La capital tinerfeña inauguró, la tarde-noche del sábado, la tercera edición de rutas guiadas por el Patrimonio Histórico de Santa Cruz. En total, ocho recorridos que ahondan en la historia y el anecdotario de diferentes rincones de la ciudad. De la mano de Pablo Hernández y Natalia Pou, de la empresa Lhorsa Arte & Eventos, la Concejalía de Patrimonio Histórico, que dirige la nacionalista Gladis de León, pone en valor diversas aristas de Santa Cruz, desde una interpretación misteriosa y oculta, como el antiguo Valle de Salazar (San Andrés), hoteles para un barrio, un parque en familia, el patrimonio religioso, la arquitectura racionalista, las características de diferentes enclaves de Salud-La Salle... hasta un paseo romántico por la ciudad, tomando la literatura como referencia.

La cita bien podría parecer la grabación de un documental para La 2 o Discovery, donde una quincena de personas –en función de las limitaciones impuestas por las medidas sanitarias del Covid-19– se convierten en los intrépidos protagonistas de la aventura.

Santa Cruz presume de patrimonio

Tras los agradecimientos de rigor y el brindis por el renacimiento de la cultura, el patrimonio y el turismo en una época donde los esfuerzos se centran en combatir la pandemia y mimar la sanidad y la educación, Pablo Hernández, experto en Historia del Arte, presenta al grupo a la guía que nos llevará por el Santa Cruz que caminamos a diario y que permitirá conocer la cara oculta de diferentes enclaves. Desde el antiguo cementerio viejo de San Rafael y San Roque, al templo de la Logia Masónica, el Señor de las Tribulaciones que se venera en la parroquia de San Francisco de Asís, el encuentro con la Inmaculada Concepción de Gaspar Quevedo o el Cristo que se custodia en el Museo Municipal después de que fuera despojado de su capilla en el viejo cementerio, Cruz Verde, la Casa del Miedo, La Concepción o el antiguo hospital civil, y todo en dos horas.

Pandemia número 40.

La cita con Santa Cruz, Misteriosa y Oculta arranca en la plaza del antiguo cementerio de San Rafael y San Roque, donde el grupo formado por quince vecinos curiosos por la historia de la ciudad –tres hombres y doce mujeres– atiende las explicaciones de Pablo Hernández y Natalia Pou, quienes explican que esta expedición no podrá entrar en el camposanto gracias al inicio la semana pasada de las ansiadas obras de rehabilitación.

Sin embargo, no se desterró el enclave como punto de arranque de la ruta por la importancia que tiene el lugar, al ser el único cementerio de la Isla que disfruta de la consideración de Bien de Interés Cultural (BIC). Por si fuera poco, su origen, que se remonta a 1811, está de máxima actualidad. Santa Cruz está sumida en la pandemia número cuarenta de su historia, y fue precisamente por una circunstancia similar por la que se construyó el antiguo camposanto, cuando surgieron los cementerios extramuros, a consecuencia de la falta de sitio en los templos y para garantizar la salubridad.

La fiebre amarilla sacudió en 1810 a la población de Santa Cruz, que tenía un censo de unos siete mil vecinos; la mitad abandonó la ciudad para evitar el contagio y otros mil residentes se contagiaron y fallecieron, lo que justificó la creación del camposanto en el que reposan los restos en la actualidad de ilustres como Sabino Berthelot, Ireneo González, Secundino Delgado o Santiago García Sanabria. Recuerda Natalia Pou que el cementerio lleva el nombre de San Rafael –ángel salvador– y San Roque –protector de las epidemias–. Precisamente en 1893 Santa Cruz volvería a verse afectada por la epidemia de cólera, lo que hizo necesario la creación en 1916 de otro camposanto, Santa Lastenia, y el cierre de San Rafael y San Roque –ya desbordado–, que ha permanecido clausurado durante un siglo sorteando expolios y profanaciones a la espera de que las autoridades acometan su demandada rehabilitación, tras actuaciones puntuales. “Cuando entras, parece que estás en otro lugar”, dicen Pablo y Natalia, pero aún habrá que esperar por unas obras que acaban de empezar para ver las esculturas que presiden los panteones o conocer la chercha, donde se enterraba a los protestantes gracias a la iniciativa emprendida por un cónsul de la Reina Victoria, en 1837.

Santa Cruz presume de patrimonio

Destino: Viejo Santa Cruz.

De San Rafael y San Roque, el grupo va al galope hasta la Logia Masónica, “el más bello y único templo de estas características en España”, dice con énfasis Natalia Pou, una construcción que data de comienzos del siglo XX y que levantó la Gran Logia Añaza, según proyecto de Manuel de Cámara y Cruz, sobre una parcela que adquirió por 2.000 pesetas frente a los 70 millones que le costó recuperarlo al Ayuntamiento de Santa Cruz después de que fuera requisado por Franco, en el alzamiento de 1936. Afortunadamente, destacan Pablo y Natalia, no se destruyó. Hoy espera por su rehabilitación y su puesta en servicio, tal vez como centro cultural, dejó entrever Pablo Hernández.

De la Logia al encuentro con el Señor de las Tribulaciones, Emilio Montero –uno de los participantes en la expedición a la Santa Cruz misteriosa y oculta– hace sus pinitos como historiador avalado por su interés en el ayer: “Se cuenta que Franco se cebó con la Logia en España porque su tío y su padre eran masones y a él no lo dejaron entrar”, explica este trabajador del IASS que antes fue electricista y binguero pero, sobre todo, un apasionado del patrimonio.

