Su padre, procedente de La Gomera; su madre, de Lanzarote. En 1978 nació Tanausú Herrera que veinte años después decidió buscar un futuro mejor en Londres, donde estableció su residencia. Para subsistir trabajó en el servicio de limpieza de bares, entre calderos, luego de camarero hasta que llegó a ser asistente de fotografía de fotografía, que le permitió desenvolverse en el mundo de la imagen y la moda. En el año 2016 este tinerfeño vivió una kénosis personal en la que coincidieron los fallecimientos de su pareja y amigos de su entorno más próximo –algunos incluso se suicidaron– en medio de una sociedad que, a su juicio, hacía aguas por la escalada de ataques terroristas y incluso el vértigo que le produjo la crisis del Bréxit por el temor a lo que podría suponer en la economía mundial. Este panorama llevó a Tanausú a romper con esos miedos y emprender la búsqueda del amor auténtico, desmitificando iconos sociales y entregándose a compartir con los demás esa felicidad interior, adquirieron la condición del peregrino de la paz.

En mayo de 2017 comenzó un recorrido por las principales capitales europeas que lo ha llevado a visitar a pie veintidós país haciendo partícipe a cuantos se ha encontrado en los 12.500 kilómetros que ha recorrido de sus valores y sus técnicas para conseguir la ansiada paz.

Salió sin nada. Con una mochila y el primero de los once pares de tenis que le han permitido recorrer el Viejo Continente a falta de los Balcanes, Italia y Grecia. La irrupción del Coronavirus le sorprendió en Rumanía. “Estaba colapsado; reinó la confusión hasta que en pleno mes de marzo me pude trasladar a Francia en 48 horas”. Allí se estableció en los Pirineos orientales hasta que recibió la llamada de su familia que le advirtió que menguaba la salud de su madre, lo que justificó su regreso a Tenerife y pudo acompañarla durante una semana, hasta que falleció. Ahora prevé permanecer en su Isla natal este invierno compartiendo su experiencia vital como peregrino de la paz, al igual que realizó con las charlas y ya anuncia que realizará caminatas por la Isla ya como una necesidad vital.

Desafío al miedo en bosques

“salí con la casa a cuestas, mi mochila, en la que llevaba una caseta que me permitía dormir por las noches. Pernoctar en los bosques de Europa ha sido una experiencia única para descubrir que el mundo no es tan peligroso como te piensas”. A esto suma su condición de vegano desde hace ocho años, lo que le ha permitido un mayor respeto por los animales, según precisa. “Durante todos estos tres años he vivido de las donaciones y de lo que la gente que me he encontrado por el camino me ha dado; muchos se han invitado a comer y, cuando les digo que soy vegano, se sorprenden pero luego les explico y entienden que puede sobrevivir”.

Paz. Es la palabra más repetida en la conversación de Tanausú, fruto precisamente de esa inquietud de adoptar su peculiar forma de vida en el siglo XXI. Una vida de paz interior es posible y vital para este tinerfeño, que parece ajeno a a necesidad económica. “Salí con una mochila de casa y acabé con un carrito de los que se utilizan para hacer senderismo y correr que te puedes arnés y que me regalaron”.

Tanausú afirma que su motor para recorrer durante todo este tiempo Europa ha sido la búsqueda de la paz interior, y una vez conseguida, asegura, le mueve la necesidad de compartirla con los demás: “Por eso camino por senderos y carreteras para hacerme visible y compartir mi experiencia”, precisa, llegando incluso a utilizar la prensa local de los países por los que ha pasado para desarrollar su apostolado de la paz. “Ahora me dedico a impartir talleres para ayudar a que todos puedan experimentar que se puede vivir una vida mejor”, actividad que desarrolló durante los casi tres años y de forma gratuita; “quiero compartir el aprendizaje adquirido en la vida sin ningún ánimo de lucro”. A Tanausú le ha ayudado el dominio del inglés, así el italiano y el francés, no en balde cuando tenía 14 fue becado par estudiar en el país galo.

Formado en La Laguna

Formado en el instituto Viera y Clavijo de La Laguna, hace un inciso para ahondar en su descendimiento interior cuando desarrollaba su labor como fotógrafo de moda. “No me sentía bien; me daba cuenta que me dedicaba a crear imágenes que no se correspondían con la realidad con el uso de programas informáticos que alteraban el original para alcanzar un resultado idílico; era otra parte de la situación personal que vivía pero me permitió a salir de esa falsedad del modelo y abandonó el arte de la fotografía para explorar ideas espirituales en medio de la naturaleza y descubrir emociones que había ocultado la sociedad”. “Ni el pasado ni el futuro existen; lo importante y lo único que existe es el presente y es lo que tenemos que vivir y disfrutar”, define más como hábito de vida que como un ideario. “No preocuparte por el mañana y vivir lastrado por un ayer que no existe te permite vivir en paz, porque los otros condicionantes te quitan la ilusión”, cuenta.

Tanausú se sincera más aún. “Yo también fue víctima de la bulimia, la anorexia, la adicción a las drogas... Salir de todo eso depende cada uno, pero es necesario para y ordenarte y poner en valor el sentido de la vida”. “Llegué a tener pensamientos suicidas hasta que me di cuenta que era mi mente era la que me creaba los dramas, me llenaba de miedos y a la vez sembraba en mí el pensamiento de aniquilarme generando depresiones y ansiedad”. “En dos oportunidades llegué a situaciones límites de abatimiento; mi mente me la jugó y parecía que no tenía sentido mi vida”.

De ahí, a la necesidad de buscar la paz. De estar encerrado en la tristeza o el desasosiego que creaba de forma ficticia su mente, a la explosión de descubrir gente maravillo, de llorar por la belleza de la naturaleza... “y encima yo, que llego el calor canario conmigo, y también el amor de mi madre”.

Tanausú ahonda en lo espiritual desde la necesidad de escuchar, aprender y disfrutar del cariño, claves para poner en práctica esos talleres que le permiten dar una bocanada de aire fresco a quienes se sienten apresados en su vida, y desde su experiencia personal. “Hay una verdad cubierta de mucho dogma. Una verdad de paz y universal que he descubierto en lugares de culto que he visitado como Lourdes, Montserrat, Santiago de Compostela”... y muestra una quincena de “pasaportes del peregrino”, todos cuñados y de diferentes rutas –en la que predomina el Camino de Santiago– que le ha abierto las puertas para hacer noche en los albergues o en monasterios, como el que quiere poner en servicio con una amiga en el Pirineo francés, que sea un punto de encuentro para buscar la paz interior con un punto ermitaño, donde la persona es el centro y lo más importante, prescindiendo de recursos que la sociedad vende como necesarios.

Conferencia de Religiones

Recuerda su participación en la Conferencia Mundial de Religiones que se celebró en Ginebra y que le permitió descubrir los puntos en común de las diferentes culturas en defensa de la mujer, el amor, la fidelidad, la homosexualidad y que ha sufrido una distorsión a lo largo de la historia.

Sin estar adscrito a una religión, surge la pregunta: ¿Cree en Dios? “Primero habría que preguntar qué es Dios para ti. Estoy convencido del amor auténtico fuera del concepto unitario, un amor que rompe las separaciones que creamos, que traspasa las narrativas que alguien nos ha dado”. “Hay que vivir la vida porque te mueres y todo se acaba. Nadie te puede cuestionar que hay después desde su experiencia. ¿Por qué conformarse con el sufrimiento o la negatividad?”.