Hernán Cerón dejó atrás su Santiago de Chile natal en busca de un futuro laboral que lo llevó en 1976 hasta Barcelona. “Primero pasé por Madrid, pero no me agradó y me trasladé a la ciudad condal, donde estuve trabajando en una empresa de auditores y consultores externos tres años, hasta que a través de un cliente tuve la oportunidad de trasladarme a Puerto de la Cruz”. Durante más de treinta años, hasta su jubilación, Cerón fue el director-gerente de una compañía hispano-alemana que gestionaba apartamentos y supermercados.

“Tenía todos los ingredientes en mi experiencia para colaborar”, admite. En paralelo, su esposa, Helia Viveros Rendich, que ya colaboraba con el Banco de Alimentos, le trasladó la necesidad de mano de obra, conocedora de su capacidad. “Para mí es más fácil y agradable y le he cogido el gusto a la solidaridad porque cuando estás en tu trabajo parece que no te enteras del problema de los demás”, reconoce Cerón, padre de dos hijos –su hija vive en el Reino Unido– y con dos nietos. “Nos toca ayudar”.