“Por iniciativa del Exmo Sor Tent Gral D Valeriano Weyler Cap Gral del Distrito y con dirección del Cmte de Ing D Tomás Clavijo se construyó este edificio sin costo del Estado. Se principió en 1º de Mayo de 1879. Se terminó en 31 Dbre de 1880”. Esta es la leyenda, copiada fielmente con sus abreviaturas, que figura en la placa conmemorativa situada sobre el arco dintel de la puerta del lado oeste del gran patio del Palacio de Capitanía General de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife. El bello edificio acaba de cumplir 140 años. Está previsto un programa de actos en conmemoración de esta efeméride que, de momento, se pospone al próximo otoño a la espera de que para entonces el virus esté, al menos, controlado.

Desde que lo ocupó el general Weyler en su inauguración, hasta hoy que lo hace el general Palacios Zaforteza han pasado por el palacio 73 generales. Se les ha denominado capitán general, comandante militar en la República, comandante general, de nuevo capitán general, más tarde general jefe de la Zona Militar de Canarias y actualmente general jefe del Mando de Canarias. La institución de la Capitanía General de Canarias fue establecida por Felipe II en el año 1589 y desde entonces hasta 1881, en que definitivamente se fijó su sede en este edificio, los capitanes generales tuvieron diversas residencias, primero en Las Palmas, después en La Laguna y más tarde en varios lugares de Santa Cruz.

Luis de la Cueva, primer capitán general de Canarias y al mismo tiempo presidente de la Audiencia, fijó su residencia en Las Palmas de Gran Canaria. Según el plano de Leonardo Torriani de 1590, la sede de la Audiencia y casa de su presidente estaba situada en el chaflán que formaban las calles de Santa Clara (hoy Domingo Denis) y los Remedios (hoy San Nicolás). Desde 1582 se habían iniciado las obras de la que se conoce como la Casa Regental, que fue construida para residencia de la primera autoridad del Archipiélago pero no se concluyó hasta 1640. En 1656, Alonso Dávila decidió trasladar, aún sin autorización expresa, la Capitanía General a Tenerife, no así la Audiencia, que mantuvo su sede en Las Palmas y los regentes del organismo judicial residieron desde entonces en la Casa Regental, que está situada en la Plaza de Santa Ana, junto a las Casas Consistoriales. Aunque a principios del siglo XIX tuvo una reforma importante en su fachada, sigue siendo una de las pocas muestras de edificios renacentistas en la ciudad de Las Palmas.

El primer capitán general que residió en La Laguna con autorización real fue Jerónimo de Benavente, que recibió licencia para vivir en la isla que creyera más conveniente, y utilizó para ello una casa erigida entre los años 1624 y 1635 por Diego Alvarado- Bracamonte, gobernador, corregidor y capitán de guerra. La mansión muy pronto dejó de llamarse de Alvarado- Bracamonte para pasar a ser la Casa de los Capitanes Generales, situada muy cerca de la plaza principal de la ciudad, la Plaza del Adelantado, y colindante con la Casa de los Corregidores. El edificio, ejemplo de arquitectura canaria del XVII, se caracteriza en su exterior por su portada de piedra de toba volcánica roja, que se utiliza también en las esquineras, dándole a la fachada una especial distinción arquitectónica. Llaman la atención la distribución irregular de los huecos, el amplio alero de teja y el esgrafiado de tradición hispano árabe.

La erupción volcánica de 1706, que cegó por completo el entonces floreciente puerto de Garachico, hizo que la actividad comercial, sobre todo la de exportación de vinos, se desviara hacia el puerto de Santa Cruz, hasta entonces un pequeño refugio de pescadores chicharreros -de ahí el gentilicio-. Esto hizo que empezara a crecer de forma espectacular, por lo que, en 1723, nada más llegar a las Islas, Lorenzo Fernández de Villavicencio, marqués de Vallehermoso, decidió, ante esta pujanza, trasladar su residencia al Castillo de San Cristóbal en Santa Cruz. Esta decisión no gustó en absoluto en La Laguna y convirtió lo que era un pleito entre Tenerife y Las Palmas, en un pleito triangular, Santa Cruz, Las Palmas y La Laguna, las tres en lucha por la supremacía en las Islas.

Este Castillo de San Cristóbal se comenzó a construir en 1575 y entró en servicio en 1577. Era de planta cuadrada no regular completada con cuatro baluartes en sus vértices (uno de ellos está replanteado en el fondo del pequeño lago artificial de la Plaza de España), edificado con sillería y mampostería, como todas las obras militares de esa época en Canarias. Fue la construcción militar más importante de las que se integraban en la defensa del puerto de Santa Cruz, haciéndose especialmente famosa por haber sido el puesto de mando del General Gutiérrez en ocasión de la victoria sobre el contralmirante Nelson en 1797. A finales de 1928 fue demolido.

