Eulogio Barroso Trujillo puede presumir de haber nacido dos veces... La primera, el 8 de noviembre de hace casi 58 años; la segunda, la tarde del 30 de junio.

Este vecino del tercer piso del bloque 102 de Las Retamas asegura que la tarde del miércoles, después de que realizara unos trabajos de mejora en el inmueble, acudió a la antigua casa del portero –que se utiliza para reuniones de comunidad– para lavar la brocha y los rodillos y guardar la pintura. «Luego subí a ducharme y al acabar, se cortó el agua. Fui a preguntarle al compañero Lolo –se refiere así a otro vecino– si tenía agua, y me confirmó que la interrupción del suministro era general en todo el bloque, por lo que decidí ir a los contadores a ver qué pasaba, porque los escuchaba que se 'habían vuelto locos"'. Antes de llegar escuchó el «estampido», que otros residentes del inmueble incluso llegaron a atribuir a la explosión de una bombona.

«Cuando llegué al local, donde había estado treinta minutos antes, me encontré que se había caído la plancha entera del piso bajo, y hasta pude ver que estaba todo entullado, con los tubos de agua, de los antiguos galvanizados, que se veían todos podridos».

En la conversación interviene también Suso Montelongo, que precisa que este local que se usa para reuniones era la antigua casa del portero, que quedó en desuso cuando se quitó esa figura. «Pero lo curioso es que la caída del piso dejó al descubierto que ahí abajo parece que hay un salón al que no se tiene acceso», precisa, mientras que Goyo, como todos conoce familiarmente a Eulogio Barroso, asegura que «estos edificios se construyeron en 1971; inicialmente se iban a levantar cuatro bloques, pero sobró material y se edificó un quinto. En la parte baja, por el desnivel que existe con la calle, se planteó la instalación de un parking, pero debe ser que salían treinta plazas y aquí vivimos 48 familias y no daba a una por vivienda, que lo descartaron y no se hicieron».

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Desalojo Las Retamas María Pisaca

«Esta casa nos la dio Franco»

«Yo tengo 58 años, y vine aquí con 8 añitos», comentaba Goyo, para recordar que su familia procede del barrio de El Rosarito, en el distrito Suroeste, donde su padre trabajó en la fábrica de bloques Columbia, que era propiedad de los americanos. «Hasta que Franco nos dio esta casita», apostilla.

En su vida laboral, Goyo ha sido camarero y también ha trabajado en la construcción, más como pintor... «me gusta hacer mis cositas curiositas con los pinceles y que pueda presumir». No ha tenido una vida fácil. Recién llegado de realizar ‘la mili’, se casó y a los tres años falleció su esposa porque «la sangre se le hizo agua». Fruto de esa relación tuvo una niña, que hoy ya es treintañera, a la que no ve tanto por los compromisos laborales. Se le rayan los ojos.

Goyo regresa al miércoles. «Todos se portaron muy bien; nunca había visto tanta rapidez a la hora de movilizar a la Policía, Bomberos, ambulancia y el técnico de Emmasa que se trasladó y me permitió acompañarle en la inspección. Por primera vez le doy las gracias a un político, porque no me esperaba que vinieran tan rápido. Aquí estuvo Bermúdez al pie de la letra toda la noche».