Cinco meses después de que se impusiera el confinamiento por la incidencia del Covid-19, 117 niños regresaron al colegio; eso sí, no para la actividad lectiva, sino para disfrutar de los tres campamentos de verano que se ofertan desde ayer en los distritos Salud-La Salle, Suroeste y Ofra.

De edades comprendidas entre los tres y los trece años, la oferta lúdica para este mes de agosto en el Distrito Salud-La Salle es la más alta de los tres campamentos: de las 63 plazas ofertadas, han confirmado su participación sesenta pequeños, frente a los 33 del Suroeste y los 24 en Ofra; todas gratuitas, ya que cuentan con el patrocinio del Ayuntamiento capitalino.

Desde las siete y media de la mañana comenzaron a llegar los pequeños al CEIP La Salud. De los más pequeños, Dorian, de tres años; de los mayores, Valeria, de 12. En el primer día, horario libre, pero ajustado al pie de la letra del protocolo Covid-19, explica Omar Medina, de la empresa Koroibos y director de este campamento de verano. "Nada más entrar, los pequeños ya reciben las primeras instrucciones de lo que va a ser un hábito: toma de temperatura, desinfectar los zapatos en alfombras y también de las mochilas, además de insistir en no quitarse las mascarillas mientras se compartan zonas comunes y lavado de mano"... Es el abc que marcará hasta el 31 de agosto la actividad de este campamento. Eso, unido a la puesta en marcha de grupos burbujas que se han realizado en función de las edades: dos grupos para niños de edades comprendidas de tres a seis años y cuatro en los que se reparten los mayores, entre los que predominan menores de seis a ocho años. También entre los sesenta participante de La Salud se encuentran cinco niños con diversidad funcional.

"El primer día se lo hemos dado libre, sin un horario estricto, donde los niños han participado en la configuración de su hábitat los próximos días", explica Omar Medina, para precisar que desde mañana mismo se pondrá en marcha el primer taller: "hacer un estuche para guardar la mascarilla, para que conozcan la importancia de que la tienen que cuidar y deben aprender cuándo la deben utilizar: cada vez que se muevan fuera de su grupo burbuja". Los detalles se han mimado hasta el punto de que se han realizado accesos diferenciados para que no haya colas ni coincida más de un niño para entrar al campamento, máxime cuando cada acceso precisa de su protocolo de seguridad.

"Los niños nos sorprenden: se habitúan muy rápido a las situaciones mucho mejor que los adultos", explica el director del campamento de verano. Desde hoy, las actividades versarán sobre manualidades, pintura, dibujo, baile, expresión corporal y deporte.

Ayer, entre las siete y media y las ocho fue el acceso; y a partir de ahí los pequeños jugaron a conocerse, antes de preparar sus aulas. En un lateral del centro, bajo una pequeña pérgola, se han habilitado las aulas, cubiertas para evitar el sol y abiertas para garantizar la seguridad a los niños. Ellos mismos se han sentido protagonistas de elegir desde la distribución del mobiliario a la configuración. Papel importante juega también la alimentación, explica Omar, que recuerda que a todos los participantes se le ofrece un desayuno saludable, con fruta, batido sin azúcares añadidos o yogur, a lo que se suma sandwich, barritas de cereales o tortitas; y a mitad de la mañana, un tentempié, también saludable; todo en envases individuales para garantizar la seguridad de los pequeños. También se ha habilitado una garrafita de agua con vasos desechables.

Una de las personas claves en la puesta en marcha de este campamento de verano de Salud-La Salle es Jennifer Zahara Cruz, que tiempo desarrolló un proyecto de coro y voz hasta que cambió de registro y puso en marcha su propia empresa de diseño gráfico hasta que nació su hija. Jennifer es la coordinadora y responsable de toda la planificación administrativa, avalada por la experiencia de su propia empresa y gracias a la confianza depositada por Omar Medina, a quien conoce de la escuela infantil que gestiona en Tacoronte bajo el sistema de educación Montessori. Jennifer destaca la importancia del respeto y el desarrollo del niño; es el marco de la programación que se enmarca en actividades que desarrollen el apartado emocional de la mano incluso de la expresión corporal. Esos son los objetivos para los que se desarrollarán metodologías adaptados a sus edades, desde las canciones infantiles, y hasta en inglés para los más pequeños, al acompañamiento para identificar las emociones.

Jennifer destaca la naturalidad con la que se han adaptado los niños a las medidas de seguridad. "Uno de ellos, cuando los acompañé al servicio, estornudó en el interior del codo", pone de ejemplo. Ainhoa, Betsaida, Marcos, Jenni, Noemi y Davinia son los monitores de los seis grupos en los que se reparten los niños del campamento de Salud-La Salle, que disfrutarán juntos de este agosto.