Una de las grandes ventajas que supuso el que los capitanes generales residieran en Santa Cruz fue que trajeron consigo a los ingenieros militares y esto hizo que se mejorara de forma muy importante su desarrollo urbano. El historiador Antonio Rumeu de Armas lo expresa claramente: “Santa Cruz tiene contraída una deuda con la Capitanía General, pues no hay en la geografía española un núcleo urbano, tan entrañablemente vinculado con la Alta Magistratura Castrense”.

Por el plano levantado por el ingeniero militar Antonio Riviere en 1740 podemos saber que José Emparán se estableció en la casa nº13 de la calle de la Marina, justo delante de donde en 1787, por iniciativa del marqués de Branciforte, el ingeniero militar Amat Tortosa construiría, intentando imitar al Salón del Prado de Madrid, la que hoy se conoce como Alameda del Duque de Santa Elena. También se tiene constancia de que Andrés Bonito Pignateli residió en ese lugar.

La siguiente sede que se conoce es la que en 1791 utilizó el general Gutiérrez que se instaló en la calle San José, esquina a San Francisco, que después fue el hotel Camacho y hoy ocupa su lugar un conocido banco.

En 1808, Carlos O´Donnell, nombrado capitán general de Canarias por la Junta Suprema después de ascenderle de coronel a mariscal de campo, residió en la llamada Casa Foronda, en la Plaza de la Pila esquina a Castillo, que después fue el hotel Panasco. Allí nació su hijo Leopoldo, que llegaría a ser el gran general liberal que marcó toda una época durante el reinado de Isabel II. Este edificio fue entrañable para la ciudad, porque en sus bajos estuvieron la Droguería Espinosa y los bares La Peña y Cuatro Naciones, de imborrable recuerdo para los chicharreros. Hoy en su solar hay un banco ubicado en una gran mole, que cierra por el oeste, yo diría que aplasta, la bella Plaza de Candelaria.

Se volvió después al antiguo caserón de la calle de la Marina y en el año de 1852 se consiguió la autorización para formar un proyecto para la construcción de un nuevo edificio para Capitanía General. Hubo dos proyectos, el último firmado por el coronel Luis Muñoz el 11 de octubre de ese año. Pero ninguno fue aprobado, por lo que el capitán general José María de la Viña determinó que se alquilara el Palacio de Carta, donde a partir de enero de 1853 se estableció la Capitanía General de Canarias.

El Palacio de Carta es un bello edificio situado en la Plaza de la Pila (Hoy de Candelaria), que fue mandado a construir por el capitán Matías Rodríguez Carta y se concluyó en el año 1752. Es la única muestra de arquitectura civil del siglo XVIII que nos queda en Santa Cruz. Aunque en su interior es una casa tradicional canaria, su fachada es claramente neoclásica, el estilo que durante muchos años los ingenieros militares utilizaron por todo el Imperio español. Eso da pie para afianzar la idea de que fue obra de un ingeniero militar, Manuel Hernández, amigo personal de su promotor y propietario.

Dieciséis capitanes generales pasaron por el Palacio de Carta, antes de que el 5 de abril de 1878 llegara a Santa Cruz el teniente general Valeriano Weyler Nicolau, recientemente ascendido cuando aún no había cumplido los 40 años. Aquí se encuentra con un edificio de Capitanía General alquilado, poco apropiado y teniendo en cuenta que la categoría de una institución se mide, en gran parte, por la grandiosidad del inmueble que la alberga, el 31 de agosto de ese mismo año ordenó al general subinspector de ingenieros la formación de un proyecto de un nuevo edificio para Capitanía General, en el solar que ocupaba el Hospital Militar. El proyecto fue redactado por el ingeniero militar Tomás Clavijo y Castillo Olivares, lanzaroteño, con mucha integración en el Real Cuerpo de Ingenieros, cuatro de sus tíos fueron ingenieros militares, un hermano y dos primos con Clavijo de segundo apellido también. Una verdadera saga. En muy poco tiempo Weyler, gracias a su tesón y al prestigio que tenía en Madrid, consiguió levantar el bello palacio que ahora cumple 140 años.

Al general que reside ahora en este palacio ya no se le denomina capitán general, pero en Canarias, especialmente en Tenerife, digan lo que digan los boletines oficiales, la raigambre de la institución es tal en la sociedad, que jamás se le dejará de llamar el capitán general y a la casa donde vive la Capitanía General, que es, sin duda, el edificio con mayor prestancia y presencia de la geografía urbana de Santa Cruz.