De camino por la carretera que atraviesa el Macizo de Anaga, una vez superado el cruce de Taganana y rumbo a Chamorga, se descubre a la izquierda un pequeño caserío configurado por una treintena de viviendas desperdigadas por una loma y que integran El Cresal, donde se localizan dos producciones ganadores, según explica Pedro Pérez, uno de los residentes de la zona.

La orografía del lugar y las características que distinguen al Parque Rural de Anaga convierten esta zona en un paraíso que se localiza en el corazón de Anaga, donde cobra vida la copla: “desde la cumbre hasta la arena”. Se trata de un lugar excepcional en Santa Cruz, alejado del mundanal ruido, pero donde los servicio condicionan la calidad de vida a los vecinos de la zona. Y eso a pesar de que ellos ya residían allí cuando hace unos ocho años la empresa Emmasa decidió pasar el suministro de agua para cubrir la demanda a los residentes de Catalanes y Chamorga.

Pedro Pérez, desde la carretera, presume de la escarpada orografía del lugar, que garantiza la calidad de vida de quienes se decantaron por establecerse en la zona. Sin embargo, advierte, las más de treinta familias que tienen su domicilio en la zona ven cómo languidece este lugar. “Nosotros estábamos ya viviendo aquí cuando Emmasa colocó la tubería para enlazar a otros caseríos; llevamos toda nuestra vida reclamando que nos den el suministro de agua y cuando pasaron la canalización se perdió una oportunidad única”.

Oteando el horizonte, Pedro Pérez se lamenta. “Aquí tenemos que vivir con agua que subimos de los grifos de San Andrés”. Muchos de los vecinos tienen casa en el pueblo de la costa o acuden a casa de sus familiares y amigos para llenar las garrafas con las que poder atender al suministro diario: desde poder hacer la comida y asearse; “cuestiones básicas”, precisa Pedro Pérez.

Este vecino, que se domicilió en el número 1 de El Cresal, no oculta su indignación, que comparten el resto de los vecinos de la zona, por la negativa a permitirles el enganche al servicio de agua. “O sea, que pasan por nuestra zona la tubería pero no nos dan cobertura”, se lamenta, mientras se apresura que mostrar a los visitantes a El Cresal las dos zonas donde están preparadas para poder ejecutar la acometida: una tanquilla tapada con una loza de hormigón que se localiza junto a una boca para el servicios contraincendios y otro enganche que se localiza en la misma carretera de acceso al caseríos junto a un registro.

“Dicen que no nos dan la acometida porque nuestras casas con cuartos de apero”, reconoce Pedro Pérez, que se lamenta que le permitieran registrarse como vecino de este caserío de Anaga en el que tiene reconocida su vivienda, o al menos que vive allí, pero que la empresa del servicio de agua se lo niega porque la calificación oficial de las viviendas son cuartos de aperos y no viviendas.

Desde el borde de la carretera, Pedro Pérez invita al visitante a alongarse a la loma para disfruta no solo de la vista de esta parte de Anaga, sino en especial descubrir cómo están diseminadas por la parte baja de la montaña y ahí hacen su vida como puede una treintena de familias. “Es insólito –insiste– que te pasen la tubería desde Catalanes a Chamorga y a nosotros nos dejen a secas, y con dos todas ahí preparadas”.

La demanda del servicio de agua para los vecinos de El Cresal es una vieja demanda, incluso antes de que se sirviera el suministro para los caseríos de esta zona de Anaga. “Incluso le planteamos la posibilidad de que instalaran un contador a la entra da al caserío, como si ellos querían acometer la obra y nosotros costear los gastos desde la canalización de las tomas hasta cada una de las viviendas”, deja abierta la posibilidad.

En esta lucha ya histórica, admite Pedro Pérez, este vecino cuenta que incluso costearon el proyecto técnico que les obligó la compañía Emmasa para justificar la viabilidad de la instalación del servicio. “Durante el tiempo que llevamos pidiendo la instalación del agua, incluso nos pidieron la última vez que presentáramos el informe de un ingeniero. Nos gastamos más de 1.600 euros, un dinero que, aunque sin posibilidades económicas, dimos por bueno si con ello conseguíamos la instalación del servicio. Cuando ya estaba hecho, pagado y presentado, Emmasa desestimó la instalación del servicio porque dicen que nuestras casas no son viviendas”.

Pedro Pérez comparte también su contrariedad por otro de los argumentos que les han dado a las treinta familias de la zona para no instalar el agua. “Dicen que es suelo protegido porque estamos en el Parque Rural de Anaga. Y pregunto yo: ¿Es suelo protegido para ponernos el agua y no tiene la misma calificación para pasar junto a nuestros terrenos la canalización?”. Este vecino admite que incluso el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se mostró a favor de dar suministro a esta zona, pero cuando presentaron en el informe, “todo se vino abajo”.

Almacenando agua

La falta de canalización obliga a los residentes en El Cresal a pasarse todo el año almacenando el agua como puede. “Cada uno tiene su aljibe, o incluso, si ves las casas, cada uno tiene sus garrafas colocadas o almacenadas en el exterior”. Pero la ausencia de suministro le impide el desarrollo de la actividad ganadera y agrícola, salvo que bajen a San Andrés a llenar sus tanques. “Yo tenía un burro y hasta lo tuve que quitar porque se me moría de sed”, se lamenta, mientras señala a un vecino de sortea la escarpada orografía para bajar desde cerca de la carretera, donde deja su vehículo, hasta su casa, con alguna compra cargada sobre sus espaldas.

Ante la falta de respuesta desde las administraciones, Pedro Pérez anuncia que los vecinos de El Cresal trabajan para configurar una asociación de vecinos y formar un frente común para hacer oír sus demandas. “Estamos dispuesto a acudir a los tribunales para hacer valer nuestros derechos, porque es que nos niegan algo tan básico como el agua, que es necesaria para vivir y poder desarrollar la vida diaria en esta zona”.

“Imagínate: no tenemos ni para ducharnos. ¿Qué les cuesta darnos agua cuando nosotros nos vamos a encargar de costear la instalación de la red?”, insiste en preguntarse Pedro Pérez, que ve cómo tanto el Cabildo de Tenerife como el propio Ayuntamiento de Santa Cruz ha resuelto la situación en otros caseríos que se localizan en el Parque Rural de Anaga.

Para sortear la lejanía del centro de Santa Cruz, Pedro Pérez explica que muchos de los residentes se dedican a la fabricación de quesos para lo que cuidan cabras, también tienen gallinas, conejos, cochinos... que les permiten afrontar el día a día. “Aquí la mayoría que vive son abuelos y los niños vienen los fines de semana”, precisa, para recordar que antes los pequeños de la zona iban al colegio República Argentina, pero poco a poco los hijos se han trasladado en zona más próxima a San Andrés y regresan a casa de sus padres los fines de semana.

No es la única carencia. No tienen agua y tampoco luz; la mayoría de los vecinos de El Cresal ha instalado unos motores para los servicios más básicos. Pedro Pérez se ha trazado como objetivo inmediato la instalación del agua, aunque para eso tenga que acudir a la vía jurídica para reclamar lo que considera un derecho fundamental para estos vecinos de Anaga.