El apellido Cova, no solo en el pueblo de San Andrés, sino en el macizo de Anaga, es sinónimo de lucha y reivindicación social gracias a Antonio Cova, quien fuera durante décadas el referente de esta zona de la capital tinerfeña. Enemigo de los focos y el protagonismo, se caracterizó por la lucha por la igualdad de las clases sociales y, en especial, de los menos favorecidos, primero, desde su militancia en el Partido Comunista, por el que fue elegido concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en dos mandatos, para continuar como componente de la Corporación municipal cuando militó en Izquierda Unida, y un cuarto mandato como integrante de Coalición Canaria; bajo las siglas pero como independiente. Estuvo tan implicado en la lucha vecinal que falleció siendo concejal de Santa Cruz, el 22 de febrero de 2003. Cova, casado con Quica, era de los que predicaban con el ejemplo.

Ayer, martes, se celebraron 25 años de la puesta en marcha de Ibaute, un colectivo cultural del pueblo de San Andrés que forma parte del legado del propio Cova, de su apuesta por la cultura y la formación. Entre los cinco promotores de esta asociación, dos de los tres hijos del que fuera considerado como el alcalde pedáneo de Anaga: Vladimir y Marcos, que junto a Agustín Hernández, Emilio Hernández y Conrado Acosta echaron a andar Ibaute, nombre aborigen de uno de los valles de San Andrés que hizo suyo el colectivo que desde la cultura se ha convertido en referente social.

La asociación nació para dar respuesta a la falta de iniciativas culturales y de formación de este pueblo marinero de Santa Cruz y lideró como primera actividad la edición de una publicación para ensalzar los valores. Su nombre, La Higuera, cuyos primeros ejemplares costaban 50 pesetas y que dieron frutos, tanto en el ámbito del teatro como con el grupo coreográfico Ibaute, Ibaute FM y hasta animación para los más pequeños de casa. Son las cinco secciones que ha ido incorporando la asociación cultural que nace como necesidad de expresión cultural en el escenario natural de la cultura y casi como un juego atrevido de los adolescentes antes referidos, por lo que en los primeros meses de su andadura era habitual encontrarse al colectivo Ibaute en diferentes zonas del pueblo, hasta que, a finales de 1995, recibió la cesión de un local social, un espaldarazo a su actividad.

La incorporación, a comienzos del siglo XX, de Elizabeth Simón supuso una bocanada de aire fresco y el impulso de la actividad coreográfica de Ibaute, que se ha hecho un nombre en el Carnaval.

Corría el año 2001 cuando la tecnología comenzaba a desembarcar en San Andrés. Entonces, el módem se conectaba de manera externa a los ordenadores y Marcos Cova desconocía este universo virtual en el que se zambulló de la mano de un amigo que comenzó a chatear con unas jóvenes; una de ellas, a la postre, sería Elizabeth Simón, que vivía en Lima (Perú), con la que mantuvo contacto por la red durante un año hasta que Marcos decidió coger un avión en la primera vez que viajaba solo para contraer matrimonio. De regreso en 2002 a su tierra natal, su esposa, Elizabeth, se ha convertido en la dinamizadora e impulsora del grupo coreográfico, que apuntala el compromiso de Ibaute con la cultura.