La capilla de la Casa Cuna, en el barrio de Miramar, acogió ayer la celebración del sacramento de la Primera Comunión que estaba programada el pasado mes de mayo y que, por la incidencia del Covid-19, se suspendió por indicaciones del Obispado de Tenerife -al igual que en la totalidad de las parroquias de la Diócesis-, en cumplimiento de las indicaciones marcadas por las autoridades sanitarias para evitar posibles contagios provocados por el virus.

El grupo de niños que durante dos años se prepararon para hacer la Primera Comunión en la parroquia de San Juan de la Cruz fue el primero de septiembre pero no el único, ya que muchas de las iglesias que no celebraron la esperada función religiosa en mayo y junio pasado la han fijado para este mes.

Antes de las 10:30 horas de la mañana de ayer se dieron cita a la puerta de la capilla de la Casa Cuna siete niños que celebraron su Primera Comunión en una ceremonia atípica. La aplicación del protocolo de seguridad para evitar el contagio del virus que solicitó el párroco de Miramar, Roque Rodríguez de la Guardia, a los padres obligó a los pequeños que recibían el sacramento a que acudieran con mascarilla ayer durante toda la celebración, salvo en el momento de recibir la comunión, lo que incluso despertó más de una lágrima entre los participantes porque, en sus planes, no cabía ese planteamiento.

Fue el caso de Noelia Peña González, una de las seis niñas que tomaron ayer la comunión, que hasta tuvo que adquirir un segundo traje para la Primera Comunión porque habían transcurrido seis meses desde los preparativos para la ceremonia de mayo... y la ropa ya no le servía porque había crecido en este tiempo.

Yared Martín Melián, Hugo Rodríguez Perdomo, Ainara González Febles, Noelia Peña González, Adahy Charriel Simancas y Nayara Padrón González, seis alumnos de la Pureza de María de La Cuesta, así como Adriana Pérez Marichal, del colegio Bethencort y Molina, recibieron ayer la Primera Comunicación en una ceremonia que será inolvidable por el uso de la mascarilla, entre otras medidas establecidas en el protocolo de seguridad, como la distancia interpersonal para quienes no fueran convivientes o un máximo de diez invitados por cada niño que recibía la Primera Comunión. Y hasta fue un privilegio, porque en otras iglesias han limitado a un máximo de dos invitados por niño la presencia de fieles en la comunión.

En las próximas semanas continuarán estas celebraciones que quedaron suspendidas en abril y mayo pasados por el Covid-19.