El área de Seguridad del Ayuntamiento santacrucero había preparado para el primer domingo de apertura de las playas de la capital tinerfeña como quien diseña una operación salida de tráfico y las nubes actuaron como medida disuasoria de aquellos bañistas que tuvieran la tentación de celebrar a pie de arena el fin del confinamiento por del Covid-19.

Ni a las dos de la tarde apareció el sol de justicia. El primer domingo en la playa de la era postcovid fue como un lunes o martes de la semana pasada, con la diferencia de que los caminantes de la orilla fueron reemplazados ayer por bañistas que, en su mayoría, esperaban sobre tu toalla a que el sol hiciera acto de presencia. "El agua está hoy muy fría", comentó más de uno.

Apertura desigual de los ocho kioscos de la playa, donde destacó el servicio a pie de tumbona que daban en el Caracol; el Ayuntamiento no les ha permitido ampliar el número de mesas, como ellos pedían, y en su lugar han ideado llevar hasta las hamacas la consumición deseada; pero han abierto como les exigían desde la Corporación municipal.

Ya desde el mediodía todo hacía intuir que no habría lleno en Las Teresitas, que registró su mejor ocupación -moderada- entre las once horas de la mañana y la una de la tarde de ayer, algo similar a lo que ocurrió a las once en Las Gaviotas o desde las once a las tres de la tarde en El Roque de Las Bodegas, este último con ocupación alta a las tres de la tarde. El único cartel de "no hay localidades" (completo) se colgó, y anunció, en los aparcamiento de Las Gaviotas, donde de nuevo se volvió a registrar casi tantos vehículos como bañistas. En las playas de Anaga, junto al tiempo nublado, aparecieron medusas, que desaconsejaron el baño en Las Gaviotas y Almácigas, un motivo añadido que impedía el lleno.

En proporción, el espigón de Las Teresitas, al final de la playa, parecía que celebraba el día de la bicicleta por el alto número de usuarios de estos vehículos. Por el camino, cuando Francisco Arturo Quintero Rodríguez venía desde María Jiménez junto al grupo que comandaba, se encontró con una pareja de motoristas de la Policía Nacional que habían sufrido algún inconveniente en uno de sus motos. Francisco Arturo, mecánico de abordo, le facilitó su multiusos para ayudar a resolver el entuerto mientras siguió con el resto del grupo en bicicleta hasta Las Teresitas. Casi una hora la Policía Nacional con la moto en cuestión ya reparada, fue al encuentro de Francisco Arturo, a quien localizó en el dique para devolverle su multiusos. Eso sí, el agente hizo una demostración de saberse la teoría y la práctica del protocolo sanitario del Covid-19 y, ante de devolver el artilugio que le permitió continuar de servicio en la moto, hizo una exhibición con su "flix" de líquido desinfectante. Solo le faltó fundirse en un abrazo con el hombre que le prestó la navaja tipo modelo suizo, pero el protocolo para evitar contagios lo impidió. Al final de la playa, Francisco Arturo recordaba que era el segundo día que salía del confinamiento, si bien es un asiduo de la zona porque trabaja en la Dársena Pesquera. Y se lamentó: "de lunes a viernes, los primeros días de la playa abierta, un sol de justicia, y el sábado y ayer nublado", lo que no le impidió de salir en compañía de su familia para disfrutar del domingo sobre dos ruedas. Con él, un adolescente que prefería ir en bicicleta que estar en el agua porque cuando se dio el primer baño un pequeño angelote le dio una picadura. Por ello, mejor en tierra firme a la espera de un mejor tiempo, y mejores condiciones.

En la zona del dique paseaban también, entre bicicletas y con máxima preocupación por guardar la distancia de seguridad Valentín de Santiago y Susana González. El primero, un madrileño afincado en Tenerife desde hace más de 30 años; en el caso de ella, nacida en Santander pero residente en la Isla desde que tenía tres años. Son cautos y, como decidieron ir sin mascarilla a la playa, prefieren guardar la distancia social. Él es un habitual de la playa, ya que le han recomendado que por su salud disfrute de paseos en Las Teresitas. De hecho, viene todos los días menos los domingos para evitar la masificación. Ayer acudió con Susana a la playa y acertó, porque precisamente lo menos que había era una nutrida presencia de bañistas. Susana, por su parte, reconoce que acude a Las Teresitas los fines de semana: "hay un respeto desigual de las recomendaciones de seguridad", apunta. A Valentín le surge una duda: "Si el tráfico está cerrado en el carril más próximo a la playa, ¿por qué se permite el paso a las motos?". En la orilla, vigilando a "la prole", Javier Goicoechea, que asegura que esperaba menos gente en la playa. Todo llegará.