¿Cómo afronta la Recova esta crisis del coronavirus?

Tenemos que seguir adelante a pesar de todo. La vida sigue, la gente come y tenemos que estar ahí por encima de todo.

¿Había vivido el Mercado una cosa parecida?

Nada comparable con la crisis del Covid-19. Aquí hay personas de por medio y algunas están muriendo. Esto eleva el nivel de los problemas. ¿Un momento tenso al margen esta crisis? Cuando querían cerrar el Mercado por acabar siempre con déficit. Fue entre 1986 hasta 1995, una época muy complicada hasta que nos dieron la concesión.

¿Y cómo valora la reacción de los puestos de la Recova?

Muy buena, pero con la incertidumbre de lo que pueda pasar y la posibilidad de que se cierren negocios. Nosotros estamos al día, somos autónomos y pequeños comerciantes. No somos ricos ni tenemos un poder adquisitivo alto. Estamos día a día trabajando para encontrar nuestros sueldos y por eso si cerramos un mes o dos se nos viene todo abajo. Es el miedo, tenemos deudas y hay menos clientes que llegan.

Y más impuestos.

Sí, ayudas tenemos pocas. Se habla ahora de los autónomos, pero lo único que hacen es permitir que retrasemos pagos que al final tenemos que pagar igual sin saber cuánto tiempo durará esta crisis. En otros países se han dejado de pagar los impuestos. Aquí no.

Vive la situación desde dos perspectivas, la de presidenta y la de comerciante.

El negocio lo tengo cerrado a cal y canto porque es una cafetería. Solo en el Mercado hay unas 20, entonces imagínese lo que significa eso para nuestro sector. Es una situación muy grave y puede ocurrir, incluso, que alguno no pueda volver a abrir. Es duro y serio y sé que nadie pidió esta situación o lo hizo adrede, sino que surgió, pero para estas cosas tenemos que tener la cabeza despejada y todo previsto. Tenemos que tener en cuenta que en cualquier momento puede ocurrir algo y los gobernantes tienen que tener previsión ante lo que venga.

Fue muy dura la batalla para que se flexibilizaran las medidas para permitir el paso de los clientes al Mercado.

Bastante. El Mercado es de abasto y sí o sí tiene que abrir. Tenemos que dar un servicio público, no es lo mismo que una empresa privada. Ellos pueden cerrar mañana, hacer un ERTE o despedir y ya está, pero nosotros somos un servicio público y tenemos que estar sí o sí y, además, encantadísimos. Por nuestros clientes damos todo porque son los que nos ayudan a sobrevivir.

Pero las pérdidas son muchas y el Mercado se reinventa con nuevos modelos de negocio.

Claro porque trabajar aquí no es fácil y mis compañeros son luchadores natos y trabajadores. Estamos acostumbrados a luchar y no viene papá a darnos dinero, pero ahí queda una subida de impuestos progresiva. Al final trabajamos seis meses para el Estado. No hemos salido de una crisis y ya estamos en otra. Ahora vamos a sacar adelante el reparto a domicilio centralizado con vehículos. Nos reinventamos. Pero también hay que ayudar al sector primario porque en parte somos nosotros los que vendemos sus productos.