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En enero de 1854 se pusieron en marcha los primeros coches de hora.

Coche de hora

La primera compañía para el transporte colectivo de viajeros, entre Santa Cruz de Tenerife y La Laguna fue creada por Hardisson Hermanos el 4 de enero de 1854, con un capital social suscrito por 50 acciones de 1.000 reales de vellón. Para su puesta en marcha trajeron de Marsella (Francia) dos vehículos de doce asientos, tirados por seis caballos, un cochero y tres criados menores. Le pusieron el nombre de Ómnibus, pero el pueblo prefirió llamarlo coche de hora.

Su llegada sería un importante avance en las comunicaciones, pues el primer año de funcionamiento, realizando tres viajes diarios, transportó 8.963 pasajeros entre las dos poblaciones citadas. La estación principal estaba en la trasera de la plaza de las verduras o recova vieja, junto al actual Teatro Guimerá, pero, como en su recorrido destrozaban las calles por donde pasaban, el Ayuntamiento les obligó a trasladarla a la calle de La Luz, actual Imeldo Serís, justo donde empezaba el camino de La Laguna (Rambla de Pulido).

El viaje en estos vehículos era pintoresco y no exento de riesgo. Su duración variaba dependiendo de las ganas que ponían las bestias y los latigazos que el cochero descargaba sobre ellas. La mudanza de tiro se realizaba en la casa de postas de La Cuesta, mientras reponían fuerzas los viajeros y el conductor. El interior del coche estaba reservado a las señoras, mientras que los hombres viajaban en el pescante –asiento delantero junto al cochero–. Los bultos y equipajes iban en el techo del Ómnibus.

Seis años más tarde (1860), varias empresas comenzaron a competir con Hardisson Hermanos y comenzaron a realizar cinco salidas diarias Santa Cruz-Laguna, con dos extensiones a La Orotava y Puerto de la Cruz; y un viaje diario a Candelaria, Arafo y Güimar, de cinco horas de duración.

Tranvía

La Sociedad Anónima Tranvía de Tenerife se constituyó el 29 de octubre de 1889, a través de suscripciones por un período de treinta años. El 15 de noviembre del citado año comenzaría a construirse la central eléctrica de La Cuesta y, quince días más tarde, se celebraría la ceremonia de colocación de la primera piedra, delante del triple arco de la Alameda del Duque de Santa Elena, siendo presidida por el diputado tinerfeño Imeldo Serís, Marqués de Villasegura –venido expresamente de Madrid–, acompañado del capitán general, gobernador civil, cónsul de Bélgica, etc.

El material para la instalación de la línea del tranvía llegó al puerto de Santa Cruz de Tenerife en enero de 1900, procedente de Amberes. Nada más desembarcar comenzó el afirmado de los raíles en la carretera, así como la colocación de los postes y el tendido eléctrico. En mayo del citado año la instalación de la vía ya había llegado a La Laguna.

El Rey Leopoldo de Bélgica llegaría al puerto de Santa Cruz de Tenerife en septiembre de 1900, a bordo del yate Alberta, con el fin de interesarse por el desarrollo de las obras que sus súbditos llevaban a cabo en Tenerife.

La maquinaria y las calderas para la central eléctrica llegarían de Amberes el 23 de octubre de 1900, siendo trasladadas hasta La Cuesta por catorce yuntas de bueyes, utilizando las vías ya instaladas. En enero de 1901, una espesa columna de humo que salía de la gran chimenea de 38 metros y que se distinguía claramente desde la capital, anunciaba que la Central ya estaba totalmente terminada.

La primera prueba de marcha tuvo lugar el 21 de febrero de 1901. Cuando el tranvía llegó a la plaza Weyler, la multitud allí congregada irrumpió en un fuerte aplauso. Desde allí, el tranvía se trasladó hasta el muelle por las calles Imeldo Serís, Doctor Allart y Rambla Ravenet, para luego subir por la calle del Castillo hacia la central de La Cuesta, donde se sirvió un brindis y hubo discursos de las autoridades y representantes de la empresa; luego, el tranvía continuó viaje hacia la estación de La Laguna, situada en la plaza de La Concepción. Durante el trayecto, la gente quedaba asombrada de este moderno sistema de transporte, mientras la chiquillería corría enloquecida a su vera. Después de un breve descanso, el regreso a Santa Cruz lo hizo en 34 minutos.

