El cambio generacional ha provocado que la adhesión al viejo régimen se haya disuelto y, con fuerza inusitada, surge ahora una iconoclastia contra el antiguo líder. En esta ocasión, Hamalgama-Ágora se ha centrado en analizar la percepción, en Santa Cruz de Tenerife, hacia los monumentos franquistas que, de manera especialísima, por haber sido el lugar desde el que salió Franco hacia Las Palmas para anunciar el alzamiento militar del 18 de julio de 1936, debe plasmar el sentir de la población española actual.

Un 31 por ciento de los jóvenes menores de 30 años no han oído hablar de la propuesta para derribar los monumentos franquistas en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Son los jóvenes, pues, los que menos enterados están acerca de esta propuesta nacida en el ámbito político. Respecto a quiénes son los que piensan que éste es un buen momento histórico para debatir el hacer desaparecer dichos monumentos, hay un 19,7 por ciento de jóvenes que piensan que sí, con un total del 15 por ciento de la población que también piensan que es el momento. Hay un 61,3 por ciento de ciudadanos que piensan, sin embargo, que no es el momento, siendo los jóvenes un porcentaje menor, el 45,9 por ciento. Parece, por tanto, que el tema es un tanto impostado, que hay intereses políticos, que no ha nacido de forma natural. Por ello constatamos que un 28,9 por ciento de votantes del PSOE y un 30 por ciento de votantes de Podemos sí piensan que es el mejor momento de debatir el tema, frente a 6,1 por ciento de Ciudadanos y un 7,7 por ciento de votantes de Coalición Canaria. El 100 por ciento de votantes de Vox, el 93,3 por ciento de votantes del PP, el 78,8 de votantes de Ciudadanos y el 80 por ciento de votantes de Coalición Canaria piensan que no es buen momento. Vemos con una cierta claridad, pues, que el origen de la polémica es político.

Si analizamos el nivel de conocimiento de la población constatamos que un 82,5 por ciento sabe del Monumento a Franco en la Avenida Anaga, y sin embargo, un porcentaje menor, del 47,3 por ciento conoce que el monumento de la actual Plaza de España es un monumento a los caídos. Cuando vamos a recabar un mayor conocimiento, por ejemplo, en qué año se erigió el monumento a Franco de la Avenida Anaga, que fue 1966, los que más claro y nítido recuerdo tienen al respecto son los ciudadanos de más de 65 años. Y su recuerdo exacto está sólo en el 15,9 por ciento de entre los mayores, es decir, tampoco es que sea algo grabado a fuego. Del total de los ciudadanos, un 57,5 por ciento dicen que no sabe, directamente. La memoria, pues, no existe sino en un porcentaje muy irrelevante. A la inauguración del Monumento a Franco, en 1966, acudieron 100.000 personas, y preguntados los ciudadanos cuántos piensan que irán a la destrucción o desmontaje actualmente, un 9,3 por ciento piensan que no irá nadie, un 19,8 por ciento que irán menos de mil personas, y un 55,5 ni saben ni contestan. Además de desconocimiento, pues, hay desafección. ¿Quién fue Juan de Ávalos? ¿Un futbolista? ¿Un escultor? ¿Un alcalde? Lo localiza correctamente como el escultor de esas efigies un 32 por ciento de la población. Desconoce quién fue Ávalos un 66,3 por ciento.

Están de acuerdo en que desaparezcan las cruces del complejo escultórico de la Plaza de España, y se convierta en un mirador con ascensor, un 41,8 por ciento de los ciudadanos de Santa Cruz de Tenerife, y no están de acuerdo un 35 por ciento, es decir, una fuerza menor. Entre los jóvenes quieren el ascensor y el mirador un 60,7 por ciento y los mayores de 65 años un 38,9 por ciento está de acuerdo con esta transformación. En cuanto a una limpieza iconoclasta en toda la ciudad, quitando nombres de calles afines a personajes del franquismo, así como derruyendo o trasladando los monumentos de Franco de la Avenida Anaga y de la Plaza de España, está a favor un 28,8 por ciento, y en contra un 24,5, dando la sensación de que las fuerzas están igualadas, pero cuando vemos dudas o una opción por "algo de acuerdo" en el 37,3 por ciento, podemos decir que es abrumadora casi la opción por la iconoclastia para con el dictador y su simbología.

Si testamos entre los ciudadanos de Santa Cruz, para contrastar el diferencial que podría implicar la sensibilidad local de la iconoclastia respecto a la tensión nacional que se advierte en toda España, al preguntar por el acuerdo con sacar a Franco del Valle de los Caídos tenemos: un total del 54 por ciento quiere que se saque a Franco del Valle, no contesta un 18,3 por ciento y el 27,8 por ciento está en contra. Finalmente, la Ley de Memoria Histórica concita acuerdo entre el 61,5 por ciento de la población, y desacuerdo en el 18,3 por ciento, siendo que un 20,3 por ciento de los encuestados se manifiesta como que no saben o no contestan.

De todos estos números, hemos de concluir que los ciudadanos que vivieron en pleno franquismo son ya pocos, que los nuevos ciudadanos se han criado en un ambiente en el que el régimen de Franco no es recordado con orgullo, sino más bien con acritud, además de advertirse que el antifranquismo ha sido utilizado como una forma de politizar a la población a través del derrocamiento de su simbología, y ello ha calado en algunas capas de la población joven. Es cierto que la propia actitud ha enervado los ánimos en los partidos de derecha, que refuerzan, por oposición, no un pro-franquismo, sino el dejar el tema reposar como un aluvión histórico sin más consecuencias.

La destrucción de los Budas de Bamiyán es el mismo acto iconoclasta que el de la destrucción de las placas conmemorativas, efigies, estatuas y esculturas de origen franquista, pero el origen de Buda es una religión, y el del franquismo una guerra con vencedores y vencidos. La violencia sobre el símbolo no es pacífica. La transición española fue, al respecto, modélica. Cuarenta años de totalitarismo generaron en este país del sur, unas ganas de "movida" y de fiesta, de forma que democracia y fiesta casi fueron sinónimos, y los que la vivieron comprobaron cómo los líderes crueles de un lado y otro, se saludaban y olvidaban las cuitas pasadas, como en el encuentro de Serrano Suñer y Santiago Carrillo, plasmado en una fotografía conseguida por Fernando Delgado, y verdaderamente simbólica de aquellos tiempos. Los políticos actuales han logrado hacer caducar esa paz de transición, han creado un símbolo que ha despertado en algunas nuevas generaciones las ganas de venganza o restitución, según de quien se trate, pero gracias a una especie de espejismo idéntico al que vincula en una ecuación al izquierdismo con el progresismo. Pero, por poner un ejemplo, conocemos demoscópicamente poblaciones cercanas a los 100 mil habitantes, que en 1979 votaron muy mayoritariamente al independentismo de Pueblo Canario Unido, cuatro años después muy mayoritariamente al PSOE, luego muy mayoritariamente al Partido Popular, y luego al nacionalismo de izquierdas de Nueva Canarias. El denominado pueblo es una masa chaquetera, por así decirlo, que hoy está aquí y mañana en las antípodas, en función de cómo sople el viento. Heráclito decía "Panta rei", todo fluye, y Quinto Septimio Florente Tertuliano: "in pace leones, y proelio cervi", es decir, en tiempos de paz son leones los que en tiempos de guerra son gacelillas, permítaseme la licencia en la traducción.