Desde llevar pan a residencias de mayores, a transportar camas para un improvisado albergue o entregar instrumentos musicales a las casas de los niños para que sigan aprendiendo a tocarlos a través de videollamadas. Estos son tres ejemplos de la aportación que los voluntarios de la Agrupación de Protección Civil de Santa Cruz de Tenerife llevan a cabo para colaborar con los ciudadanos, fuerzas de seguridad o los profesionales de la sanidad en estas semanas de confinamiento, prevención, enfermedad y muertes por el Covid-19.

Jesús Gómez, jefe de la Sección de Protección Civil en la capital tinerfeña, explica que, "desde el minuto uno" de la crisis sanitaria "nos dedicados a colaborar con las fuerzas de seguridad para informar" a ciudadanos y turistas sobre cómo tenía que ser su comportamiento. Hubo "servicios diferentes con un mismo fin". Desde su punto de vista, la inmensa mayoría de la población residente "respondió rápido" a la necesidad de respetar el estado de alarma sin salir de sus domicilios. En los primeros días, "los turistas fueron los que más trabajo nos dieron, pues eran quienes más incumplían" la prohibición de estar en las calles sin motivo justificado", reconoce. En parte atribuye esa circunstancia a "que se hallaban más despistados o sus limitaciones con el idioma". Era gente que no quería renunciar a sus vacaciones e intentaba salir de los hoteles, las casas o los cruceros en los que estaban. También se encontraron en el Parque Marítimo con "turistas de mochila", que estaban acampados durante unos días a la espera de que saliera el avión hacia su lugar de origen.

Sin techo

Si esa labor divulgativa se prolongó las primeras jornadas, al tercer día los voluntarios de Protección Civil empezaron a centrarse en la "población sin techo", "que empezó a ser mucho más visible" al vaciarse las calles de peatones y vehículos. Entonces resultó clave su coordinación con el personal de Servicios Sociales del Ayuntamiento, así como con las Unidades Móviles de Acercamiento (UMA), para la búsqueda de un lugar para hospedarlos. La corporación decidió crear un improvisado albergue en el pabellón Paco Álvarez, con unas 30 plazas en total, cuya gestión se encomendó a Cruz Roja. Y después se habilitó el pabellón Quico Cabrera. Protección Civil se encargó del traslado de las camas de lona y las mantas que aportó la ONG.

Según Jesús Gómez, una de las principales capacidades desarrolladas por esta agrupación ha sido la vinculada a la logística; es decir, el transporte de los recursos necesarios para un determinado colectivo de forma rápida y ágil. Así, el Servicio Canario de Salud (SCS) les solicitó su ayuda para el reparto de equipos de protección individual (EPI) a su personal en varios centros, como el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, el Hospital Universitario de Canarias, las instalaciones del Hospital Doctor Guigou o de las ambulancias del Servicio de Urgencias Canario.

Una de las tareas diarias de estos voluntarios consiste en recoger entre 250 y 300 panes que ofrece la empresa La Tartería y llevarlos a un geriátrico en las cercanías del Hospital Quirón; al comedor social La Milagrosa, en la calle La Noria, así como a una ONG cuya sede está en Añaza.

Coordinación

Uno de los fenómenos solidarios de las últimas semanas está relacionado con la fabricación de pantallas protectoras para la cara, mediante la utilización de impresoras en tres dimensiones. Los fabricantes, que se autodenominan con el anglicismo "makers", se organizaron entre ellos para la producción y contactaron con Protección Civil de Santa Cruz de Tenerife para que les suministrara los filamentos para hacer los artículos y, de paso, transportara las unidades disponibles a hospitales, centros de salud o cuerpos de seguridad, por ejemplo.

Este apartado de la colaboración ciudadana creció tanto por toda la Isla que ahora es la Dirección General de Seguridad y Emergencias, a través de la sala del 1-1-2, quien se encarga de activar a las agrupaciones de voluntarios de Protección Civil de varios municipios para que lleven a cabo dichas tareas en sus respectivas zonas de influencia. Y, como es lógico, en la capital tinerfea esta es una de las funciones cotidianas de este colectivo. Con la llegada del cierre de los hoteles, explica Jesús Gómez que muchos de estos establecimientos les pidieron que fueran a recoger la comida que tenían almacenada en sus depósitos y que se trasladó en los camiones y furgones de la agrupación hasta la sede del Banco de Alimentos situada en Mercatenerife, desde donde se reparte a los enclaves en los que existen ciudadanos necesitados.

Según Gómez, la entidad está compuesta por alrededor de medio centenar de voluntarios. A algunas personas se les ha pedido que, por el momento, no se impliquen en las actividades diarias, por su propio beneficio, el del resto de compañeros y el de los vecinos y profesionales. En algunos casos se trata de personas de avanzada edad o bien jóvenes que residen con sus padres o abuelos.

Para el jefe de la sección, esta es una "emergencia larga", en la que los miembros no deben "desgastarse". Además, en base a las recomendaciones de las autoridades, no se hacen llamamientos masivos de voluntarios, para que no coincidan demasiadas personas en la base o en los vehículos. El objetivo de Gómez consiste en que en cada camión, furgón o todoterreno vayan, como máximo, dos voluntarios. Y, si van tres, ya debe ser en un microbús. A diario, en esta agrupación no participan más de 11 o 12 personas. Además, para evitar contagios, cada una dispone de un equipo asignado para las comunicaciones y las parejas de trabajo siempre están compuestas por las mismas personas.

Su estado de salud está controlado por personal sanitario cada jornada, al igual que con otros funcionarios municipales. En opinión de Gómez, "no nos faltan equipos de protección individual; no se nada en la abundancia, pero hay suficientes". Este material "se racionaliza, pero sin desproteger a nadie".

Escuela de música

Existen varias ONG que tienen a sus beneficiarios identificados y localizados, por lo que contactan con Protección Civil para que vaya a suministrarle alguna caja de comida, tras facilitar su dirección. Algunas de ellas son personas mayores que tienen dificultades económicas. Uno de los últimos servicios curiosos se produjo la semana pasada. Con el anuncio del Real Decreto del estado de alarma durante la noche del sábado 14 de marzo, los instrumentos de once alumnos de una escuela de música de la capital quedaron en dicho recinto. Los voluntarios los han llevado a las viviendas de esos niños para que puedan continuar en sus domicilios las clases de música por internet y sus ensayos particulares. Antes de cargarlos, fue ron limpiados y afinados por un profesor.

Una de las últimas capacidades que se ha incorporado a la Agrupación de Protección Civil de la capital es la Unidad de Drones, que, al disponer de permiso de las autoridades competentes, se utiliza por parte de la Policía Local para efectuar tareas de vigilancia para que se cumpla la normativa de confinamiento y, además, para intentar actuar ante cualquier otro delito.

Por tierra, por aire y por mar. Los voluntarios de Protección Civil también disponen de una embarcación semirrígida, que recientemente se utilizó para conocer, de forma directa, la situación de los vecinos que residen en el caserío de Roque Bermejo. Jesús Gómez explica que "vamos a ponernos a disposición del Servicio de Urgencias Canario (SUC), con el objetivo de poder aportar nuestra ambulancia básica para actuaciones ordinarias y ofrecer algo de apoyo, como ya realiza también Cruz Roja Española, en la medida en que varias unidades del SUC se han destinado para personas afectadas por el Covid-19".