El recinto ferial, el nuevo García Sanabria al menos por esta edición para cumplir con las normas de seguridad, oferta la posibilidad de adquirir desde lámparas de cartón a tallas de madera, o joyas que reinventan la argolla tradicional canaria en bronce o prendas elaboradas con seda y fieltro. 

El recinto ferial de la capital tinerfeña se ha convertido en el nuevo García Sanabria, aunque tanto el alcalde como los setenta y tres titulares de la muestra que se desarrolla desde el día 1 de mayo confían en que sea un lugar de transición para regresar, de nuevo, al pulmón verde de la capital. Políticos y feriantes saben que se trata de lugar que reúnen todas las medidas de control para garantizar la seguridad en esta feria de transición. Basta solo visita la feria, donde hay más artesanos que público a la vez, para recordar la situación en la que se desarrolla. En la nave central, en la zona más próxima a CajaSiete se han instalado los 73 puestos más la exposición de carros antiguos y una de trajes infantiles «made in Angelita González Ledesma», mientras en la otra zona, más cercana a la Refinería, se continúa con la vacunación contra la Covid-19.

Lámparas de cartón reciclado de Manuel Maderuelo. | | MARÍA PISACA

Todos celebran la oportunidad de volver a vender en una feria; de hecho, habían transcurrido entre catorce y dieciséis meses sin que lo pudieran hacer; otra cosa es el emplazamiento. «En el parque García Sanabria vendíamos cuatro veces más y estaba siempre lleno de gente», asegura una de las artesanas más reputadas por su magisterio en la joyería, Carmen Díaz, donde concluye técnica de tradición canaria, con rosetas engarzadas en bastidores de plata.

Cande Alonso y sus sombreros de El Hierro. | | MARÍA PISACA

Agradecidos por la oportunidad, otros feriantes no ocultan su desconsuelo por la falta de ambiente. «Estamos en una feria donde prima la artesanía; también es tradición un poco de música; no te digo que pongan una rondalla a cantar, pero un poquito de música de fondo para que ambiente». A su propuesta le han respondido que van a consultar a ver si lo autoriza el protocolo de seguridad, y es que la prioridad de poder celebrar primero la feria, y todo se hace de puntillas para cumplir con las bases de la nueva normalidad.

Dailo Rodríguez, de Floristería Tau, primer premio. | | MARÍA PISACA

Este año el jurado no tuvo que preocuparse mucho para entrar los premios en la modalidad de flores, pues recayeron en los dos únicos participantes: la Floristería Tau, de Dailo Rodríguez, se proclamó ganadora, y en segundo lugar quedó Suculentas Tenerife.

‘Deshielo’, arte portátil de Beatriz García Ladrón. | | MARÍA PISACA

Los galardones de Artesanía, en la modalidad a la mejor obra artesana el primer premio fue para Marisol Ramos; mientras que el segundo recayó en Pedro Trujillo Cruz; quedando en tercer lugar María Candelaria Alonso, mientras que los premios os a la mejor obra contemporánea han sido Beatriz García; en segundo lugar quedó Manuel Maderuelo, y el tercer en Cristina Hernández.

Pedro Trujillo y el arte de la talla de madera. | | MARÍA PISACA

Floristería Tau.

Enfundado en un mandil de trapera canaria, con los colores típicos de las faldas de magas, permanece atendiendo su negocio el joven Dailo Rodríguez, un rostro clásico del mundo del Carnaval, de la mano de la comparsa Tabajaras, y que alterna el diseño de las fantasías tropicales con la venta y exposición de flores y plantas. En su puesto vende desde crisantemos a orquídeas, y preside su estand una imagen de san Francisco que delata su admiración por el santo; de hecho, el nombre de la cruz franciscana da nombre también a su floristería desde que abrió las puertas hace unos siete años.

Dailo no ha vivido ajeno a la pandemia y ha aprovechado el tiempo de confinamiento para abrirse las puertas más allá de la calle Santiago en el barrio de El Toscal, donde tiene su sede, y vender on line. Metódico, se mueve con cautela en su puesto, como quien tuviera miedo a hacerle daño a las plantas, y siempre atento al visitante. Ganador del primer premio, se muestra desconsolado porque ayer había hecho la cruz de flores de El Kilo y Electro Villar, pero tenía que estar en el recinto ferial. Eso sí, a la hora de la despedida, a sabiendas que el visitante marchaba a las ramblas, da una recomendación: «Echa un ojo a la cruz rosada, que es en homenaje de los sanitarios por todo lo que han hecho en esta pandemia».

Los bonsais de Suculentas.

Nada más entrar el recinto el primer puesto que encuentra el visitante es el de Suculentas Tenerife, de bonsai. El apellido de Peter ya parece una profecía: Bosman, «que significa hombre del bosque», explica. Natural de Holanda, vino a Tenerife hace dieciocho años a Tenerife a traer un vehículo para una artista, precisa, y se enamoró «de este paraíso». Durante los dieciséis meses que ha durado esta pandemia y en los que no ha podido vender asegura que ha vivido de sus ahorros y, gracias a que reside en una finca, se ha dedicado a cuidar las plantas que desde el día 1 tiene a la venta en el recinto ferial. «Quizás se ha dado poca publicidad». Coinciden con la mayoría de los participantes de esta convocatoria en que en la feria del parque García Sanabria se vende cuatro veces más, pero «estoy contento con las ventas y porque se haya podido poner en marcha esta experiencia». Peter comenzó, vecino de Tejina, se dedica a los bonsais desde 2005.

