El paso del tiempo ha dejado en el olvido el convento de San Pedro Alcántara que se levantó donde hoy se localiza la Recova Vieja o el teatro Guimerá, entonces en manos de los dominicos. ¿Alguien se imagina que la plaza del Príncipe fuera el jardín de los franciscanos? Son perlas del paseo por el patrimonio.

La ruta por algunos de los templos de la capital que se oferta desde la Concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, desarrollada por la empresa Lhorsa, del historiador Pablo Hernández Abreu, comienza el domingo a las once de la mañana, horario religioso. En realidad, la cita se ha adelantado a las once menos cuarto para que el grupo de excursionistas –una quincena, por la estricta aplicación de las normas sanitarias de seguridad para evitar posibles contagios por el Covid– llegue antes al templo de la parroquia matriz de La Concepción, en la céntrica calle de La Noria, antes de que comience la catequesis.

A las puertas de la iglesia más antigua de la capital, la guía, Natalia Pou, saluda a los participantes. Salvo Miguel Ángel, el resto son mujeres. Hace una introducción para recordar los orígenes del templo, que ya se recogen en los planos del italiano Leonardo Torriani (1560-1628), autor también de la primera cartografía de la ciudad de La Laguna. La guía muestras dos láminas de la época: una, de Aguere; otra, de Santa Cruz, que evidencia el desarrollo poblacional de San Cristóbal de La Laguna, frente al protagonismo que tuvo la actual capital, que en aquella fecha no pasaba de ser el puerto de pescadores para La Laguna. Hasta 1706, cuando se produjo la erupción del volcán Trevejo que arrasó el puerto de Garachico en favor del auge económico que comenzó a adquirir Santa Cruz en el tráfico portuario.

De ruta por los altares de Santa Cruz

Una parroquia que creció

Natalia Pou explica antes de entrar a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción que esta iglesia es la primera que existió como tal en Santa Cruz, si bien el actual edificio se levanta en la zona pero no es el mismo que la construcción primitiva. Entre otros contratiempos, la iglesia sufrió en 1652 un incendio que se cebó con el templo y que, en su reconstrucción se aprovechó para su ampliación.

Otra curiosidad: el nombre original fue iglesia de la Santa Cruz o de la Concepción de la Santa Cruz, si bien a partir del siglo XVIII pasaría a tomar el nombre de iglesia de Nuestra Señora de La Concepción. A pesar de la configuración actual como un templo de cinco naves, su construcción es el resultado de sucesivas ampliaciones, cobrando especial protagonismo las capillas que se promovieron y costearon los habitantes más pudientes de la época a cambio de algunos privilegios de parte de la parroquia.

Los hermanos Logman

En el siglo XVIII, los hermanos sacerdotes Rodrigo e Ignacio Logman tuvieron un especial protagonismo tanto en la parroquia de La Concepción como en la construcción del antiguo Hospital Civil. En agradecimiento a su contribución a la hora de favorecer el patrimonio religioso, los restos de los hermanos Logman descansan en una de las capillas laterales, un privilegio reservado también para el general Gutiérrez, que lideró las tropas locales que repelieron el ataque el almirante Horario Nelson, el 25 de julio de 1797.

Solo la iglesia de La Concepción merece en sí una ruta para disfruta de su riqueza, tanto artística como histórica. Entre las imágenes de mayor relevancia, una pequeña talla de campaña de la Virgen de la Consolación que se atribuye a que la trajo el adelantado Alonso Fernández de Lugo en la conquista de Tenerife, imagen de 1496 que se venera en una pequeña hornacina que se descubre en el establo de la nave derecha, de frente al altar mayor, y que inicialmente se custodió y veneró en el antiguo y ya desaparecido castillo de San Cristóbal, donde hoy está la plaza de España. Otro tesoro de la parroquia matriz: la cruz fundacional, según se cree, que se expone en una funda de cristal a la entrada del templo, a la derecha, y que se cree que fue la que se colocó en la playa de Añazo cuando se produjo el desembarco en la isla, en 1494

La guía pone énfasis en la talla de la Inmaculada Concepción que se expone en trono y no en su camerino –al coincidir con su festividad litúrgica, que celebra hoy la Iglesia Católica–. Se trata de una imagen del orotavense Fernando Estévez (1788-1854). Entre otros tesoros de se encuentran en La Concepción chicharrera, la talla de Santa Teresa, de origen genovés, o la Virgen del Carmen o Santa Catalina. Recordó la guía que con la desaparición del convento de Santa Domingo y del hospital civil mucho patrimonio recaló en la iglesia de La Concepción, como sucede con una Virgen del Rosario o de San José; esta última de Luján Pérez, que también estuvo en el convento de Santo Domingo. Antes de abandonar la parroquia matriz –los niños de la catequesis comienzan a llegar–, un alto para conocer el cuadro de ánimas o una referencia a la capilla de Cartas, junto a la nave central.

A las puertas de la iglesia, Natalia Pou recuerda que una imagen de la Inmaculada preside precisamente el acceso principal, mientras lamenta que las riadas que ha sufrido el templo ha acabado por menguar el ajuar de la Virgen.

Rumbo a San Telmo

De la calle de La Noria, a San Telmo, construida en 1610 por la cofradía más antigua que se recuerda en Tenerife: la cofradía de pescadores, que celebraba su fiesta cada 15 de abril. A mitad del siglo XVII los franciscanos promovieron su convento junto a la ermita que finalmente sería demolido ante el rechazo de la población tras cuestionar los permisos concedidos, como incluso trae al recuerdo el historiador Eduardo Zalba, quien encarnó a un dominico de la época durante la ruta. En el interior, sobre las vigas, algunos de los exvotos regalados por marinos y sus familiares para cumplir con sus promesas. La rivalidad entre dominicos y franciscanos estuvo latente en el viejo Santa Cruz. Los primeros tutelaron el hoy desaparecido convento de San Pedro Alcántara, donde se levanta la Recova Vieja –donde estaba el huerto– o el teatro Guimerá –antigua iglesia y zona claustral–.

Al otro lado del Viejo Santa Cruz, cruzando el barranquillo de la actual calle barranquillo –conocido en la época como el barranco de Cagaceite–, se encuentra el convenio de los franciscanos. Su jardín ocupaba la actual zona de la Plaza del Príncipe, mientras que el convento y la iglesia, donde están las actuales dependencias de la Orden Tercera y San Francisco.

Entre las curiosidades de la Orden Tercera, el retablo de Cristóbal Afonso o el camerino de la Virgen de la Soledad, que gira sobre sí para venerarse en ese templo o en el vecino San Francisco, donde también se custodia al Cristo de las Tribulaciones, Señor de Santa Cruz, que evitó que entrara el cólera en El Toscal, en 1898. Detalles de la otra Santa Cruz.