La constitución en Bruselas de la Sociedad Anónima Tranvía Eléctrico de Tenerife, el 28 de septiembre de 1889, vendría a significar un avance importante en las comunicaciones entre Santa Cruz y La Laguna, como alternativa a los medios de transporte de tracción animal.

La ceremonia de colocación de la primera piedra, celebrada en la explanada de La Marina el 30 de octubre de 1889, a la que asistieron las primeras autoridades y una gran multitud, sería presidida por el diputado tinerfeño don Imeldo Serís-Granier y Blanco, Marqués de Villasegura, quién en su discurso expresó: "El tranvía al que tanto desvelos he consagrado será la base segura de riqueza y de prosperidad para todo Tenerife".

La central generadora de electricidad y las cocheras para los tranvías comenzaron a construirse en La Cuesta el 15 de noviembre de 1889. El mes de enero del año siguiente, llegaba desde Amberes el primero de los barcos que transportaba el material necesario para la instalación de la línea del tranvía.

Diez años más tarde, cuando el ingeniero M. Gastton Dulnai vino para dirigir la instalación de la maquinaria en los vehículos, y enseñar a los primeros conductores, ya la vía estaba totalmente extendida hasta La Laguna; de manera que, el 20 de octubre de 1900, cuando arribó el barco con las calderas y la maquinaria completa, éstas fueron trasladadas hasta la central eléctrica de La Cuesta por las vías ya colocadas, aunque tiradas por catorce yuntas de bueyes.

Una vez contratados los maquinistas, fogoneros, cocheros, carpinteros, etc., comenzarían los ensayos de marcha de los coches, entre la central de La Cuesta y el kilómetro cuatro de la carretera general, lugar donde había gran pendiente y existían más curvas.

En enero de 1901, la central generadora de electricidad de La Cuesta estaba totalmente terminada, así lo anunciaba una espesa columna de humo que salía de la chimenea de 38 m de altura, y que se distinguía claramente desde la capital. Con la corriente producida se alimentaba los motores del tranvía a través del "frotador" que iba colocado en el extremo de una percha llamada "trole", volviendo a salir por las ruedas del tranvía y retornar a la central por medio de los raíles.

La primera prueba completa de marcha tuvo lugar el 21 de febrero de 1901. El tranvía salió de la plaza de Weyler y se dirigió a la estación central de La Cuesta, continuando luego su viaje hacia la estación de La Laguna, situada en la plaza de la Antigua, trasera de la iglesia de La Concepción.

La inauguración oficial tendría lugar el 7 de abril de 1901, a las dos de la tarde. Desde Santa Cruz y La Laguna partieron hacia la estación central de La Cuesta los tranvías que transportaban a las primeras autoridades y las corporaciones de ambos ayuntamientos. A su paso por las calles de ambas ciudades, en todos los edificios públicos colgaban banderas españolas y belgas.

El Obispo de la Diócesis ofició la Santa Misa de acción de gracias en la sala de máquinas de la estación, y a continuación bendijo las máquinas, calderas, carruajes, etc.

Terminado el acto, se celebró un convite en el gran salón destinado a depósito de carruajes, durante el cual se leyó un telegrama del Marqués de Villasegura, alma máter de la obra, felicitando a los presentes y haciendo votos por la prosperidad de la empresa; luego tomaron la palabra el Gobernador Civil, el catedrático Cabrera Pinto, y el presidente de la compañía Sr. Fichefetc. El evento fue amenizado por la banda La Fe de La Laguna.

La frecuencia de los viajes entre Santa Cruz y la Laguna, y viceversa, era cada hora, desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche, tardando 45 minutos, pues hacía 29 paradas.

Aunque la estación principal del tranvía estaba en el Muelle, la mayoría de los pasajeros solía cogerlo en la plaza de la Constitución (La Candelaria) o en la plaza de Weyler.

El precio de los billetes dentro de la población era de 15 céntimos. Santa Cruz-La Laguna costaba 1,50 ptas. en primera clase, y 1,05 ptas. en segunda. También existían bonos económicos para 12 viajes por 5,50 ptas., mientras que el abono trimestral costaba 100 ptas. Cada pasajero tenía derecho a llevar 15 Kg de equipaje, y por el exceso se abonaban 0,26 ptas. hasta La Laguna y 0,52 ptas. hasta Tacoronte.

Los coches estaban pintados de azul y blanco. Los números 7 y 8 llevaban doble carro. Los números 15 y 16, los más modernos y rápidos, llevaban un furgón de carga enganchado a la parte trasera, llamado "jardinera".

