"La gente que supuestamente nos representa no puede hablar en mi nombre". La totalidad de los vecinos de la barriada La Candelaria consultados muestran su indignación por el anuncio que les transmitieron el alcalde, José Manuel Bermúdez, y el concejal de Viviendas Municipales, Juan José Martínez, el lunes a los cinco presidentes de los doce bloques, cuando les informaron de que las viviendas se entregarán al comienzo del próximo año.

Una de las vecinas rompió a llorar cuando se le preguntó sobre la demora. "Llevamos doce años esperando por las nuevas viviendas; tampoco es verdad que los dos bloques estén construidos hace un año; están hechos desde hace dos. Es muy duro levantarte todos los días, vivir en tu casa que se te está cayendo y ver desde tu ventana tu nueva vivienda sin poder disfrutarla", comenta Carmen, que prefiere no facilitar más datos de su identidad.

Rosalina Pérez es una de las secretarias de los doce bloques de La Candelaria. "Hace un mes se anegó el jardín donde está el árbol grande y salieron las aguas fecales, se llenó toda la zona de porquería y los niños estaban jugando allí, a pocos metros. Estuvimos luchando para que vinieran del ayuntamiento y lo arreglaran. Según llegaron nos dijeron que eso era privado, cuando en realidad lo que se rompió fue la obra que ellos mismos hicieron hace tan solo tres meses".

"Es una situación de impotencia. No nos hacen ni caso del ayuntamiento. El abandono se puede ver incluso a la entrada de cada bloque, con tongas de basura. Ahí puedes encontrar de todo, desde montañas de hojarasca hasta bolsas y preservativos usados". Rosalina se acongoja. "Después de toda una vida trabajando me quedé en el paro y con poco más de 50 años ya es muy difícil volver a trabajar", añade, para desvelar que su hija vive en La Cuesta y su nieto de cinco años nunca ha venido a su casa, "prefiero ir yo a cuidarlo en su vivienda y que no vea esto". La situación no es nueva, afirma esta vecina, quien admite que desde que se enteró del retraso no ha podido dormir: "Yo no puedo invitar a nadie a mi casa desde hace años, porque me da vergüenza cómo está todo".

"Todos los fines de semana la Policía entra y sale. No sé de dónde sacó el ayuntamiento el dato de que hay 11 okupas en La Candelaria; en mi bloque hay diez viviendas y más de la mitad están okupadas, en el bloque donde hay 20 viviendas las tres cuartas partes está igual. En la mayoría de las viviendas de La Candelaria viven okupas".

Antonio nos lleva hasta un bloque y señala: "esa es la puerta de mi casa. En ese rellano se armó una pelea el otro día y no podía dormir porque oía cómo se tiraban y caían contra la puerta de entrada". "Aquí entra la gente del albergue y roban las ventanas de las escaleras", precisa Ramón, que muestra el exterior de las viviendas, todas llenas de hojas secas. "El otro día entré a mi casa y estaba una mujer defecando en las escaleras", añade. "Es imposible vivir así".

Rosalina cuenta que después de 12 años de espera, "ya por último he vivido con la esperanza de que vengan para decirnos que el próximo mes o el siguiente nos mudarnos a los edificios nuevos; por eso no nos gastamos un dineral en arreglar nuestras viviendas... Pero mi casa se está cayendo. Le pongo un ejemplo: las aguas del baño del vecino que vive arriba caen en mi cocina, está todo rezumando; tengo que estar con un paraguas en la cocina para tener la tranquilidad de que no cae nada dentro de los calderos"... Explica que cuando se dieron esas viviendas no se hacían seguros y se aventura a precisar que ahora una compañía no le daría cobertura si viera el mal estado en el que se encuentran los inmuebles.

Rosalina se lamenta: "Las casas están hechas hace dos años y llevan desde entonces con la misma historia de Endesa y la luz. ¿No hay otras compañía eléctricas?".

"Los cinco que fueron a la reunión son unos bienqueda. No nos representan". "Estoy harta de todos los días ver cómo venden droga en la puerta de mi casa. Hace 12 años que no invito a nadie a mi casa porque se me cae la cara de vergüenza".

"Van a la reunión y les dicen que el sorteo de los garajes se van a hacer en septiembre, como si fuera un logro adelantar la fecha. ¡A mí me dan lo mismo los garajes; quiero mi casa!. Me voy a meter de okupa en mi propia casa a ver si me echan a mí".

Y pregunta: "¿El alcalde estaba en la reunión? ¿No se acuerda que siempre nos cuenta la misma historia?". Rosalina se tranca y rompe a llorar. "Se han muerto un montón de vecinos. Ahí en frente falleció una vecina que todos los días salía a la ventana y miraba a los bloques nuevos, confiada en estrenar su vivienda".

Añaden también su preocupación por la inseguridad. "Estamos viviendo en un sinvivir". Marta pone el dedo en la llaga: "¿Qué van a hacer con los okupas que están en los bloques? ¿Les van a dar viviendas en los dos nuevos edificios? Si es así, que avisen porque me niego rotundamente. He aguantado todo este tiempo para que me den la casa y librarme de la situación que vivo como para que ahora digan que le van a dar casa a los okupas. Si se las dan a ellos, yo me quedo aquí", cuenta otra de las vecinas.

Respecto al olvido de los jardines, aseguran: "Antes venían los estudiantes de Botánica a fotografiar los jardines y las especies que había aquí; en las escaleras se podía comer en el suelo", añaden.

Otra residente asegura que el miedo es tal que "hasta detrás de la puerta tengo un bate de béisbol por si me tengo que defender, como ya pasó en algún momento".

"Aquí venía la gente del albergue cuando sabían que se quedaba libre algún piso; o se vienen a pinchar por la tarde noche a una vivienda...". "El otro día se pelearon unos usuarios del albergue y acabaron lanzando garrafas de ocho litros de agua por la ventana y se lanzaron la comida que les daban en el refugio. Voy a trabajar y dejo las luces encendidas". "Por favor, no ponga mi nombre, que tengo el coche fuera", pide una de las vecinas.

No es el Bronx. Es Santa Cruz.