Santa Cruz presume de patrimonio

Cita con el Señor de Santa Cruz en plena pandemia.

De San Lucas a la iglesia de San Francisco de Asís, al encuentro con la Santa Cruz de 1893, cuando la capital sufrió una epidemia de cólera y fue sacado en procesión de rogativa el Señor de las Tribulaciones para pedir su protección y evitar que se cebara con la población de la capital, favor que se le atribuye con los vecinos del barrio de El Toscal, donde estaba la antigua prisión de mujeres, por lo que en 2011 se le reconoció como el Señor de Santa Cruz... Curiosamente, aunque no formaba parte de la ruta guiada, mientras Pablo y Natalia explicaban la rogativa extraordinaria de finales del siglo XIX se celebraba la tarde del sábado 21 de noviembre de 2021 una eucaristía solemne para implorar el fin de otra pandemia, la del Covid-19.

Los guías recordaron que la talla era propiedad de la familia Carta y rescataron el primer milagro del Señor de las Tribulaciones: la curación de María Nicolasa Eduardo, esposa de José de Carta, los señores que residían en el Palacio que se localiza en la plaza de la Candelaria, actualmente en obras. Una de las participantes en la ruta preguntó: “¿Dónde es el Palacio de Carta? No sabía de su existencia”. Antes de seguir la ruta, visita al encuentro con el Señor de las Tribulaciones, que presidió el sábado el altar mayor de San Francisco por la eucaristía de rogativa.

Aproximación al arte.

Sin salir de las antiguas pertenencias franciscanas en el ayer chicharrero, a los pies de la huerta del convento –hoy, la plaza del Príncipe–, la ruta hace una aproximación al arte en uno de los altares de Santa Cruz: el museo municipal, edificio cuyo origen se remonta a 1929, según diseño del arquitecto Eladio Laredo, donde lo primero que se expuso fueron las banderas que se le incautaron al derrotado Horacio Nelson en su ataque a Santa Cruz, el 25 de julio de 1797. La actual construcción aglutina catorce salas donde se exponen obras que abarcan desde el siglo XVI al XX.

Tras rebasar las escaleras rumbo al encuentro con la Inmaculada Concepción de Gaspar de Quevedo, Pablo Hernández ilustra a los visitantes del museo sobre una cristalera republicana que pasó tan inadvertida en el trayecto del sábado como en el franquismo; solo así se entiende –precisó– que sobreviviera a aquella época. La explicación no le pareció muy convincente a uno de los participantes, que desplegó su sabiduría sobre la heráldica... Volaron los móviles; se desataron los whatsapps en busca del amigo del tío del primo que es historiador para contrastar la explicación.

Mientras, Pablo –como los grandes artistas... del espectáculo– se recompuso para que la anécdota del paseo por el inmueble no dejara como segundo plato su explicación de la Inmaculada Concepción, en un intento de lección magistral sobre si los personajes que aparecen a izquierda o derecha son san Pedro y San Pablo después de que hace una década el experto Lorenzo Santana Rodríguez lo cuestionara y advirtiera de cómo varía el sentido de la obra si la inscripción que figura en las tablas pintadas se lee en línea. ¿Tal vez un mensaje encriptado para sortear la inquisición?, se preguntó el historiador del Arte para recordar que este cuadro era propiedad de Lercaro Justiniano, de la familia Carta, a quien vincula con el judaísmo.

Pasando de largo por el Tríptico de Nava, una de las joyas del museo, nos encontramos con una perla del patrimonio: el Cristo que estaba en la capilla del cementerio viejo, una talla del siglo XVIII –anterior al propio camposanto– que apareció abandonado y destrozado a las puertas del cementerio y que hoy yace en una mesa que evidencia su antigüedad a la espera de que alguien acuerde su restauración y restitución a la capilla.

Rumbo a La Noria.

De San Francisco a la Casa del Miedo, en la calle de La Noria, inmueble que perteneció a la familia de Manuel Verdugo y que toma nombre por la sombra que se advertía en el ojo de buey, donde moraba un juez. La luz de la vela, junto al cráneo que presidía unos libros apilados, llenaba de pavor a los transeúntes que pasaban junto al inmueble que en la actualidad ocupa la Sociedad Mamel’s. La ruta por la Santa Cruz misteriosa y oculta concluye a mitad de camino entre La Concepción y el Hospital Civil, alimentando el ansia por conocer más la capital, pues solo lo que se conoce es lo que se quiere.

Satisfacción entre los participantes

Los que participaron de la ruta por la Santa Cruz misteriosa y oculta celebraron una actividad de este tipo. “Ojalá se ponga en valor el patrimonio, porque parece mentira que existan casas destrozadas en el casco antiguo. Santa Cruz también tiene patrimonio, no solo La Laguna, y con estas rutas aprenden un montón de cosas”. Macu Rosa comentó que se sumó, junto a otras tres amigas, a esta experiencias: “Ellas son incondicionales de las actividades que desarrolla esta empresa. Es una maravilla disfrutar y redescubrir Santa Cruz”. En su caso, bajó de La Laguna para encontrar el otro Santa Cruz. Emilio Montero también aseguró que es un habitual tanto de estas rutas como de todas las actividades que tienen que ver con el patrimonio, e invitó a las administraciones a continuar con este tipo de experiencias culturales. | H.G.