El alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez, se las prometía felices en la visita que realizó en la tarde de ayer a la sede de la asociación de vecinos San Martín de Porres, en la que participó una decena de vecinos del barrio de Chamberí. Acompañado por la concejala de Seguridad Ciudadana, Evelyn Alonso, así como la de distrito, Gladis de León, Bermúdez acudió para dar cuenta de las medidas adoptadas de forma provisional, como la instalación de dos reservas de estacionamiento puntual con tiempo de espera, para que los padres del colegio Chamberí puedan dejar o recoger a sus hijos sin tener que permanecer estacionados en la zona y evitar la acumulación de tráfico en horas puntas, una experiencia similar a la que está ya en marcha en la zona del colegio de La Pureza, en las Ramblas.

Además, también dio cuenta de la próxima limitación en la calle Antonio Lecuona Hardisson de vehículos con tonelaje superior a 3,5 toneladas, garantizando con esta decisión la seguridad para los peatones en un barrio donde se dan la mano la vivienda residencial junto a un polígono industrial.

Como un «extra» a la labor ya desarrollada, el alcalde preguntó por las empresas que causan más problemas a los vecinos porque aparcan sus camiones sobre las aceras, pero los vecinos cambiaron el ritmo de la visita.

Primero, reclamaron que en la parcela que se localiza junto a la sede de la asociación vecinal se instale un parque para niños, en una propiedad privada, por lo que el ayuntamiento tendría que adquirir ese suelo; luego otra vecina, que se convirtió en la fusta del alcalde, recriminó la calidad del servicio de limpieza, hasta el punto de asegurar que «el rabo de gato nos tiene cogido todo el barrio», luego en el recorrido por las calles quedaría de manifiesto que «el agua no llegaba al río», o al menos con el caudal con el que denunciaron la situación.

La situación de abandono de los solares también fue objeto de indignación de otras residentes, ante el intento del regidor de convencerlas que desde el ayuntamiento solo pueden exigir que las parcelas estén muradas y limpias, e intentó implicar a los vecinos cuando les solicitó que denunciaran. Ahí ya fue harina de otro costal, pues los vecinos no quieren conflicto entre sí.

El abandono de los solares que acotan la iglesia, con una plaga de pulgas, el temor a las ratas y el rastro que dejan los perros centraron otras de las denuncias trasladadas a un alcalde que fue a presentar un logro y acabó con una lista de insatisfacciones que espera resolver con un zafarrancho a fondo en las próximas semanas en Chamberí.