La "jardinera" era un coche abierto, de color gris, con asientos de inferior calidad y grandes ventanales para evitar los olores que desprendían los productos que las lecheras y gangocheras bajaban a Santa Cruz para vender (leche, papas, huevos, ñames, cabritos, etc.), regresando con latas llenas de comida para los cochinos -sobras de los alimentos que recogían en las casas de sus clientas-. Hasta que se estableció La Jardinera, los caballeros solían viajar con guardapolvo para evitar que les mancharan sus trajes.

A partir de 1913, el coche nº 8 comenzó a realizar un recorrido urbano desde la plaza de La Candelaria a Pino de Oro, pasando por las calles: Los Campos, Méndez Núñez, Robayna y Castillo, mientras que el nº5 hacía la ruta plaza España-barrio del Perú.

El conductor controlaba el cambio de marcha del vehículo y su velocidad a través de un regulador. Para frenar utilizaba el reóstato, un cilindro vertical que accionaba con una manivela (manillar) en la que habían diversos resortes para poner o quitar resistencias a los circuitos del motor, dándole mayor o menor mordaza a las ruedas. Para añadir más adherencia al frenado, el chófer llevaba un saquito de arena, fina de playa, que dejaba caer en los raíles, desde un agujero situado en la cabina. Para advertir la llegada o el paso del tranvía, hacía sonar un timbre o campana mediante un dispositivo colocado cerca de sus pies.

Ante la aparición del tranvía, y para evitar accidentes, el Ayuntamiento de Santa Cruz publicó un bando en la prensa local y lo expuso en los sitios de costumbre; no obstante, cuando el tranvía subía a paso lento por la calle del Castillo, los chiquillos corrían a su alrededor, colgándose en los estribos, mientras que algunas personas viajaban en "el tope" -pieza situada en la trasera del vehículo que amortigua el contacto de un vagón contra otro-. De ahí la frase "el tranvía va lleno hasta los topes".

En septiembre del año 1900, el Rey Leopoldo II de Bélgica llegaría al puerto de Santa Cruz, a bordo del yate Alberta, propiedad del príncipe de Gales, para interesarse por el desarrollo de las obras que sus súbditos llevaban a cabo en Tenerife; visita que repetiría el 27 de julio de 1904 para inaugurar el segundo tramo de la línea entre La Laguna y Tacoronte.

Propiedad del Cabildo

Como los ingresos generados por los viajeros y las mercancías no eran suficientes para garantizar la rentabilidad de la Sociedad Anónima Tranvía Eléctrico de Tenerife, el 9 de abril de 1927 se lo vendió al Cabildo de Tenerife, por un importe de 1.100.000 ptas., pagaderas en 25 años.

En principio, el Cabildo intentó modernizar la flota, renovó las vías, e hizo reformas en la central generadora de La Cuesta; pero, como después de la guerra civil, ante la falta de otras alternativas de transporte, fue sometido a una intensa sobreexplotación, su imagen se degradó, llegando a producirse varios accidentes; como el ocurrido el 14 de noviembre de 1956, cuando el tranvía nº1 bajaba desde La Laguna, se le rompieron los frenos y chocó contra un muro en la Cuesta de Piedra, muriendo un joven, y resultando numerosas personas heridas, algunas de gravedad.

Al día siguiente, 15 de noviembre, su explotación se suspendió cautelarmente.

En los años siguientes, los bienes de la Compañía comenzaron a liquidarse. Con los 6 millones de ptas. obtenidos por la venta de los materiales, se repondría el pavimento de las carreteras, después de levantadas las vías.

En diciembre de 1967, se abonaría al párroco de La Concepción de La Laguna el último recibo por el alquiler de la estación terminal, aledaña a la parroquia, mientras que el recibo del local de la plaza de Weyler no se llegó a pagar porque no se supo quién era su dueño. La campana de la estación Central fue regalada a la iglesia de La Candelaria, en la Cuesta. Los 5.300 metros cuadrados de terreno de la estación de La Cuesta fueron comprados por el Ayuntamiento de La Laguna, en 1971.

En el capítulo de sucesos, aparecidos en la prensa local, destaca el ocurrido el 1 de septiembre de 1934, cuando el tranvía que bajaba desde La Laguna para dejar la recaudación del día en La Cuesta, fue asaltado por cinco individuos con los rostros cubiertos y armados con pistolas, resultando muerto un empleado y un pasajero de 16 años, así como el conductor del tranvía nº 13 que venía por la misma ruta.

El tranvía también vivió sus momentos de gloria cuando fue protagonista de las escenas que se rodaron para la película Verano en Tenerife, de la serie de televisión protagonizada por Simon Templar "El Santo".

El último tranvía fue utilizado como Pub en la carretera de Tejina, años más tarde lo instalaron en Las Galletas (Tem-bel) donde sufrió un incendio y fue vendido a la chatarra.