El Faro que alumbra el Suroeste

Un cerco realizado con bolsas de escombros en la última rotonda de la avenida de La Gallega puso en alerta a los vecinos de esta zona del Distrito Suroeste la semana pasada. De forma curiosa, hacía doce años que esta zona algunos desaprensivos la han utilizado como vertedero de escombros, y durante este tiempo han aparecido abandonados ahí hasta lavadoras y colchones. Sin embargo, esa situación no generó tantas denuncias telefónicas como las bolsas que los participantes en el Proyecto Faro distribuyeron para acotar la zona con casi dos toneladas de escombros de las obras que algunos hicieron en su casa y no encontraron ningún punto limpio o mejor zona por el camino que dejarlo abandonado.

Desde el pasado día 14, una quincena de participantes del Proyecto Faro trabajan para devolver a su estado original esta zona a través de un proceso de transformación comunitario que involucra a todos los agentes sociales que se quieran sumar a la causa. Por una parte se trasforma el entorno y también se predica desde el ejemplo –en primera persona y luego para cuantos pasan por la zona– fomentando la conciencia con la colaboración de jóvenes que realizan prestación en beneficio de la comunidad.

La coordinadora del proyecto, Naira Rodríguez, destaca la importancia de involucrar a todas las personas del entorno así como a las entidades del Suroeste, a las que se les invita a sumarse a esta red que, en el particular de la mejora del entorno del vertedero incontrolado de La Gallega, pasa por cambiar actitudes. Así, se pasa de antes tirar basura a despertar la necesidad de cuidar el entorno. Junto a los jóvenes que desarrollan su colaboración con la comunidad, se han incorporado personas de referencias, como Ray Pérez, artista urbano que desarrolla un papel fundamental en el proceso de transformación del medio urbano natural.

No se trata de un proyecto cerrado, sino que está abierto a cuantas personas quieran sumarse y faciliten la transformación del entorno. El primer paso ahonda en el desarrollo de conductas preventivas, de sembrar en los participantes la necesidad de cuidar la zona y desterrar acciones como el vertido de escombros, en este caso. El Proyecto Faro consta de dos parte, una más teórica, de trabajo de campo en el que se comparte tiempo y conocimiento, y la segunda, a pie de obra, donde se vincula a empresas a las que se le solicita su colaboración con guantes de obras o bolsas para la recogida de escombros y basuras.

Acciones concretas

En colaboración con el Distrito del Suroeste, los promotores del Proyecto Faro, con Naira Rodríguez –entre otras personas– al frente propusieron la intervención en la zona con dos retos concretos. Uno, la limpieza del vertedero incontrolado de la última rotonda de La Gallega, trabajo que incluye la retirada de los vertidos, el traslado a un punto limpio y la plantación de flora autóctona de la zona –como brezo o higueras, que permitan la devolución del medio a su estado natural– sin necesidad de dependencia hídrica. El segundo reto, puesta en marcha del huerto urbano de El Sobradillo –uno de los dos que tenía Santa Cruz, el segundo en El Toscal–, que se está acometiendo de forma paralela a la retirada de escombros y que consiste en la limpieza de la maleza y su adecuación para volverlo a poner en marcha como una actividad que desarrollarán en el Proyecto Faro. Esta iniciativa cuenta no sólo con la participación de jóvenes que realizan su prestación en beneficio de la comunidad sino que también aspira a implicar a la comunidad escolar de los centro de Tíncer, Santa Cruz de California y El Tablero, según explicó el concejal de Distrito, Javier Rivero, quien se ha hecho uno más, junto al director del Suroeste, Miguel Ibáñez.

El objetivo del huerto es su puesta en marcha hasta el punto de generar semilleros, que germinen y atender esas plantas; unas se utilizarán de forma ornamental y otras, para alimentación. Es el nuevo criterios que establece la “transferencias de conocimiento”, que pasa por un sistema de protección para compartir experiencia y conocimiento.

