Estos días he escuchado análisis sobre la situación del patrimonio histórico de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, y como casi siempre, pero más en estas fechas (se cumplen 9 años desde su muerte el 10 del 10 del 10), me acordé de Adán y su diferencia a la hora de afrontar cualquier cuestión y a la hora de abordar la situación con la que se encontró cuando, en el equipo de Manuel Hermoso, llegó al gobierno de la ciudad al comenzar la democracia.

Su visión, que comparte con muy pocos gobernantes, los mejores en la etapa democrática, como Pascual Maragall, Xerardo Estévez, (en Canarias, quizás Ani Oramas en su etapa de alcaldesa) y algunos pocos más en este país. Si hubo en Canarias alguna vez una confluencia de políticos interesados por hacer bien lo que estaba por hacer, fue ese momento histórico.

La imaginación, como la creatividad, son las formas que la humanidad tiene de trascender la realidad. La imaginación política comienza en el momento en el que se plantea un problema como un problema, es decir, cuando no se deja que la realidad (el capitalismo, o el "no me da tiempo" o el "no se puede hacer") gobierne. Enmanuelle Kant fue quien primero unió en su filosofía la cuestión de la imaginación en el triple plano del juicio teórico, práctico y creativo: Saber que algo podría ser de otro modo y preguntarse por la solución ya es un modo de trascender lo real. Adán Martín, a pesar de ser recordado por su capacidad práctica, numérica, de Big Data antes de inventarse el Big Data, utilizó la imaginación política como nadie lo ha vuelto a hacer jamás en Canarias (ni de cerca).

¿Es posible imaginar una sociedad diferente a la actual, no necesariamente utópica, pero distinta?

Sí, lo es, porque Adán lo puso en práctica, ¿cómo? Escuchando y acogiendo ideas de los demás, de la sociedad de la que nunca se separó, ni discriminó, ni fue jamás sectario.

El arte de la política es hacer posible lo posible y hacerlo bien. La imaginación del futuro en plazos largos, no es pensar en profecías (como diría Karl Popper), sino que la mirada a largo plazo, como la de Adán, puede hacer posible grandes cosas, como ocurrió, en Tenerife especialmente, en materia de patrimonio cultural. Esa mirada desde arriba, como si mirara la isla desde un satélite, era su filosofía política. En general pueden distinguirse dos planos: el de lo gerencial, es decir, el del día a día, y el de los grandes planes y proyectos políticos. La buena práctica de la política mezcla dos planos, el de la administración y gestión institucional, y el de la imaginación. Esa imaginación nos hace entender que a veces la verdadera política empieza en los detalles insignificantes, donde ya se ponen de manifiesto las grandes concepciones del mundo y cómo organizarlo, un ejemplo fue el gesto, de Adán y su equipo, de ponerse frente a las grúas (creo recordar de la empresa Ferrovial) a finales de los 70 para evitar la destrucción del barrio de la Noria, del que estaba planificada su desaparición.

Aquí Adán coincide con Karl Marx, en la importancia concedida a la práctica. Marx concede a la práctica un papel de primer orden. El político ha de acreditar la verdad con la práctica. Esas ideas que, de uno u otro modo, ya resonaban en autores tan diferentes como Castoriadis o Sartre, quienes coincidían en la consideración de la política como un trabajo de la imaginación volcada hacia el futuro.

Adán vivió en Inglaterra las postrimerías de Mayo del 68, durante la etapa de su vida, en la que trabajó en una fabrica de Chrysler. Aquel momento nos colocó ante una tarea imperiosa, llevar la imaginación al poder, y aunque ya le venía del ADN, allí aprendió que era posible transformar la realidad. Así lo hizo cuando decidió crear el Museo de la Ciencia y el Cosmos, el Museo de la Naturaleza y la Humanidad, el Auditorio que hoy lleva su nombre y tantas otras piezas hoy fundamentales de nuestro patrimonio cultural contemporáneo. Luego en Ibérica de Montajes, otro de sus trabajos previos a la política entendió la belleza involuntaria de los tanques de la refinería y ayudó a librar la primera batalla política y social de Canarias a favor del patrimonio industrial. En La Laguna uniendo esfuerzos con Ani Oramas y aquel Cabildo, en aquella aventura de convertir a la ciudad en un lugar merecedor del título de Patrimonio de la Humanidad.

¿Qué pasó entonces con el Toscal?

El por qué se atascó el Toscal y por qué sigue aún atascado tiene su origen en un choque de fuerzas: buena política frente a especulación pura. ¿Quién se creen que protegió el Toscal por primera vez de su destino previsto, que no era otro que parecerse a lo que es la primera línea de la Avenida de Anaga? Él, de nuevo, innovó y pusó en marcha primer PERI (plan de reforma interior se llaman entonces los planes especiales de las zonas históricas), que junto con el de Barcelona fueron los dos primeros del país y en ese momento se "salvó" el Toscal. Pero la especulación de los edificios de la primera fila de la Avenida de Anaga ya había calado hondo en los propietarios de aquella zona. No todo fue culpa de la política, sino de las expectativas económicas de los dueños del suelo. La política se lleva equivocando, allí, y en las zonas cercanas a la Noria, en lo mismo desde 1987, en no dejar rotundamente claro que allí no hay espacio para la especulación, pero que quien quiera rehabilitar su casa respetando sus valores históricos, puede hacerlo. Mucho se ha de imaginar, y luego hacer, para que las cosas comiencen de verdad a cambiar a mejor. Adán lo consiguió y lo impregnó durante un tiempo (que ya se perdió).

* Consejera de Patrimonio Histórico del Cabildo de

Tenerife. 1995-2003