Viernes 6 de noviembre. 9:00 horas de la mañana. Aunque llovizna en el centro de la capital tinerfeña, José Luis Salas, Bernabé Álvarez, Miguel Ángel Hernández y Gregoria Martínez acuden a la cita con hoja de palmera en mano o el carrito de limpieza para hacer un paréntesis en su labor diaria y atender la llamada de EL DÍA para conocer a algunos de los trabajadores que se encargan de mantener guapa a Santa Cruz. ¿El motivo? La celebración el pasado miércoles de la festividad de San Martín de Porres, patrono de los barrenderos, una oportunidad para conocer el lado más humano de algunos de los cuatrocientos trabajadores que integran la plantilla de Valoriza, empresa concesionaria del servicio desde hace un año.

Jose, Bernabé y Miguel Ángel son de los veteranos de la empresa, con entre 34 y 32 años de servicio a sus espaldas, y con ellos Gregoria, que, aunque lleva una docena de años en esta actividad, es de las primeras mujeres que se hizo un sitio en una profesión que hasta que ella llegó parecería estar reservada solo a los varones, tendencia que con el paso del tiempo ha ido variando.

Los cuatro protagonistas de este reportaje tienen un denominador común: junto a la antigüedad, su espíritu de superación. Todos comenzaron después de acudir a solicitar trabajo y aprovecharon la oportunidad, lo que les ha permitido iniciarse de peones en el servicio de limpieza para convertirse en operarios especialistas como conductores de vehículos de carga trasera o barredoras. Hablan de su trabajo no como una carga, sino que se refieren a él como una opción a la que se dedican de forma vocacional, hasta el punto de que uno de los históricos de la plantilla, Miguel Ángel Hernández, recuerda que de niño se colaba en el Lazareto para que lo dejaran empujar con las máquinas la basura, una oportunidad que aprovechó y que le permitió incluso trabajar un par de años, hasta que el vertedero se trasladara a Montaña del Aire, precisa. Hoy miran atrás sus vidas y admiten con satisfacción que esta profesión les ha permitido construir sus familias.

José Luis Salas. Natural del barrio de Valleseco, reside en María Jiménez. Comenzó de peón con la recogida de basura en los camiones en la zona de Santa Clara, recogiendo los montones que se dejaban en la calle cuando no había contenedores. De ahí pasó a peón especialista en baldeadoras y más tarde aceptó la invitación que le hicieron para ser capataz.

Cuando habla de la empresa y de la organización del trabajo, habla con destreza y conocimiento que delatan su experiencia y su capacidad de organización: "Santa Cruz está dividida en parques de barrido: San Andrés, dos en la zona centro: uno delimitado por las ramblas hasta los barrios Salamanca y Uruguay, y otro centrado en La Salud; luego Ofra, Delicias, Añaza, Alisios y Acorán y otro específico para el resto del Suroeste, más la zona centro. Cada zona tiene asignados veinticinco trabajadores por turno.

"Aquí no se para: unos comienzan a las seis de la mañana, otros a las 13:30 horas que se encargan de hacer un repaso por la tarde y luego viene el turno de noche, desde las 21:30 horas", precisa Jose.

Casi con desconsuelo lamenta la pérdida de hábitos de los vecinos de Santa Cruz, que siempre se han caracterizado por su colaboración para tirar los enseres. "Ahora no se respetan los horarios, y eso que tenemos un servicio específico a diario para esta tarea que es gratuito. Basta con llamar al número de teléfono 922.22.48.49 y se le dice el día y la hora cuando lo deben dejar en la calle porque en un momento se recoge y no quedan abandonados". "Tenemos cinco camiones que se dedican todas las mañanas a la recogida de enseres, más dos por la tarde y otros tantos por la noche; en total tenemos unas 40 notas diarias".

José Luis Salas recuerda su primer sueldo: 63.000 pesetas de hace 34 años. "Cuando llegué a casa lo tiré en la cama", se ríe. Hoy está casado, tiene dos hijas -una de ellas y un yerno trabajan con él también en Valoriza- y dos nietos.

Bernabé Álvarez. Comenzó trabajando en los jardines de La Laguna -de donde es nacido, criado y ensolerado- y luego pasó a trabajar en el mantenimiento del Hospital Universitario de Canarias; apunta que nació cuatro días antes de la inauguración del centro, de ahí que su alumbramiento fuera en el antiguo centro sanitario que estaba junto a la iglesia de La Concepción. Desarrolló su labor como peón 24 años de noche, hasta que pasó de día como conductor; tiene pareja y una hija.

A su juicio hoy Santa Cruz está más limpia. Él desarrolla tu tarea en Anaga, donde se ha acostumbrado ya a realizar su labor, un lugar que prefiere a trabajar en el casco de la ciudad porque "es más complicado por las colas". "Hoy no se es consciente; la gente ve una papelera a 10 metros y te tira el papel a la calle", reconoce. De los 54 años, lleva 32 cuidando de las calles de Santa Cruz.

Miguel Ángel Hernández. Lleva más de media vida en el servicio de limpieza de Santa Cruz: 32 de los 57 que precisamente cumplió el pasado viernes.

Es uno de los culpables de peinar la playa de Las Teresitas con el tractor de arena, tarea que desarrolla desde hace 15 años. Natural de La Laguna, un día presentó la solicitud para trabajar y aprovechó la oportunidad que le brindaron. "Me gusta mi trabajo, de hecho de chico me colaba en el Lazareto, luego trabajé en desmontes de obras como el campo de golf de San Miguel o el castillo de allí". "Empecé de peón y he ido progresando hasta ahora dedicarme a cernir la arena de la playa; en verano comienzo la jornada a las 4:30 horas y a las 5:00, en invierno". "Ahora los usuarios son mucho más limpios, antes había más botellones; ahora te encuentras mascarillas", se ríe, satisfecho de un trabajo que le ha permitido sacar adelante a su esposa, cuatro hijos... "y pon que tengo dos nietas". El orgullo del abuelo.