Al mal tiempo, buena cara. Eso es lo que ha debido pensar un grupo de vecinos de la calle Valencia de la capital tinerfeña. La primera semana de cuarentena aún no ha logrado desterrar la sonrisa de sus rostros. Si lo que pide el presidente Pedro Sánchez es llegar al sábado con el ánimo elevado, ellos lo tienen claro: la crisis del coronavirus está generando un fenómeno de amistad en el vecindario.

Todo empezó con los aplausos a los sanitarios y, poco a poco, se fue tejiendo una complicidad que les llevó a montar un bingo en el que los balcones se convierten en improvisadas mesas. Algunos solo se habían cruzado de vez en cuando un tímido saludo en la escalera del edificio o cuando coincidían sobre la acera.

Quedada a las cinco

A pie de calle se escucha con nitidez la voz cantarina de un hombre que acompaña cada número con una "coletilla" que genera carcajadas, brotes de emoción que estallan por efecto del encierro creado por el estado de alarma y, por fin, un bingo que agita todas las fachadas. Incluso, los que no están en la pomada se apuntan a un jolgorio con marcado acento latino que les desconecta durante unos minutos de la luctuosa realidad.

De la banda sonora que acompaña siempre los encuentros nada casuales -no se van sin fijar la cita para el día siguiente y, si por casualidad no apareces, el nombre de la persona ausente retumba sin parar hasta que se asoma al balcón o azotea- se desprenden dos cosas: la primera es que los años ochenta están grabados a fuego en su discoteca cerebral y la otra está vinculada a himnos como Resistiré (Dúo Dinámico), Sobreviviré (Mónica Naranjo) o Un beso y una flor (Nino Bravo) que suenan sin temor a desafinar para espantar tanta mala suerte.

La calle Valencia se convierte en un apéndice del bullucioso Trastévere o del efervescente Chueca: entre Tenerife, Roma y Madrid se dibuja un triángulo de solidaridad en el que se van a seguir escribiendo emotivos aplausos. Esta tarde, seguro, cuando todos salgamos a reiterar el homenaje a los profesionales sanitarios que permanecen en primera línea buscaremos miradas cómplices para creer que esta batalla la vamos a ganar.