Casi por aclamación de mandos y compañeros, Blas Hernández recibió el reconocimiento a su entrega durante el estado de alarma. No solo se encargó de interpretar la normativa sino que desde el 14 de marzo era acudía al cambio de turno a explicar las novedades. Su vida, un ejemplo de superación.

Nacido en 1962, Blas Hernández es uno de los subcomisarios de la Policía Local de Santa Cruz y un ejemplo de superación. Nacido en la Aldea de San Nicolás coincidiendo la estancia de su familia en Gran Canaria, con unos pocos meses se trasladó a Tenerife, donde se ha criado y ensolerado.

Casado, padre de una hija y ya con una nieta, es un ejemplo de superación, como lo denota su evolución profesional y académica. Tras hacer la mili en Cruz Roja, comenzó a trabajar en la construcción, como conductor de maquinaria, llegando a ponerse al volante de diferentes vehículos y, después de cuatro años, acabó de capaz. Cerrado este ciclo de la vida, y con el dominio del volante, desarrolló su labor profesional como taxista durante siete años, hasta que a finales de 1990 se preparó para cumplir el sueño de su vida: ser policía, ingresando al año siguiente en el cuerpo de seguridad local de la capital tinerfeña.

Sin embargo, mantenía un desconsuelo y no renunció a hacerlo realidad. Aunque había realizado COU, no se presentó a la selectividad por lo que fue necesario que sortea las pruebas de acceso para mayores de 25 años que le permitieron entrar a cursar la licenciatura de Derecho en la Universidad de La Laguna, entre 1998 y 2003, sacando la carrera año a año. «En aquellos tiempos dormía poco y estudiaba mucho», cuenta, para asegurar que dicho esfuerzo no le impidió faltar nunca al trabajo.

En si ya dilataba actividad en la Policía, durante treinta años, recuerda los dos años que ocupó puestos de responsabilidad en el cuerpo de seguridad autonómica, que lo llevó a recorrer diferentes municipios de la provincia tinerfeña. El sentimiento de soledad que vivió en las calles vacías de Santa Cruz solo es comparable con la situación que se encontró en algún servicio que prestó en La Restinga. «A pesar de que no había gente, ahí teníamos que estar nosotros para velar por la seguridad», precisa.

Aunque está en posesión de medallas con las que le ha reconocido su labor tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional, ayer sumó la del mérito policial, con distintivo plata, con la que tanto los mandos como los compañeros del cuerpo de seguridad local decidieron reconocerle casi por aclamación –una unanimidad que pocas veces se da entre los agentes– la entrega y el ejemplo con el que afrontó la pandemia desde el primer día que se decretó el estado de alerta y que ha durado la incidencia de la pandemia.

Blas Hernández ha sido en la policía local el ‘traductor’ de la normativa que dictaban tanto las autoridades estatales como las autonómicas y que se plasmaban en los Boletines Oficiales de Canarias, hasta el punto de convertir dichas publicaciones oficiales en otro ‘periódico’ que seguía a diario para conocer las modificaciones de la normativa legal aplicable en cada momento. Por la noche o de madrugada escudriñaba la terminología legal para horas después traducirla a la labor diaria de los agentes a pie de patio de la Comisaría. Cada mañana desde entonces ha acudido al ‘pase de lista’ de los agentes de cada turno para explicar los detalles de las instrucciones gubernamentales, advirtiendo sobre qué detalles habían cambiado y cómo afecta en la seguridad de la ciudadanía.

«Dicen que la medalla es para mí, pero el mérito es de ellos», explicó ayer el subcomisario al término del acto que se desarrolló en el teatro Guimerá, entre felicitaciones de sus compañeros, así como miembros de la Corporación, como el caso del socialista José Sabaté, o del mando de la Policía Ignacio Baena, con quien compartió experiencia en el cuerpo de seguridad autonómico. «Te llevas todas las medallas y todas muy merecidas», le reconoció.