Hay jornadas en las que el entorno de la Plaza de España de la capital tinerfeña no es muy distinto a los escenarios que describe Jonathan Swift en Plaza de EspañaLos viajes de Gulliver

Paco de la Cruz y Cuco acaparan un buen puñado de las miradas de las personas que se desplazan cerca del Real Casino de Tenerife. Disfrutan como niños patroneando los movimientos de unas embarcaciones ( Micro Magic) de radiocontrol a vela que se mueven de barlovento a sotavento entre dos pequeñas boyas colocadas en el interior de la charca. Hoy no es domingo -el primero de cada mes suelen reunirse una docena de aficionados entre las once de la mañana y la cinco de la tarde-, pero desde hace unas semanas suelen coincidir el cuarto día de la semana, entre las cinco y las siete de la tarde, para no perder las mañas.

Mirando al mar

Paco nació en La Palma, estudió Informática en Madrid y antes de que se jubilara estaba a cargo de los programas informáticos de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Se ha pasado la vida mirando al mar e, incluso, hace 20 años cruzó el Atlántico. Él es uno de los veteranos - Cuco, juez nacional de vela, también acumula mucha experiencia- a la hora de practicar una disciplina que tiene su propio calendario de competiciones. "Eso es lo que garantiza la emoción de los entrenamiento", señala De la Cruz.

El secreto está en las manos. En ellas sostienen el mando que gestionan las maniobras de unos barcos -los de Micro Magic miden un metro desde la punta del mástil al final de la quilla- que pueden llegar a captar la señal a una distancia de cien metros. "Eso depende del radiocontrol pero ese, más o menos, es el perímetro máximo", precisa al preguntarle por unos prototipos a vela que usan baterías desechables.

Navegar contra el viento. Esa es la esencia de una disciplina que en países como Alemania es algo más que un hobby dominical . "Mantenemos contacto con aficionados alemanes, algunos de los cuales han venido en alguna ocasión a practicar el radiocontrol a vela en Tenerife", revela Francisco de la Cruz de una actividad que a pequeña escala replica una técnica de navegación que tiene más de 2.800 años de historia.

"El radiocontrol es el encargado de mover el timón a babor y estribor, pero la clave está en ceñir -ir en zic-zac- el barco para aprovechar el efecto del viento", explica Paco en relación a una clase que se les ha quedado pequeña: "En Alemania ya no se están construyendo modelos de Micro Magic, sino de una categoría superior que es la que queremos implantar en Tenerife próximamente", avanza sobre el inminente desembarco de los veleros de la Clase 65. "Son un poco más grandes -alrededor de un metro y medio- y habrá que probar si los podemos usar en el lago (la quilla puede rozar con la superficie) en el que entrenamos ahora", comenta sobre una maquetas ( Micro Magic) que se pueden adquirir a partir de unos 200 euros.

El futuro del Cidemat

A pesar de las medidas liliputienses de esta actividad, Francisco de la Cruz es un hombre de mar. "Llevo vinculado a él una parte importante de mi vida", confirma sin olvidar sus comienzos en el Centro de Deportes Marinos de Tenerife. "Santa Cruz no puede vivir de espaldas al mar; el Cidemat exige otro tipo de respuestas", critica por el olvido en el que han caído unas instalaciones que estos días son objeto de un debate político. "Muchas familias de la Isla han establecido un vínculo con el mar a través de los cursos que se impartían en ese centro. Igual, lo que tenían que haber hecho es un mantenimiento para evitar su cierre mientras se construyen las nuevas instalaciones", opina un navegante que incide en el hecho de que, inevitablemente, "un municipio como Santa Cruz debe estar conectado al mar y, por lo tanto, el Cidemat es una infraestructura de gran valor estratégico".