Cuando el sol se esconde, el equipo se prepara para su apasionante misión. Con sumo cuidado se introducen en el agua y comienzan a buscarlas. Están en la orilla, la mayoría de las veces, ocultas en la arena. Esta búsqueda se repite tres veces al año, desde 2014. Las nuevas crías son marcadas con chips y las que ya lo tienen “brindan una importante información sobre su biología en las primeras etapas de su vida”. Los responsables del Angel Shark Project realizaron la semana pasada, durante tres noches, una de sus campañas de muestreo en la que es la mayor área de cría de tiburones ángel que existe en el mundo, la santacrucera playa de Las Teresitas. La llaman “la guardería de los angelotes”. Es el laboratorio natural a través del cual las personas y entidades que forman el citado proyecto persiguen asegurar el futuro de esta especie, pues se encuentra en peligro “crítico” de extinción.

En esta ocasión, localizaron en la playa chicharrera ocho crías, de las que una tenía chip y el resto eran “nuevos ejemplares”. “En la campaña anterior, encontramos unas 30. Debe ser que esta vez estaban más escondidas o, simplemente, no estaban en la orilla. En total, en estos seis años, hemos marcado con chip en Las Teresitas a unos 500 tiburones ángel juveniles”, señala a El DÍA Michael Sealey, uno de los responsables de la iniciativa Angel Shark Project. Este explica que “estos muestreos que llevamos a cabo tres veces al año, durante los que capturamos a los angelotes que encontramos y los volvemos a soltar, nos permiten estudiar esta área de cría tan importante, con el único objetivo de asegurar su protección y conservación”.

“Investigamos la distribución espacial y el uso del hábitat de los tiburones ángel juveniles; tamaño y estructura de la población; comportamiento reproductivo; tasas de crecimiento, y el impacto de las variables ambientales. La recaptura de las crías de angelotes a las que hemos colocado un chip en campañas anteriores nos proporciona información de gran utilidad, pues nos permite saber cuánto han crecido, cuál es su estado, cuál es su peso, y durante cuánto tiempo utilizan la playa de Las Teresitas como refugio antes de convertirse en tiburones adultos y estar preparados para salir a mar abierto”, manifiesta Sealey.

Según las investigaciones realizadas, las madres paren durante todo el año y dejan a sus crías desasistidas bajo el resguardo de las aguas de la playa chicharrera, que les proporciona el alimento necesario para sobrevivir sus primeros meses de vida. “Para las crías del tiburón ángel, Las Teresitas es un refugio ante los depredadores. Aquí tienen muchos alimentos, fundamentalmente gueldes”, apunta.

Sealey cuenta que las crías de los angelotes suelen permanecer en Las Teresitas “un máximo de 15 meses”. “Se marchan de la orilla cuando alcanzan los 35 centímetros, cuando los gueldes se convierten en una comida muy pequeña para ellos”, dice. En este sentido, desde el proyecto Angel Shark se quiere aprovechar para enviar un mensaje de tranquilidad a la población. “Ya se ha dicho en muchas ocasiones, pero siempre es bueno volverlo a repetir. Estas crías no suponen ningún tipo de peligro para los bañistas de la playa Las Teresitas. Es muy raro que muerdan porque están prácticamente enterradas en la arena, pero si lo hacen, porque se les pisa, apenas se siente. Sus dientes son más pequeños que los de un gato. Y cuando llegan a un determinado tamaño, se van”.

Los tiburones ángel, debido a su ubicación costera y a su biología (animales grandes, de cuerpo plano, y con bajas tasas de reproducción), son muy susceptibles a los impactos de la pesca y a la degradación de su hábitat. Las Islas Canarias son el último bastión de la especie angelote Squatina squatina. En el año 2019, el tiburón ángel fue incluido en la Lista de Especies Amenazadas de España, con la máxima categoría de protección, por encontrarse en peligro de extinción.

Esto significa que está totalmente prohibido matar, capturar o molestar a un angelote; transportar, comercializar o intercambiar tiburones ángel vivos o muertos; así como destruir o deteriorar su hábitat y las áreas de reproducción y de cría. Precisamente, la santacrucera playa de Las Teresitas es un área de cría de esta especie, “la primera que se descubrió y la más grande conocida hasta el momento”.

Las investigaciones llevadas a cabo concluyen que el angelote lleva utilizando la santacrucera playa de Las Teresitas como área de criadero desde hace más de 15 años. El proyecto Angel Shark comenzó a realizar sus estudios en la zona de baño chicharrera en el año 2014. Este está formado por una red de colaboradores, incluidos investigadores, buceadores, pescadores y fotógrafos, cuyo “único objetivo es asegurar el futuro de esta especie”. También cooperan con este programa “multidisciplinar” tres socios europeos, el Museo Zoológico Alexander Koenig, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Sociedad Zoológica de Londres.

“Recopilamos datos ecológicos y de población, y también nos relacionamos con las comunidades locales y con las administraciones correspondientes para llevar a cabo campañas y diferentes acciones de concienciación y de conservación”, explica Michael Sealey, uno de sus responsables.

Precisamente, con respecto al área de cría de la playa de Las Teresitas, desde el Angel Shark Project se establecen una serie de recomendaciones para proteger a esta especie en peligro de extinción. Para no causarles daño, se debe acceder al mar arrastrando los pies sobre la arena en lugar de hacerlo con pisadas. De esta forma, en el caso de que haya un angelote, este “se irá nadando”. Sobre todo hay que tener cuidado por las mañanas en días de marea baja, que es cuando existe mayor probabilidad de pisarlos. “También es necesario que no llegue basura al agua ni que se produzcan vertidos ilegales”.

Este equipo, además de estudiar las áreas de cría, también investiga la ecología, desplazamientos y distribución de los angelotes adultos, a través del “análisis de avistamientos”. “La información que obtenemos la utilizamos para orientar las medidas de conservación y las futuras estrategias de gestión”. Estos se encuentran fundamentalmente en las aguas de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife. Pueden alcanzar los dos metros.

En el último recuento de tiburones ángel adultos llevado a cabo en las Islas, realizado en diciembre de 2020 a través de los denominados eventos Count the Angels, en los que colaboran centros de buceo durante un periodo de cuatro días, se localizaron 120 ejemplares. En Tenerife fueron vistos 30; en Gran Canaria, 5; en Fuerteventura, 10; y en Lanzarote, 75. “Aquí, están sobre todo en las aguas de Abades. Pero suelen encontrarse a 10 metros de profundidad. No se acercan a la costa”.

“La verdad es que nuestro trabajo es muy bonito y apasionante. Esta especie prácticamente solo se ve en estas Islas. Y la guardería de la playa de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife, es la mayor área de cría del mundo. La población debe ser consciente del valor que tiene esta zona. En Las Teresitas, tenemos un tesoro bajo nuestros pies, que debemos proteger”, ha comentado Sealey.

La primera campaña de muestreo correspondiente a este año de las crías de angelote escondidas bajo la arena de las aguas de Las Teresitas se realizó la pasada semana. El equipo de Angel Shark Project regresará en verano para llevar a cabo la segunda búsqueda de 2021. Y la tercera tendrá lugar entre octubre y noviembre. Mientras, los pequeños tiburones ángel reciben el cuidado de la naturaleza en la guardería de Las Teresitas.