El plazo de ejecución de la supresión del vertedero junto a la rotonda de La Gallega es de tres meses. Ya se han embolsado las dos toneladas, se ha colocado acotando la zona y cada bolsa lleva estampada, por obra y arte del artista urbano Ray Pérez, una flor, reivindicando la belleza del lugar frente a la intervención del hombre. Gracias precisamente a la prestación de servicios y a la colaboración de cuantas personas lo deseen, se trabaja para devolver al medio a su estado natural.

A la espera de que la vegetación vuelva a florecer en la rotonda o el huerto –donde hoy hay escombros o maleza–, se evidencia un cambio de actitud entre quienes afrontan la mejora del entorno natural. Es el primer paso.

Sergio, el carpintero de 19 años

Entre los jóvenes que desarrollan su prestaciones en beneficio de la comunidad, Sergio, vinculado al Proyecto Faro desde hace un mes y que trabaja en erradicar el vertedero que se localiza junto a la última rotonda de La Gallega. Se muestra agradecido por la posibilidad que permite ayudar a las personas. Vecino del barrio de La Salud, tiene 19 años. Estudió FP de Carpintería –durante dos años– y la experiencia que desarrolla en la restitución entorno a su situación original ha despertado su deseo de formarse como monitor de Ocio y Tiempo Libre para poder inculcar los valores que recibe a otros jóvenes. “Toda formación tiene su recompensa”, dice. Desde los seis años a los dieciocho estuvo interno en el Sistema de Protección de Menores ya que sus padre no podían hacerse cargo.

Adrián, el luchador de El Rosario

“Quiero poco a poco ir adquiriendo experiencia para poder ayudar yo a las demás personas”. Es la máxima que ha aprendido Adrián en el poco tiempo que lleva en Proyecto Faro, que debe realizar prestaciones en beneficio de la comunidad hasta febrero. “Retirar la basura que dejan los demás es una experiencia interesante para saber lo que no hay que hacer. Prefiero estar aquí recogiendo escombro que en casa sin hacer nada”. Miembro del equipo juvenil de lucha de El Rosario, Adrián, de 17 años, espera por unas pruebas de seguridad para poder trabajar.

Tana: “Mejor aquí que haciendo el botarate”

Natural de San Andrés, reside en Ofra. Muestra su conformidad con la labor que desarrolla porque “estoy entretenido aquí en vez de estar en la plaza haciendo el botarate”. Llegó hasta tercero de la ESO, y esta oportunidad le ha permitido descubrir la necesidad de formarse para lograr un trabajo. Tal vez siguiendo el ejemplo de su padre, trabajador de la construcción, u orientarse como chapista, mecánico o también barbero. Asegura que, cuando acaba de realizar la prestación, continuará en el Proyecto Faro como voluntario.

Ray Pérez, un vecino de referencia

Junto a los “voluntarios” que desarrollan su labor en Proyecto Faro, participa Ray Pérez, vinculado a la asociación que desarrolla el programa en sistemas de protección por su propia experiencia profesional, pues es trabajador social y está vinculado a centros de menores.

Ray se encarga de plantar flores, con el mismo flix que pinta murales, sobre las bolsas que guardan el escombro abandonado y que delimita la zona de limpieza. A sus 38 años, es todo un ejemplo. Aunque trabajador social, participa como voluntario. Nacido en una de las ciudadelas que ocupó el TEA, se crió en Azorín y siempre ha estado vinculado al movimiento vecinal que se puso en marcha en Añaza –allí se trasladó en 1993 y se implicó en la primera línea de la vida del barrio desde 1999–, teniendo en el fallecido dirigente vecinal Luis Celso García a su principal mentor e impulso en la lucha por la sociedad, como demostró en la asociación juvenil Changó.

Su implicación es un modelo para los jóvenes de Proyecto Faro, en su afán por luchar por el barrio desde la integración.