La novedosa situación en la que, desde hace pocos días, se ha visto inmersa toda la sociedad ha generado que se pasen por alto algunas fechas que cambiaron para siempre la historia de la capital y, en concreto, de su vida cultural. El pasado jueves, 19 de marzo, se cumplieron 122 años de la primera proyección cinematográfica en el Teatro Guimerá, por aquel entonces conocido como Teatro Municipal (1898).

El acontecimiento supuso un hito para la ciudad y no solo por el hecho en sí mismo de la novedad que supuso ver una serie de imágenes en movimiento en una pantalla en el hall del edificio, sino porque eso significó la llegada, también por primera vez, de la luz eléctrica al teatro capitalino.

En todo caso, la del más tarde renombrado como Teatro Guimerá no fue la primera proyección de cine que se produjo en Santa Cruz de Tenerife. Un mes y seis días antes, el 13 de febrero de 1898, ya se habían exhibido en los bajos del Círculo Mercantil, concretamente en el salón de El Electrón, varias películas en una pantalla con el cinematógrafo Lumiére, adquirido en La Habana.

Eso sí, un acto y otro tuvieron el mismo denominador común: un palmero llamado Miguel Brito. Nacido en Santa Cruz de La Palma el 25 de septiembre de 1876, fue pionero de la fotografía y el cine en Canarias.

Según cuenta el historiador Benjamín Reyes, Brito fue un hombre inquieto y atento a todas las novedades técnicas de finales del XIX. Un año antes de las primeras proyecciones en Tenerife, en 1897, ya había presentado a la sociedad canaria el kinetoscopio, considerado el precedente inmediato del cine y el fonógrafo.

En un viaje a Cuba, el joven palmero adquirió ambos aparatos, que, según abunda Reyes, "provocaron gran curiosidad en las Islas". El kinetoscopio de Thomas Alva Edison permitía ver películas de pocos segundos a través de un visor, de forma individual.

Otro de los inventos que -explica el historiador- ofreció Miguel Brito a la sociedad isleña de la época fue el cronofotógrafo, otro de los precedentes de cine que compró en los Estados Unidos. Este aparato reproducía un conjunto de imágenes de un objeto, persona o animal en movimiento.

Pero, además de ser un pionero en la exhibición de aparatos relacionados con el cine, Brito fue también uno de los primeros fotógrafos de las Islas. Dejó, según cuenta Benjamín Reyes, un legado de 21.384 instantáneas, guardadas en el Archivo General de La Palma y que fueron tomadas entre 1898 y 1932. Glosan la historia de Canarias, y, en particular, de La Palma, mostrando la evolución de la sociedad palmera, por ejemplo, de cómo se pasó de usar tartanas a los primeros vehículos motorizados o las diversas ocupaciones laborales de la época, casi todas desaparecidas en la actualidad.

Más de ciento veinte años después del citado acontecimiento, vecinos de Santa Cruz, entre los que se encuentra Isauro Abreu García-Panasco, por ejemplo, siguen demandando desde hace más de una década la colocación de una placa en hall del teatro que recuerde esta histórica hazaña. Tanto es así que hasta se han ofrecido a asumir los gastos, a través de la Ley de Mecenazgo 49/2002, de 23 de diciembre.

Historia del Teatro Guimerá

El Teatro Guimerá fue inaugurado en enero de 1851 bajo el reinado de Isabel II. Es el más antiguo del Archipiélago Canario. También conocido en el pasado como Teatro Principal, Teatro de la Reina o Teatro Municipal, su actual denominación rinde homenaje al escritor, poeta y dramaturgo, Ángel Guimerá Jorge, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1845.

El Guimerá es propiedad del Ayuntamiento de la capital, y su gestión está encomendada en la actualidad al Organismo Autónomo de Cultura (OAC). Situado junto al viejo mercado de abastos, hoy convertido en el Centro de Arte La Recova, es uno de los Bienes de Interés Cultural más importantes que existe en el Archipiélago.

Más de 150 años de historia contemplan la vida de este monumental edificio santacrucero, proyectado por Manuel de Oráa. Fue construido sobre el solar anteriormente ocupado por el Convento de Santo Domingo, en el que un día se hicieran fuertes las tropas inglesas del Almirante Nelson, en su fallido intento de invasión, acontecimiento de gran relevancia histórica que dio lugar a la Gesta del 25 de Julio (1797).

La primera gran reforma del edificio se acometió en 1911, bajo las órdenes del arquitecto municipal Antonio Pintor, que abordó la modificación del interior de la sala, la inclinación del patio de butacas y la construcción del proscenio, para lo cual se redujo el escenario y se diseñó una nueva embocadura. También se amplió entonces el aforo, con la incorporación del popular "gallinero", y se sustituyó la puerta interior del vestíbulo por un gran hueco adintelado soportado por columnas de fundición, piezas que hoy pueden apreciarse nada más acceder al teatro.

Entre 1989 y 1991 se realizó una segunda reforma en profundidad, diseñada por el arquitecto Carlos A. Schwartz, que entre otras notables mejoras supuso una ampliación y modernización del equipamiento escénico, y la construcción de un nuevo cuerpo de edificio que se añadió en su trasera.

En el verano de 2010 concluyeron los trabajos de la tercera y última reforma, a cargo del arquitecto Haris Kozo, en la que se abordaron básicamente unos trabajos de mejora en el saneamiento, tratamiento bacteriológico de las maderas y adaptación a las nuevas normativas de seguridad y accesibilidad.