para lograr un local donde prestar atención a los colectivos más desfavorecidos o en situación de riesgo o exclusión social.

En la presentación del local, a la que acudió el concejal de Patrimonio Municipal e Infraestructuras y la titular del Instituto Municipal de Atención Social, los nacionalistas Dámaso Arteaga y Rosario González, la misionera seglar agradeció la consecución de esta sede que gestionará la asociación Mater Misericordia, quien ha ‘bautizado’ la sede como: centro de La Anunciación, que se localiza en la plaza de las Mil Viviendas, en Salud Alto, de Santa Cruz.

La asociación se encargará de gestionar este centro que ya se beneficia de la cesión desinteresada del mobiliario gracias a la donación de una señora que precisamente había desalojado su vivienda. «Ya queda en marcha este proyecto y yo continuaré en otras iniciativas», le comentó al concejal de Patrimonio Municipal Guadalupe Hernández –hermana de Loli Hernández, la autora del libro que pone en valor la historia del Balneario de la capital tinerfeña–. Eso sí, con una hoja de ruta clara, aconsejada por el sacerdote Julio Ribot y defendida por la propia misionera: «hay muchos mayores que están solos y son necesarios centros como estos que sean puntos de encuentro para que puedan venir y hablar porque la soledad les está matando». Ese compromiso lo desarrollara la asociación laica Mater Misericordia de la que es secretario Eduardo García León.

Antiguo trabajador de la Refinería de Santa Cruz de Tenerife, Eduardo se presenta a los concejales como un enamorado de la música; de hecho, comenzó tocando el trombón de vara en la banda militar, para continuar en la Banda Municipal, una afición que no ha perdido y que la continúa cuidado cada tarde cuando dedica varias horas a estudiar, sin que eso le interfiera sus ratitos de oración que disfruta en el grupo que existe en la parroquia de San Gerardo.

«Ahora ya nació el centro La Anunciación; toca que crezca», dijo la misionera, mientras el concejal de Patrimonio le reconoció su preocupación por los diferentes colectivos sociales, y elogió la iniciativa emprendida por la asociación por entregar su tiempo a la comunidad, «un objetivo loable y por el que el ayuntamiento decidió prestar su colaboración», aunque se demorara casi cuatro años la entrega del local, que fue objeto también de mejora.

La concejala de IMAS, Rosario González, ofreció las actividades que promueve su departamento desde Santa Cruz Vital y celebró la creación de esta iniciativa precisamente en la plaza donde se pondrá en marcha una nueva Unidad de Trabajo Social, lo que permitirá acciones coordinadas.