En Anaga se para el tiempo y perviven las tradiciones. Es más, desde el túnel hacia Taganana todo es diferente y se acrecientan estos valores. Así lo sentencia Pablo Telesforo, hermano de Telesforo, a quien todos conocen como Foro. Este jaleo de nombres obedece a que su abuelo era juez de paz de Taganana y no dudó en inscribir a sus dos nietos con el suyo. Foro se encarga de la bodega que mantiene como hobby, después de que su hermano decidiera desmarcarse de la producción del vino de mora y quedarse solo con el caldo blanco de su propiedad.

Martín Álvarez, quien entre junio y agosto realiza la recolección de la mora en la escarpada orografía de Taganana para someterla al proceso de fabricación y su posterior embotellado. María Pisaca

Una visita a la finca, donde se mima y cultivan los morales, permite descubrir que todo lo que se pida por una botella de este producto es una ganga frente al esfuerzo que requiere llegar hasta Los Chorros, en la zona conocida como Los Auchones, que se localiza a unos 250 metros sobre el nivel del mar. Imagine el lector el sacrificio invertido para habilitar una pequeña y mimada construcción en medio de una orografía escarpada, donde hay una decena de morales.

La ‘sangre’ que destila Taganana María Pisaca

La producción de este vino está rodeada de una cultura y un ritual. Cuenta Foro que la tradición oral dice que el moral tiene que tener buena piedra debajo para que tenga vigor. ¡Qué mejor lugar que el Macizo de Anaga! Además, se trata de un cultivo de secano y, encima, este arbusto es alérgico a la poda. También satisface otra curiosidad: la mora con otra mora se quita. Cierto, pero una tiene que ser madura y otra, verde, si no quedará inmortalizada la mancha en la ropa.

La ‘sangre’ que destila Taganana María Pisaca

El arte del vino de mora lo ha aprendido Foro «a base de taponazos», de generación en generación, y se dedica a él en su tiempo libre, cuando finaliza sus ocupaciones en Medio Ambiente del Cabildo, lo que no le impide que lo tenga todo legalizado, con registro sanitario y etiquetado «como Dios, perdón, como las autoridades mandan».

«Son muchas las personas que vienen a pedirme una botellita porque dicen que sube las defensas y que es bueno para los golpes interiores, propiedades que se le atribuyen a los frutos rojos», explica Foro, uno de los ocho hermanos Martín Álvarez de Taganana.

«Esto es un trabajo laborioso», advierte Pablo Telesforo, hermano mayor de Foro, quien explica que la mora no se vendimia, sino se recolecta, labor que comienza el 20 de junio, aproximadamente, y concluye en los primeros días de agosto. «Por un moral puedes pasar hasta diez veces a recoger el fruto, con una periodicidad de cuatro o cinco días», el tiempo necesario para que el fruto esté en su punto de madurez y, sobre todo, para evitar que mirlos o lagartos se den un homenaje con esta exquisitez del suelo de Taganana.

El proceso de elaboración empieza con la recolección de la mora, que luego se somete al estrujado y se deja en maceración tres o cuatro días, para después proceder con el prensado y dejar que fermente, momento en el que se le añade azúcar morena siendo esta una etapa clave que se prolonga durante un mes y medio, porque es cuando el vino adquiere el alcohol natural de la propia mora, de 6,8 grados de media. A partir de ahí tiene lugar el embotellado. De esta forma, la recolección de unos 250 kilos de mora se transforman en unos 150 o 200 litros de vino. Foro nos muestra los artilugios de los que se rodea para la producción, desde la prensa a las antiguas barricas de madera que se utilizaban.

Con un vasito de vino blanco y queso amarillo, fluye la conversación. Pablo Telesforo, el hermano mayor, es una enciclopedia de la vida. Se convirtió en vigilante de colegio gracias al recordado Antonio Ramos El Cate, referente de la Participación Ciudadana de Los Campitos y de Santa Cruz, en general, en la época de Manuel Hermoso, que facilitó el trabajo a Pablo en el colegio García Escámez, luego en Los Campitos y, más tarde, en Llano del Moro, donde se prejubiló hace siete años. Un enamorado de la cultura y los utensilios que atesora en el salón de su casa o, incluso, manteniendo la tradición del Judas de Taganana, que se remonta al siglo XVII y que se revive en el exterior de la playa la noche de la Vigilia Pascual o el Domingo de Resurrección, al término de la Semana Santa.

Habrá que esperar a septiembre u octubre para probar el vino de la mora recolectada el sábado.

Foro