Una veintena de feriantes que habitualmente montan sus puestos -desde pequeñas atracciones a autobares, puestos de frutos secos o juguetes- en Carnaval y Navidad en la capital tinerfeña han decidido asociarse como Colectivo de Feriantes de Canarias (Coferca) para, con el asesoramiento de los letrados Fernando Ballesteros -exconcejal de Fiestas- y Fernando Comege, hacer un frente común ante las administraciones.

Más de la mitad de los integrantes de este colectivo asistieron a una reunión para explicar su situación de desespero porque ven como el Covid-19 se ceba con su actividad y ya no quedan reservas económicas para subsistir. Después de tres de cuatro reuniones, estos feriantes decidieron aunar esfuerzos; algunos con el aval de tres generaciones de feriantes, como el caso de Paco, que ha hecho su vida entre atracciones, remolques, espectáculos, feria...

Advierten que las normas para acceder a las ayudas que les ofertan las administraciones los abocan al cese de actividad y miran a los ayuntamientos y el Cabildo de Tenerife para que agilicen las ayudas económicas y amplíen las prestaciones; es la única alternativa para poder subsistir ante una situación laboral que está marcada por las restricciones del protocolo sanitario para evitar el contagio por el Covid-19, remarca el portavoz del colectivo, Santiago Martín. Alguno de sus compañeros se actividad aseguran que, si no les ayudan, se plantean cerrar a partir de septiembre, porque "ser feriante, aunque no trabajes, te cuesta dinero; tienes que tener inmovilizados los vehículos, pero sin embargo tienen que estar dado de alta y con los seguros en vigor".

Se lamentan de las "enromes trabas burocráticas" que les plantean para acceder a las ayudas económicas para paliar la crisis que ha provocado el virus. "Debemos justificar el 70% de las pérdidas cuando son los propios ayuntamientos los que no nos dan la licencia para trabajar".

"Estamos en el limbo". Después de estar 19 años recorriendo toda la geografía insular, incluso por Islas de la provincia, otro de los feriantes advierte de la maltrecha situación. "Han dictado un protocolo, están prohibidas las actividades, pero se han olvidado de nosotros". No quieren poner en peligro la salud de nadie, pero demandan alternativas desde la creatividad y con el máximo de garantías sanitarias. Entre otros ejemplos, este nuevo colectivo de feriantes defiende la miniferias, siempre aplicando el uso de mascarillas y distanciamiento social, con las medidas de desinfección... Incluso en recintos acotados, para garantizar la seguridad. "No nos dejan trabajar; y nosotros queremos". Están desesperados porque ven que ya no quedan reservas económicas, máxime después de la edición del Carnaval en la que registraron una merma de ingresos significativos en Santa Cruz, por la incidencia de la calima y porque durante todos los días que duró la fiesta planeó la incertidumbre si se suspendía o no. "Eso hizo que mucha gente se echara para atrás y no viniera a Santa Cruz como otros años". "Económicamente para nosotros, ha sido el peor Carnaval que recordamos", precisan, para agradecer a algunos ayuntamientos que suspendieron la fiesta de febrero y les devolvieron lo que ellos pagaron por tener un puesto.

"Es necesario buscar soluciones para este gremio. Es cierto que nos dieron una bonificación en los seguros del 100%, pero luego hemos tenido que pagar el 50% y ahora el 75%, y no te puedes dar de baja ni como autónomo ni con el seguro del coche".

Ahora temen que no se celebre la feria en Navidad y ven cómo peligra el Carnaval de febrero. "Sin esas dos fiestas es muy difícil subsistir, y no se trata solo de la veintena de empresarios o autónomos que estamos ahora asociados, sino que generamos una económica de la que dependen decenas de empleados, hasta un centenar. Generamos puestos de trabajo, pero... o nos dejan trabajar o que nos den ayudas; si no, cerramos", manifiesta otro de los feriantes que está dispuesto a desistir en septiembre si no "ve la cosa clara".

"Yo tengo máquinas sin estrenar, porque las compré para Carnaval, y la mercancía he ido vendiendo por internet", dice otro feriante. "Nadie nos escucha", se lamenta otra histórica del sector que ve, sin embargo, cómo "las playas están abiertas y las ferias, cerradas. Es nuestra ruina".