"Tú nos avisaste de las dificultades que íbamos a tener". Fue el saludo del presidente de la asociación Aspronte a la comitiva municipal que encabezó el alcalde santacrucero, José Manuel Bermúdez, testigo de las inquietudes que desde hace más de una década le trasmitió este colectivo pionero en la defensa de la discapacidad intelectual.

Desde 1966, Aspronte tiene en servicio un colegio en la Casa Rosa de la avenida de La Salle que inicialmente se iba a alquilar y cuando la asociación se trasladó incluso a Madrid para negociar la renta con los propietarios se encontró con la sorpresa de que uno de ellos había decidido su dedicación a la vida religiosa. Los propietarios del inmueble, vinculados a la empresa Campo Redondo, no solo descartaron el alquiler sino que plantearon la cesión con el único compromiso de que se dedicara a la discapacidad intelectual.

Con este respaldo, echó a andar Aspronte, que en la actualidad combina las 20 plazas que oferta en el colegio de Educación Especial con las 103 que tienen en el taller ocupacional. La directiva que lidera Juan Antonio Arroyo de Armas tomó la firme decisión de resolver las características del centro porque no cumplía con ninguna norma de la accesibilidad, una situación que no le era ajena a la propia asociación y que, de hecho, ya había justificado la búsqueda de soluciones.

Desde una nave industrial a la adquisición de un solar de 9.000 metros cuadrados en la zona de Geneto. Fueron algunas de las alternativas que se barajaron y que incluso se pusieron en marcha para garantizar la mejor atención a los usuarios de esta asociación. De hecho, los proyectos se pusieron en marcha. El último, en el año 2006, el complejo incluso en el que se planificó un centro en Geneto según el proyecto de los arquitectos Ramiro Cuende y Santiago Gutiérrez.

El reto era combinar el colegio y el taller ocupacional sobre una parcela de 9.000 metros cuadrados, y con ese objetivo se encaminaron los primeros trabajos, que tenían un presupuesto de once millones de euros. La parcela se localiza en la subida de Alcampo, cerca de San Bartolomé de Geneto. Además del elevado coste, cuya viabilidad se complicó con la incidencia de la crisis económica, suponía para Santa Cruz perder su joya de la corona en la Educación Especial: Aspronte, asociación señera en la lucha por la integración de la discapacidad intelectual.

El proyecto no se levantaba en estructura, pero creció económicamente, y la asociación precisaba dar una respuesta inmediata. De la mano de los mismos arquitectos, Cuende y Gutiérrez, se decidió replantear el proyecto y dejar atrás el proyecto de Geneto y apostar por Santa Cruz, una idea que se impulsó desde hace un lustro y que ha tomado forma en los dos últimos años y medio.

Previamente, la asociación logró un acuerdo con el ayuntamiento de La Laguna para recuperar al menos el dinero que se había invertido en los movimientos de tierra, valorados en 700.000 euros, y a partir de ahí se impulsó el nuevo taller ocupacional que sustituye al que se localizaba junto a la calle de Luis Vives.

"Estamos ante un centro ocupacional acorde con el siglo XXI", destacó el presidente de Aspronte, Juan Antonio Arroyo, al presentar el inmueble de 2.300 metros cuadrados que se reparten en cuatro plantas: la primera y la segunda, dedicada a servicios comunes, y en la tercera y la cuarta, a los talleres. Además también se incluye un sótano donde se encuentra la caldera y plaza para cuatro vehículos. Y todo, por 2,6 millones de euros, incluidos los gastos, impuestos y honorarios; una cantidad muy inferior a los 11 millones que costaba la apuesta por el complejo en Geneto.

Esta obra se ha desarrollado durante dos años y medio, con la colaboración económica también del Cabildo y si la conexión eléctrica de Endesa lo permite, podría estar en servicio a partir del 15 de septiembre, cuando comience el curso escolar. El presidente de Aspronte, arropado por miembros de su directiva, como José Luis Castrillón, Eduardo Martínez Budriá y el gerente de la asociación, Víctor García Díaz, precisa que la obra en sí concluyó el pasado febrero, y desde entonces se trabaja en los remates propios de la puesta en funcionamiento. Resta solo la luz.

De forma simultánea, en la Casa Rosa, continuará la actividad escolar para los usuarios hasta los 21 años, y cuando cumplen esta edad pasan al taller ocupacional donde desarrollarán su actividad laboral hasta los 65 años. Uno de los miembros de Aspronte pone como ejemplo del compromiso de esta asociación que muchos niños que comenzaron en el colegio todavía hoy están vinculados en el taller ocupacional que estrenarán las próximas semanas.

No pasa inadvertida para la directiva de Aspronte la colaboración que encontraron en el vecino colegio de La Salle-San Ildefonso. Desde que comenzaron las obras, en 2018, han contado con el respaldo de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Después de un primer contacto a través del Obispado de Tenerife, los titulares del colegio de La Salle les prestaron tres aulas a Aspronte para que pudieran desarrollar su actividad, sin que las obras les obligaran a alternar el calendario lectivo.

Casi de forma inadvertida por la avenida de La Salle y con la complicidad de los vecinos de la calle Antonio Nebrija y Luis Vives ha crecido la obra del flamante centro ocupacional de Aspronte, unas instalaciones que han preparado el centro para los próximos cincuenta años.

Y además, con una carga emotiva y de complicidad. La familia Cuende, parte activa en la mediación para la cesión de la Casa Rosa en la década de los cincuenta, volvió a ser decisiva sesenta años después. De la mano del arquitecto Ramiro Cuende y con la complicidad de su socio, Santiago Gutiérrez, han hecho suyo este proyecto, que pasó del solar de 9.000 metros de Geneto a consolidar su continuidad en el corazón de Santa Cruz, en la avenida de La Salle. Ahora solo queda equipamiento y larga vida al taller ocupacional.