Los Reyes Magos nunca faltan a la cita y siempre desbordan previsiones. Aunque cambien los titulares de las alcaldías, Sus Majestades de Oriente conocen de memoria la ruta que cada 5 de enero les lleva primero al estadio Heliodoro Rodríguez López para seguir por las calles de Santa Cruz hasta la plaza de Candelaria y protagonizar la tradicional ofrenda al Niño Jesús antes de comentar el esperado reparto de regalos por la ciudad hasta la madrugada. Cada año, Santa Cruz pone en valor la ilusión que tiene dos caras: el espectáculo del Heliodoro y el desfile.

El recinto deportivo abrió sus puertas a las 15:30 horas, con la antelación suficiente para que no se registrara el colapso de los miles de familias que se repartieron tanto por general de pie como por San Sebastián, la parte de Herradura que no está en obras y tribuna. Bajo la dirección de Javier Caraballero, por cuarto año consecutivo, el estadio se transformó en el escenario del cuento que convirtió a Santa Cruz en el Reino de los Caramelos, donde el hilo conductor pivotó en los diálogos de la Reina Dulce, que le encargó a la Princesa Golosina y al Pastelero Real que cuidaran de la tarta y de las sacas de caramelos y juguetes que estaban colocados en el círculo central. A ellos les encomendó que cuidaran que no les robaran, en particular, la llave mágica que utilizan cada 5 de enero los Reyes Magos para visitar los hogares de los niños chicharreros y dejar algunos de los regalos pedidos. Al final, la Princesa Golosina y el Pastelero se durmieron pese a los intentos en vano de los niños que gritaban para despertarlos. Espectacular la imagen de los 700 niños de los grupos coreográficos que llenaron y alegraron el césped del estadio Rodríguez López, y que dieron soporte artístico a la recreación del cuento de las golosinas. Especialmente atractiva resultó la actuación del ballet de los ladrones. Al final, la Corte del Reino de los Caramelos echa mano de un teléfono y negocia que los ladrones restituyan los caramelos, los juguetes y sobretodo la llave para poder entrar a dejar los juguetes a cambio de darle a los ladrones una receta para un pastel.

En ese momento, la Princesa Golosina requirió la presencia de la alcaldesa de Santa Cruz, Patricia Hernández, que recogió la llave mágica con el encargo de que se la entregara a los Reyes Magos a su llegada. Tocó entonces hacer la ola, y grandes y chicos se alternaron interpretando canciones de ayer y hoy hasta que se comenzó a escuchar el aleteo de un helicóptero. Primero uno; luego dos, que cruzaron el estadio de Herradura a Grada de Gol y, en su segunda pasada, desde la antigua General de Pie a Herradura, lo que provocó que padres e hijos compartieran la misma emoción, llamando a Sus Majestades de Oriente.

No se había rebajado la intensidad del momento y aparecieron los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar en un coche de lujo desde la avenida San Sebastián hasta el césped del Heliodoro. Algo quedó claro: ni un Mercedes puede reemplazar el momento del aterrizaje del helicóptero sobre el césped, un hito que no se repite desde 2010. En ese momento volvió la alcaldesa, que se limitó al acto protocolario de entregar las llaves para regresar a la tribuna donde seguía el espectáculo en compañía de su hijo y sobrinos. Pero antes ocurrió un momento único el público asistente. Baltasar, al parecer el más veterano de sus tres majestades, tomó el micrófono y dirigió unas palabras a los niños, a los que agradeció la acogida y aseguró que los padres, después de haberle preguntado, le confirmaron que se han portado bien. Luego, vuelta de rigor para saludar al público que había completado al máximo la capacidad del recinto.

Del primer acto de los Reyes Magos en el estadio, al segundo: Cabalgata por las calles de Santa Cruz. Una hora después, a las 19:00, arrancaba el desfile desde la avenida de Bélgica, una comitiva que inauguraba una docena de caballitos de mar o cisnes inflables, para dar tregua a más de mil figurantes llegados de grupos coreográficos y comparsas del Carnaval que se alternaron entre once carrozas, entre las que destacó la patrocinada por Hiperdino. Siete de las plataformas móviles fueron incorporadas por la organización después de que las trajeran desde Tegueste, y dos de ellas sirvieron de escenario para las actuaciones del grupo Los Vándalos y del cantante Danissel. La Cabalgata de los Reyes tardó una hora hasta que acabó de pasar por la plaza de San Fernando, en el barrio de Duggi, el mismo ritmo que se mantuvo a su paso por la iglesia del Pilar, que se mantuvo hasta la adoración de los Reyes Magos en La Candelaria. Sus Majestades fueron en sus tronos móviles, tirados por camellos de cartón para evitar la crítica de los animalistas; tampoco se tiran caramelos ni el helicóptero -y eso que había dos- aterrizan en el estadio. Al menos este año. Poco importaba si a los personajes de Disney les faltaba una puesta a punto para estar como un pincel o si algunos maquillajes precisaban más mimo. Anoche fue un día inolvidable y, tal vez por la coincidencia de la víspera de Reyes con un domingo, no cabía un alma en Santa Cruz.

E La última cabalgata del agente Socorro. Mientras Melchor enamoraba uniendo sus dedos para formar corazones y lanzarlos a los niños, se vivieron experiencias personales. Como la del policía local Juan Manuel Socorro, conocido por Joe, también presidente de la UA El Cabo. Después de 37 años de servicio -en la actualidad tiene 58-, se ofreció voluntario para prestar uniformado, a pie de calle, el último servicio en una Cabalgata antes de su jubilación en abril. Hoy, el espectáculo y el desfile son anécdota; los niños están enfrascados entre regalos, pero Joe siempre recordará su última noche con Melchor, Gaspar y Baltasar.