Forma parte de la élite del arte urbano, tantas veces incomprendido. Sin embargo, en cada palabra que pronuncia expresa una humildad que contagia. Habla con pausa y, en la mayoría de ocasiones, acompaña una sonrisa. Matías Mata, conocido en el mundo artístico como Sabotaje al Montaje, concluyó la pasada semana su última gran obra en Tenerife: un mural de grandes dimensiones en El Sobradillo con la discapacidad como motivo principal. En esta ocasión, el trabajo lo asumió con otro "loco" del espray, Fran FeoFlip. Una manera más de compartir su trabajo y, también, de aprender.

Nacido en Lanzarote, pero adoptado, primero en Las Palmas y, desde hace casi dos décadas, en Tenerife, Mata se considera "un canario más", que viaja por todas las Islas, sobre todo para trabajar. "Con este tipo de trabajo no puedes quedarte en un solo sitio", puntualiza. De hecho, otra de sus grandes obras, que pintó hace cerca de dos años junto a la céntrica avenida de La Trinidad, en La Laguna, refleja a una pareja de mayores que captó con su cámara de fotos en un viaje a la isla de La Palma una década antes.

Es una de tantas historias que ha convertido en mural y que le ha reportado una gran satisfacción personal. Según cuenta, una vez concluido el trabajo, un familiar de esta pareja pasó por La Laguna y reconoció en ellos a sus abuelos. "Me escribió toda la familia de La Palma; fue alucinante", reconoce. Para su tristeza, ambas personas habían fallecido cuando él los retrató.

Arte sin fronteras

No obstante, el arte de Sabotaje al Montaje no acaba en las fronteras que marca el mar de las Islas. En sus treinta años con el espray como herramienta de trabajo ha pintado en muchas ciudades españolas y extranjeras. Por ejemplo, Madrid, Barcelona, Valencia, Granada, Málaga o Jaén conocen el buen hacer de este artista canario, bien por contrataciones bien por su participación en relevantes festivales de arte urbano.

Una de las últimas salidas a territorio peninsular la realizó en 2019 a Fanzara, un pequeño pueblo de la provincia de Castellón en el que cada año se dan cita unos 300 artistas internacionales en el marco del festival MIAU (Museo Inacabado de Arte Urbano). Sin antecedentes familiares en el mundo del arte, Mata reconoce que su pasión "salió por impulso". "Un día, un amigo consiguió un par de botes de pintura y salimos por la noche a pintar", detalla sobre sus inicios.

Sobre el monopatín

Como la gran mayoría, su escuela fue, y sigue siendo, la calle, primero sobre las ruedas y la tabla de un monopatín. Eran los años en los que comenzó a llegar a España la cultura americana del hip-hop. "La calle te enseña mucho. Gracias a eso me fui a estudiar Bellas Artes y por eso estoy en Tenerife", concreta. Aunque comenzó sus estudios en la Isla, algo tardíos ya, pues tenía ya 26 años, concluyó la carrera en Cuenca.

Eso sí, a pesar de su vasta formación no duda en recalcar que "continúa aprendiendo" para regalar arte efímero y social. "La vida te enseña mucho, como la calle. Aprendes más rápida con ella. Cuando sales a pintar por las noches aprendes de la nocturnidad. Hoy, la gente va mirando el móvil y no se da cuenta de las cosas", subraya Matías Mata.

Su salto a la élite de los murales, en todo caso, no le ha hecho olvidar cómo fueron sus primeros pasos en este mundo. "Este año tengo trabajo en varios sitios. Pero antes no se podía hacer, no siempre ha sido así. Ahora hay una moda y un movimiento grande en torno a este tipo de arte", apunta.

Por eso defiende que los jóvenes expresen su arte en forma de grafitis. "Nací ahí y siempre lo defenderé. Si lo hacen en sitios no adecuados es porque no hay lugares habilitados", reflexiona. Y añade: "No creo que sea vandalismo porque, al fin y al cabo, se borra. No es como un hotel en primera línea de costa o una casa de apuestas a 50 metros de un colegio. Creo que eso es más vandálico que el hecho de que los niños salgan y pinten su nombre. Prefiero eso a que estén todo el día jugando a la playstation en su casa o en las redes sociales".