La presión y la angustia en las compras ante un posible desabastecimiento de alimentos por la irrupción del coronavirus han disminuido de manera notable en los establecimientos abiertos dedicados a la alimentación, a pesar de que en momentos puntuales se produzcan colas por fuera de las tiendas y supermercados, no así en las grandes superficies. Esas colas se deben, principalmente, a una cuestión de orden y de seguridad que se ha desarrollado conforme a las recomendaciones sanitarias de índole local, insular, regional y estatal a los ciudadanos y a los comercios.

Si bien en el Mercado Nuestra Señora de África la afluencia fue un poco mayor que en días anteriores al mediodía, la comodidad para las compras fue total y con las habituales esperas por el turno en algunos puestos, especialmente los de la pescadería y las carnicerías. En las grandes superficies, como Meridiano y Carrefour de Añaza la situación fue muy parecida, normalidad y precaución a la hora de esperar los turnos.

En los supermercados las colas se formaron por fuera, aunque la paciencia predominaba no tanto por saber que la gran mayoría de los productos a la venta estaban garantizados, sino por la cuestión de orden implantada ante la propagación del virus. Eso sucedió ayer en los puntos de venta de Mercadona (Tres de Mayo, San Sebastián o Cuesta Piedra, entre otros), Hiperdino (con colas mucho más visibles, por ejemplo, en San Pío) o Alteza (Álvarez de Lugo o Simón Bolívar) en Santa Cruz, principalmente entre las 09:30 y las 12:30 o 13:00 horas, porque en los horarios de tarde la afluencia fue menor.

Un punto de encuentro

Durante todo el día, en cambio, el supermercado de El Corte Inglés fue un constante punto de encuentro más por el servicio de comidas para llevar que por una gran actividad en el propio supermercado en sí, en donde solo se produjeron colas a la hora de pagar. Así lo manifestaban algunos empleados consultados de estos establecimientos en el cambio del turno o a la hora del desayuno, quienes destacaban la normalidad como nota predominante, pero con el mensaje inalterable de que "hay que seguir extremando las medidas de seguridad".

De una importancia vital ha sido el servicio que se presta desde las fruterías, charcuterías y carnicerías de los barrios y pueblos de la capital tinerfeña. En las tiendas y ventas más pequeñas, como, por ejemplo, Casa Mary, en Taganana, la rutina era que los vecinos esperaban por fuera para ser atendidos uno a uno en el interior, tal y como viene sucediendo desde el principio de la semana pasada. Es el ejemplo de la tónica vivida en las pequeñas ventas que existen en toda la geografía municipal.

En las que son un poco más grande, solo cuando ha existido una gran acumulación de clientes se implementaban los turnos de entrada y salida al establecimiento.

Las colas, la semana pasada

Es el caso, por ejemplo, de lo vivido en la Frutería-Carnicería Fati, radicada en la calle Calderón de la Barca, en donde el propietario, Alfonso Pérez, distribuía a su fiel clientela para evitar las aglomeraciones en su interior. "¿Las colas para entrar? Sobre todo se vivieron la semana pasada. Ahora está bien y se establece un orden por seguridad", dijo. No obstante Pérez se mostró bastante crítico con la falta de ayudas para garantizar la seguridad y al respecto señaló que "es una vergüenza que los pequeños comercios no tengan medidas de protección facilitadas por el Estado. Nosotros estamos en la primera línea de fuego por estar trabajando de cara al público", señaló con cierta vehemencia.

Otro de los ejemplos es el de la Frutería Mis Frutas, en donde Aibore Gonzálbez reconocía que "el pasado fin de semana fue horroroso por la gran cantidad de gente y mucho peor la anterior cuando comenzaron las medidas. Ahora estos días la cosa está un poco mejor, pero donde siempre notamos más afluencia es en los domingos porque los centros comerciales y los supermercados están cerrados en su mayoría". "Los clientes se comportan ejemplarmente, guardan las distancias y toman sus propias medidas de seguridad. Nada que decir a eso. Solo hay que guardar cola en momentos puntuales para no saturar los pasillos", añadió Aibore Gonzálbez.

En este punto, una de las clientas habituales, María Rodríguez, defendió "los comercios de toda la vida, en donde podemos encontrar lo mejor sin necesidad de enfrentarnos a las aglomeraciones de grandes supermercados y superficies". Su acompañante, Chaxiraxi Contreras, apuntó que es necesario apoyar la labor que hacen este tipo de ventas y tienditas, "que siempre tienen una buena cara y sonrisa a la clientela". Ese es el sentir de la mayoría de los consultados a las puertas de las tienditas y ventas de barrios.