Manuel de los Reyes Cruz da vida al personaje popular del Carnaval Cantinflas desde hace 54 años. Más allá de esa eterna felicidad y bonhomía que transmite se esconde el sufrimiento callado que ha vivido en el último año y medio y que hoy desvelada arropado por sus particulares ángeles de la guarda, Pachi y Antonio Messeguer -el antiguo Fidel Castro del Carnaval-, que lo han animado en los últimos días a romper su anonimato, no en busca de protagonismo, sino para mendigar ayuda cuando una orden judicial dicta que deberá abandonar la que ha sido su casa en los últimos 25 años el próximo miércoles, día 23.

Nacido en La Laguna al borde de la medianoche del 24 de diciembre de 1944, Manolo, trabajador de la construcción que participó en la edificación en inmuebles tan señeros como el Rascacielos de Santa Cruz o el Parque de Bomberos de la capital, contrajo matrimonio en 1970, pero la relación no funcionó y, tras separarse, logró rehacer su vida con Mercedes Jorge Álvarez, con quien rehizo su vida hasta el fallecimiento de su compañera, en 2006, que tenía dos hijos. En 1989, Manolo sufre tres infartos en un meses. Los supera, pero su salud le impide que continuar su vida laboral y desde entonces logra subsistir con una pensión de 600 euros.

A la entrevista acude con Antonio Messeguer, quien dice que fue testigo de que existía un mutuo acuerdo promovido por la propia compañera para que Manolo continuara ocupando la vivienda hasta su muerte siempre que no rehiciera su vida con otra mujer, como ocurre desde entonces.

Un año después del fallecimiento de la pareja de Manolo, la hija de Mercedes le hace saber que quiere la vivienda de su madre, un piso en una urbanización de Sargentos Provisionales, en Ofra, olvidando el acuerdo que según Antonio Messeguer existía para garantizar que el Cantiflas del Carnaval mantuviera un techo hasta el día de su fallecimiento.

Comienza a deteriorarse la relación entre Manolo y la hija de su pareja -eran dos, pero uno de ellos falleció-: se planteó compartir los gastos del piso, el abonó los 251 euros de la contribución hasta que ella le dijo que era responsabilidad de los propietarios...

Diez años después del fallecimiento de Mercedes, su hija interpone una denuncia contra la pareja de su madre para exigir que abandone la vivienda. El 28 de marzo de 2018 se fija la celebración de la vista: el 8 de mayo, y en la diligencia se hace constar que "no se suspenderá por inasistencia del demandado", como reza en el documento que obra en poder de EL DÍA. Y así ocurrió. Un justificante del Hospital de Nuestra Señora de la Candelaria acredita que Manuel Cruz Vera ingresó en el área de hospitalización el 6 de mayo, pero se celebró el juicio en el que se le condenó a entregar la posesión del inmueble.

Un auto del 5 de julio de 2019 ordena la ejecución de la sentencia y se establece un mes para que Manolo desaloje el inmueble, bajo apercibimiento de que se procederá a su inmediato lanzamiento si incumple la orden judicial. A comienzos de octubre se fijó que Manuel de los Reyes debe dejar el piso en el que convivió con su pareja durante 25 años el miércoles a las 11:00 horas.

El Cantiflas chicharrero no se niega a devolver la vivienda. Entiende que la hija de su compañera da por roto el acuerdo verbal y debe dejar el piso, pero clama humanidad a la justicia. A sus casi 75 años, tres infartos y dependiente de un respirador nocturno, este pensionista pide que el lanzamiento se aplace hasta que los servicios sociales municipales -a los que acude desde enero- le procuren un techo, a sabiendas de que va contrarreloj gracias a la ayuda de Pachi y Antonio Messeguer, que lo animaron a clamar ayuda y cambiar de abogada de oficio, con la que en dos años se ha reunido una vez y no evitó el juicio cuando estuvo ingresado. Cantiflas mendiga tiempo en este capítulo de la vida de Manuel de los Reyes Vera, que ha salido airoso varias veces del combate con la muerte.