Miguel Morales, bombero del Consorcio de Insular de Bomberos de Santa Cruz de Tenerife, reconoce su pasión por Anaga, donde de hecho tiene algunos terrenitos en Almáciga y El Roque, aunque nada fijo para pernoctar. Desde primera hora de ayer acudía a su cita con Almáciga, con la diferencia de que cuando estaba cerrada aparcaba fuera, cerca del pueblo, y venía a pie. Es un incondicional y, aunque no es vecino de la zona, casi se ha ganado a pulso el certificado de residencia en esta zona de Anaga porque asegura que hasta acude hasta dos veces al día. Para él la carretera no es un obstáculo y se siente feliz y atraído por este entorno natural.

En su visita habitual se encuentra con Francisco Javier Marín Mesa. Vecino de Candelaria, ni lo dudó cuando se enteró que ya estaba reabierta la carretera de acceso a la playa de Almáciga y, junto a su pareja y a su hija, aprovecharon que salió de trabajar el viernes a las diez de la noche y puso rumbo a esta zona de Anaga, donde tiene previsto continuar hasta primera hora del lunes.

Francisco Javier, quien regentara la tienda de animales Sabuesos, en la Villa Mariana, hasta que cerró esa aventura empresarial, habla de Almáciga con sentimiento de pertenencia; de hecho, es monitor de surf, un habitual de la playa donde ha enseñado a centenares de niños. Las medidas sanitarias impuestas por el covid-19 tras pasarse del nivel 2 al 3 impidió retomar la actividad de formación con los pequeños porque no se permitía sino un máximo de tres o cuatro pequeños. Y aprovechó para disfrutar con su familia; su pareja, natural de Ucrania, admite su admiración por este enclave: «Aquí no sé si es enero, febrero o agosto». Es su forma de expresar de que Almáciga disfruta de unas condiciones meteorológicas excepcionales.

Francisco Javier y su pareja echan mano del móvil y muestran un vídeo de su pequeña María, de siete años, que se maneja como pez en el agua, en este caso con una tabla de surf, sobre las olas. «Lleva tres años así, le encanta el mar».. Y solo basta ver su manejo. María se inquieta y acude hasta la ‘furgo’ para reclamar a sus mayores. «Ahí donde la ves me está esperando para meternos en el agua», afirma Francisco Javier antes de despedirse para atender a la pequeña.

Junto a Miguel, Francisco Javier y su familia... una quincena de caravanas y furgonetas acondicionadas en el interior están en la primera línea de playa; en su mayoría muchos llegaron la noche del viernes. Antes de seguir, Miguel pregunta: «¿Y saben algo de qué van a hacer con los aparcamientos?». Es la eterna pregunta de los vecinos de Almáciga, que ahora que la Dirección Insular de Carreteras del Cabildo ha reabierto la vía tras un mes y media en el saneamiento y refuerzo del talud de la playa, temen que la zona se llene de visitantes con el inicio del verano.

Habilitar zona para aparcar en la playa será precisamente una de las demandas de los vecinos de Almáciga en la visita que está prevista que realicen mañana representantes del Cabildo y del Ayuntamiento de Santa Cruz. «¿Y se sabe algo si están los socorristas?», otra pregunta de Miguel, que se interesa por la seguridad en la playa coincidiendo con la reapertura de la carretera y, por tanto, la mayor afluencia de bañistas.

Miguel y Francisco Javier están aparcados en la primera línea de playa de Almáciga más próxima a Benijo. De camino al puesto de socorrista, ayer desierto al menos hasta poco antes del mediodía, una pareja de Gran Canaria, acompañados de sus dos hijos, explica que llegaron a Almáciga en la tarde del viernes. «Nos vinimos a Tenerife a disfrutar de esta zona; aquí las playas están mucho más ordenadas y cuidadas que en Gran Canaria; otra cosa es el potencial turístico, pero aquí es una maravilla», afirma él, para precisar que se instalaron con su furgoneta en un camping de la zona de Chío y el vigilante les advirtió que tenían que abandonarlo porque se cerraba por la covid-19, lo que provocó que siguieran a Anaga.

Al lado, otra pareja también llegada de Gran Canaria; él, natural de Italia; ella, de Suecia. «Teníamos el fin de semana libre y aprovechamos para disfrutar estos días en Anaga», explica el joven, mientras sostiene una guitarra. Aseguran que algunos amigos les habían comentado de los atractivos de esta zona de Tenerife, pero es la primera vez que lo visitan. «Es mucho más impresionante de lo que pensábamos», y sobretodo celebran la bondad del lugar: «me permite desconectar...», para precisar que es sanitario y es la primera vez que sale de Gran Canaria en lo que va de año. «Esto es una pasada». Se miran, y sigue tocando la guitarra.

Otro de los campistas madrugadores de Almáciga son los hermanos Ángel y Pedro Conesa, vecinos de Santa Cruz, que también se enteraron de la reapertura de la carretera, tras la finalización del talud de Almáciga, y no dudaron en poner rumbo a la playa, a donde llegar el pasado viernes, junto a otros dos amigos. Y la noche del viernes al sábado les deparó otro compañero de aventura, Erick, un holandés que se estacionó al lado. «Su esposa se fue a Ibiza a cuidar a su madre dos semanas y él aprovechó para venirse», y allí se encontraron, protagonistas de una amistad que surgió al borde de la playa. Con desconsuelo, anuncian que por la tarde regresarían a su casa, con una misma pasión: Anaga.

La restauración, solo en terraza

La carretera de acceso a la playa de Almáciga está ya reabierta, a la espera de remates y la limpieza, que aún tardará dos semanas. Sin embargo, la declaración del nivel 3 vuelve a afectar a los negocios de la zona, que podrán recuperar su actividad pero sin poder atender al público en la sala ni en la barra, sino en terraza. Alejandra, de Casa África, prepara la un espacio al que se accede desde una escalera. «Te reconozco que me levanté contrariada pensando en que volvíamos al nivel 3», pero sin perder el entusiasmo heredado de su madre que da nombre a este restaurante en Roque de las Bodegas. En Benijo, también se veía actividad en las casas de comida volver a la carga.