“Mi hija, que nació justo cuando empezó la pandemia, aún no ha podido recibir besos de sus abuelos. El coronavirus no solo nos ha alejado de nuestros familiares, sino que en mi caso también me arrebató el trabajo. Por eso, formar parte de este proyecto para mí es toda una satisfacción. Vuelvo a tener un empleo y, además, puedo poner mi granito de arena para que pronto todo vuelva a la normalidad, para que la gente se conciencie de que solo con la responsabilidad individual podemos salir de esta”. Son las palabras de Ángela Trujillo, una de las 42 personas que ha contratado el Ayuntamiento de la capital, en el marco del proyecto Santa Cruz + Segura, para convertirlas en agentes cívicos que recorrerán las calles de la ciudad informando y asesorando sobre las medidas de contención y prevención del Covid 19. Todas ellas habían perdido su trabajo debido a la crisis sanitaria.

Este jueves, una representación de estos nuevos empleados municipales fue recibida en el Salón de Plenos del Consistorio por el alcalde, el nacionalista José Manuel Bermúdez, por el edil de Servicios Públicos, Guillermo Díaz Guerra, del PP, y por la concejala de Seguridad, Evelyn Alonso, de Ciudadanos. Estos destacaron la importancia de la iniciativa de la que forman parte estas 42 personas, porque “este es un momento crucial para insistir en todo lo que hay que hacer para contener la propagación del Covid 19”. “Santa Cruz es un ejemplo de resistencia. A lo largo de la historia, esta ciudad ha superado, por ejemplo, batallas, la enfermedad del cólera, incendios y riadas. Estamos convencidos que lo mismo ocurrirá con el coronavirus. Y estos agentes cívicos nos ayudarán a conseguirlo, realizando labores de información y prevención en espacios públicos y zonas comerciales del municipio”, indicó el alcalde.

Pero además, añadió José Manuel Bermúdez, “se convertirán en los ojos y en las orejas del Ayuntamiento”. El regidor explicó que los agentes cívicos también ofrecerán información en otras materias relacionadas con la convivencia ciudadana y recogerán las quejas planteadas por vecinos y empresarios, para trasladarlas al Consistorio. Asimismo, dijo, realizarán labores de detección de barreras arquitectónicas que menoscaben la accesibilidad en las calles de la capital y propondrán mejoras en cuestiones de servicios o infraestructuras, como en materia de limpieza y gestión de residuos, y tenencia de animales.

El proyecto Santa Cruz + Segura cuenta con un presupuesto de 700.000 euros. De dicha cantidad, el Ayuntamiento chicharrero aporta 62.000 euros y el resto corresponde al Fondo Social Europeo, dentro del programa de nuevas oportunidades laborales para personas que han perdido su trabajo como consecuencia de la crisis ocasionada por el coronavirus. Esta subvención se enmarca, a su vez, en el programa NOE-Covid y cuenta también con el apoyo de la Sociedad de Desarrollo de la capital y del Servicio Canario de Empleo del Gobierno de Canarias.

Las 42 personas contratadas, de las que 36 actuarán como agentes cívicos y las otras seis coordinarán el trabajo que hay que realizar hasta que finalice la vigencia del proyecto, a finales de septiembre del presente año, han recibido primero una formación específica y ahora ya están empezando a recorrer las calles del municipio. Las intervenciones se han programado dividiendo la capital en diferentes zonas de actuaciones, entre las que destacan espacios comerciales, de ocio y de restauración, y centros docentes.

Desde el Ayuntamiento de Santa Cruz se destaca, respecto a la selección del personal que forma parte de esta iniciativa, que “se ha priorizado a trabajadores vinculados a sectores como el turístico o la hostelería que han perdido su empleo debido a la pandemia”. “Este sin duda es un plus añadido, porque estamos hablando de personas que tienen formación, que están perfectamente preparadas para enfrentarse a este nuevo reto”, manifestó el alcalde.

Es el caso, por ejemplo, de Rafael Montero, monitor infantil y coordinador de actividades de ocio. Este joven cuenta que la pandemia del Covid 19 lo dejó sin oportunidades. “Yo iba escapando con contratos temporales, sobre todo en hoteles. Pero esta crisis me dejó sin la posibilidad de realizar lo que me gustaba, para lo que estaba preparado. Fue muy duro”, relata a EL DÍA. A Montero lo llamaron del Servicio Canario de Empleo para que formara parte de este proyecto de agentes cívicos en Santa Cruz de Tenerife.

Este se siente muy agradecido y afortunado, “porque la verdad es que es un trabajo muy interesante, con el que puedes ayudar a la gente y con el que puedes contribuir a que esto se acabe de una vez por todas”. “Además, me siento muy cómodo, ya que me encanta hablar con las personas”, agrega Rafael Montero. Dice que cuando finalice este contrato, se centrará en prepararse para convertirse en Guardia Civil.

Ángela Trujillo trabajaba en el mundo de la hostelería, pero también ella se quedó sin empleo por la crisis del Covid 19. “Estoy muy feliz porque vuelvo a tener trabajo y porque, además, realizamos una labor que me hace sentir muy útil. Incluso, a veces actuamos como psicólogos, porque mucha gente se acerca a nosotros simplemente para hablar, para que los escuchemos”, cuenta. Ángela es camarera y también “formadora de camareros”. Cuando finalice este contrato, le gustaría volver a dedicarse a la formación.

Conchi Baute era dependienta en una joyería. La tienda cerró por la crisis del Covid y ella se quedó sin empleo. Dice que se enfrenta a este nuevo reto “con mucha ilusión, pues es una labor preciosa”. Eso sí, relata que le ha sorprendido “la desesperanza que se siente en la calle”. “La gente y las empresas están desesperadas. Por eso es tan importante que nosotros, como agentes cívicos, llevemos a todos los rincones de Santa Cruz el mensaje de que debemos ser responsables para que esto acabe”, apunta Baute.

Tras sus primeros recorridos por las calles de la capital, todos los agentes cívicos coinciden en señalar que la principal queja que han manifestado los vecinos, y también comerciantes, en relación al Covid 19 es que “no se están cumpliendo los límites de aforo en el transporte público”. “Dicen que supone un auténtico peligro o riesgo coger la guagua o el tranvía, porque en su interior va demasiada gente sin respetar las distancias. Los vecinos denuncian que son espacios cerrados que nadie está controlado”.