La inauguración oficial tendría lugar el 7 de abril de 1901, a las dos en punto de la tarde. Desde Santa Cruz y La Laguna salieron sendos tranvías transportando a las primeras autoridades y a las corporaciones de ambos ayuntamientos hasta la Central de La Cuesta, donde el obispo de la Diócesis ofició la Santa Misa de acción de gracias y bendijo las máquinas, calderas, carruajes, etc. Terminado el acto, se celebró un convite y tomaron la palabra el gobernador civil, el catedrático Cabrera Pinto, el presidente de la compañía Sr. Fichefet, etc.

Los coches, con una potencia de 100 HP (caballos), funcionaban con la corriente eléctrica producida por la central de alimentación de La Cuesta, la cual era llevada hasta el frotador dispuesto en el extremo de una percha llamada “trole”, a través de la cual llegaba a los motores del tranvía, por cuyas ruedas salía y retornaba a la central a lo largo de los raíles. El cambio de marcha del vehículo, así como sus velocidades, las controlaba el conductor por medio de un regulador y, para frenar, utilizaba el reóstato, un cilindro vertical, movido con una manivela en la que había diversos resortes para poner o quitar resistencias a los circuitos del motor, según le diera mayor o menor mordaza a las ruedas. Para añadir al frenado más adherencia en los raíles, el chófer llevaba un saquito de arena fina de playa, que dejaba caer en los raíles desde un agujero situado en la cabina. El tranvía advertía su paso o llegada haciendo sonar una campana. El trayecto Santa Cruz-La Laguna lo hacía en 45 minutos y hacía 29 paradas, unas obligatorias y otras, facultativas.

El segundo tramo del tranvía La Laguna-Tacoronte se inauguraría el 27 de julio de 1904. El Cabildo de Tenerife compraría la empresa en marzo de 1927.

El tranvía viviría sus últimos años en unas condiciones deficientes e indecorosas. Por ello, cuando, el 14 de noviembre de 1956, al tranvía número 1 se le rompieron los frenos y chocó contra un muro en la Cuesta Piedra, muriendo un joven de 16 años y resultando heridas numerosas personas, algunas de gravedad, el Cabildo suspendió su explotación de forma cautelar y un año más tarde comenzaría a levantarse la vía férrea. Los seis millones de pesetas obtenidos por el solar donde estaba la estación de La Cuesta y la venta de materiales recogidos se utilizarían para reponer los pavimentos de las carreteras, después de levantadas las vías.

El último tranvía fue utilizado como pub en la carretera La Laguna-Tejina. Años más tarde lo instalarían en Las Galletas (Ten-Bel), donde sufrió un incendio y fue vendido a la chatarra.

Jardinera

En 1902, cuando los vehículos cambiaron la tracción animal por la mecánica, el nuevo artilugio recibió el nombre de automóvil-ómnibus y, por simplificación, autobús, pero este nombre tampoco fue aceptado por los chicharreros, que prefirieron llamarlo jardinera. La primera jardinera la trajo de Francia, el 22 de mayo de 1902, Louis Alexander, relojero y comerciante de la plaza La Candelaria. El pequeño Ómnibus, construido por la casa Panhar y Levasor de París, poseía un motor de cuatro cilindros que le proporcionaba una potencia de 12 caballos, llevaba 12 asientos de madera y las ventanas no tenían cristales.

Para dar a conocer este moderno sistema de transporte, el 31 de mayo del citado año, el Sr. Alexander invitó a las primeras autoridades a una excursión hasta el Hotel Taoro, en el Puerto de la Cruz, trayecto que realizó en una hora y 59 minutos. A partir de ese momento, la jardinera comenzó a cubrir la línea donde no llegaba el tranvía; es decir, La Laguna-Tacoronte- La Orotava.

En 1912, al morir el Sr. Alexander, el madeirense Louis Gomes Camacho compraría la empresa y aumentó la flota con cinco nuevos vehículos, utilizándolos para trasladar a los huéspedes de sus hoteles –Camacho’Hotel– hasta Tacoronte. Ante el éxito obtenido, ampliaría la línea hasta el Puerto de la Cruz e Icod de los Vinos.