«Deshielo» en plena primavera con Beatríz García Ladrón, de Makanda.

El recinto ferial está configurado por dos grandes pasillos; a izquierda y derecha se distribuyen los puestos de los setenta y tres participantes. En el más próximo al parque marítimo se descubre Makanda, como se llama el stand de Beatriz García Ladrón, que lleva cinco años en este mundo de la artesanía, si bien aúna dos técnicas en sus artículos. Comenzó con la pintura en cera y evolucionó al fieltro. Fruto de la fusión de dos oficios nació «Deshielo», una colección con mensaje crítico. Un brindis por la naturaleza que muestra el rechazo a la contaminación del mar, como lo evidencian en sus prendas esas piedras que aparentar estar resquebrajadas, en la que se descubren también redes elaboradas con fibras sueltas.

Característico de su labor, son ropas sin costuras que surgen de la confección que nace de la fibra que a la postre se transforma en tejido, combinando la caída y el brillo que caracteriza la seda con la rigidez y el mate de al fieltro. Sus prendas son «arte portátil». Hace catorce años dejó su Bilbao y, tras pasar por Italia y Mallorca, recaló en Tenerife, donde contrasta la tranquilidad de la isla con el nervio y la actividad de la artista. Es la ganadora del primer premio de obra contemporánea.

Lámparas de cartón reciclado.

Manuel Maderuelo se hizo con el segundo premio de obra contemporánea por las lámparas que realiza con cartón reciclado. Comenzó más centrado en el tratamiento del reciclaje y la defensa del medio ambiente y ha acabado sometiendo el cartón a un corte láser, para luego barnizarlo y pintarlo. Resultado: unas lámparas de acabado similar a madera, por presencia y robustez, un trabajo que inició hace ocho años y en el que ha evolucionado. Sus manos son capaces de modelar el papel y el cartón y transformarlo hasta en cubiletes o estanterías.

«Travesía» con Cristina Hernández de Álamo.

Tercer premio por unas argollas que mezclan tradición y vanguardia. Ni siquiera sabía que iban a hacer un concurso y cuando le preguntó presentó unas argollas elaboradas con cobre bañado en plata, más el uso de pintura y resina. Natural de Los Silos, en el Norte de Tenerife, lleva muchos años en las ferias, si bien es la primera vez que participa en la de mayo de Santa Cruz de Tenerife, haciendo del macramé una joya. Como centro de referencia en su formación la escuela de arte Manolo Blahnik, en La Palma, que le hace partícipe del colectivo Isla Bonita Moda.

Ajena a los premios, está satisfecha porque más de un diseñador ha contado con sus joyas para los desfiles. Respecto a las ventas, asegura que «no nos podemos quejar», el mejor de los tres días de la feria, el domingo. Y añade un lacónico: «Menos es nada», sin perder la sonrisa de su rostro que transmite la búsqueda de nuevas ideas, capas de desarrollar las argollas de toda la vida en un artículo de vanguardia.

Marisol Ramos Leo, de Slow Loom.

Es la ganadora del apartado a la mejor obra artesana gracias al magisterio que queda de manifiesto en su estand en el que presenta diferentes tejidos de lino, si bien una indisposición le impidió reabrir en la mañana de ayer.

En la presentación que realizó al jurado, destaca el respeto por la naturaleza y el desarrollo de técnicas de vanguardia que permiten el acabado de prendas de lino, con la aplicación de técnicas naturales que permiten la imprimación de las prendas.

El valor de la madera, de Pedro Trujillo.

Una bandera de las siete estrellas permite identificar con facilidad entre los puestos del recinto ferial el stand de Pedro Trujillo Cruz, un clásico entre los artesanos de la madera. Natural de Cabo Blanco, en el municipio de Arona, asegura que nació en una carpintería, para referirse a su familia, vinculada a La Orotava e Icod de los Vinos. Hasta su jubilación compartió profesión y aprovechó su jubilación para dedicarse a su pasión, la talla de la madera, un arte que admite que es de difícil salida en el mercado, pero que él disfruta porque requiere una entrega relajada. «No sé si es por influencia del coronavirus o por qué, pero no se venden tan fácil estas piezas», como el «Amazig», una espiral que preside la mesa que ha instalado a modo de mostrados. «Antes las ferias eran bastante buenas, pero ahora parece que no hay tanto ánimo y hay más tristeza», para echar de menos que no hay ni una música que ambiente la nave central del recinto ferial. «Y mire que hay artesanía muy buena aquí», precisa.

Cande Alonso, con «Sombrero de El Hierro de Colmo», es la ganadora del tercer premio de obra artesana, en una muestra que estará abierta hasta el próximo domingo.