Para las nuevas generaciones tal vez sea impensable imaginar la playa chicharrera de Las Teresitas con otro color de arena y atestada de callaos. Actualmente esta zona de baño de la capital luce bien distinta a la imagen que tenía hace 50 años. Hoy en día se caracteriza por una arena fina y amarilla y la tranquilidad de sus aguas, que hacen de este espacio uno de los favoritos de las familias de Santa Cruz para disfrutar de sosegados baños de mar acompañados por los pequeños de la casa. Sin embargo, esta playa fue artificialmente transformada en la década de 1970 con el objetivo de ampliar su extensión y para ello se trajo arena del desierto del antiguo Sáhara español.

La playa, que entonces estaba cubierta de arena negra volcánica y cantos rodados o guijarros, se dividía entonces en varias zonas conocidas como Tras la Arena (la más próxima a San Andrés ) o la del Barranco de las Teresas, de la que terminó tomando el nombre. El rompeolas que hoy amortigua el golpe de las olas del mar, también fue levantado por aquel entonces, evitando así el oleaje y descartando esta zona como lugar de cita para los amantes del surf. Asimismo se hizo un escalón de corte dentro del mar para evitar que el agua arrastrara la arena que se trajo de Las Teresitas.

Y es que la arena volcánica que allí había fue desapareciendo, principalmente por el abastecimiento de constructoras y al mismo oleaje que la arrastraba a su interior. Cerca de 20 años es lo que se tardó en pasar del papel a la acción y en los primeros meses de 1973 los callaos fueron sustituidos por cinco millones de sacos que contenían unas 270.000 toneladas de arena rubia.

Recientemente la cuenta de Twitter Vieja Canarias ha compartido una instantánea en la que se puede apreciar cómo era este enclave antes de su remodelación, una imagen que ha despertado la nostalgia de muchos chicharreros, sobre todo, de aquellos que conocieron a Las Teresitas con aquella apariencia volcánica.